Creo que llegó el ocaso, la apatía.
Decir que este es el fin será muy aventurado.
El final se consigue a pulso, insistiendo
sobre lo que siempre se peleó
con un Happy End de color dorado.
Por tanto es el final, sin serlo.
Es tan solo el otoño de una poeta,
la fiebre que antecede el resfriado,
ser una viejecita sin aspiraciones
de anciana destacada.
El Anonimato. Así debería
llamarse el asilo a dónde pasar el rato.
Soy todos los poetas cansados
Pido arresto por robarme los vestigios hurtados de los genios
(seguramente los leí de alguna pantalla)
Mejor nunca antes dicho, soy la flema de sus días de gloria,
el olor de sus cigarrillos consumados.
La cruza de rima asonante
con verso barato.
Una vergüenza de estudiante.
El vacío del teclado esperando,
eso soy últimamente, medio escribano, la burla de las musas,
un vulgar ladrón de adjetivos para llevar,
la falsa esperanza de escribir,
una timadora de pelo (graso),
el poemario más tierno que
alguien quiso leer, pero prefirió ignorarlo.
Deambularía por la calle si pudiera abrir el candado.