La princesa Diana se convirtió en un ícono mundial no solo por su trabajo de caridad, contra la guerra y en apoyo a muchísimas otras causas sociales, sino que también por ser una mujer a la que engañaron para entrar a una vida en la que no se sentía cómoda y que nunca permitió doblegaran su voluntad y cambiaran su personalidad sólo para complacer a otros.
Diana de Gales es un ícono porque hizo lo que muchos no estaba dispuestos a hacer en la época, habló de las causas que nadie quería oír y logró, en contra de todo el mundo, que su voz fuera oída.
Y una de las cosas en las que lo logró, fue en la moda. Que podría parecer muy superficial, pero tiene un simbolismo mucho mayor del que pensamos a primera vista.
Ver con vestidos y faldas a Lady Di no es extraño, se espera que esas sean las prendas que usaba por la época en que vivió. Así que aunque fuera atrevido, era mucho más aceptable verla así:
Que así:
Con el paso de los años, Diana de Gales se convirtió en todo un ícono de la moda porque se atrevía a probar nuevos estilos aunque la corona británica -y sobre todo su suegra, la Reina Isabel- lo odiaran profundamente.
Así fue como cada vez lució un cabello más y más corto, algo impensado en la época porque su pelo corto no era el que traían normalmente las mujeres, sino que uno mucho más masculino. Y la reina lo odiaba, porque decía que ese no era un estilo digno de una Princesa.
Pero no le importó y no sólo siguió luciéndolo corto, sino que en más de una ocasión se presentó a sus compromisos oficiales vistiendo pantalones en un traje notoriamente masculino, aunque eso hiciera enojar a la monarca.
Diana prefirió mantenerse fiel a sus convicciones y creencias, demostrando que las etiquetas de género son algo inventado por la sociedad y que cualquier persona se puede poner pantalones, si es que quiere. Y aunque eso implique no lucir lo suficiente como una “princesa”.
Personalmente, no creo que nadie sea tan digno de la realeza como ella.
Source: UPSOCL