El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha sorprendido a la comunidad internacional al anunciar su decisión de no asistir a la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que se llevará a cabo en San Francisco, California, del 15 al 17 de noviembre. Esta negativa se debe a la presencia confirmada de la mandataria peruana, Dina Boluarte, en el evento, ya que el gobierno de México no reconoce la legitimidad del gobierno de Perú, lo que ha llevado a una creciente disputa diplomática entre ambos países.
Esta decisión de López Obrador ha sorprendido a muchos, dado que previamente había confirmado su participación en la cumbre y había planeado presentar un ambicioso plan de desarrollo económico destinado a los países de América durante el evento.
En una conferencia de prensa en Palacio Nacional, López Obrador explicó su posición, declarando:
“No voy a asistir a la cumbre de San Francisco porque no tenemos relaciones con Perú y es para ver lo de Asia-Pacífico. No queremos participar en eso, con todo respeto. Me mandó invitar el presidente Biden”.
Este anuncio representa un giro inesperado en la política exterior de México y ha generado un debate sobre las implicaciones para las relaciones bilaterales y la cooperación internacional.
La relación entre México y Perú se ha deteriorado en los últimos meses debido a una serie de desacuerdos diplomáticos. El 25 de mayo, el Congreso de Perú declaró a López Obrador como persona non grata en respuesta a sus declaraciones sobre asuntos internos de Perú y su negativa a transferir la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico al país sudamericano.
Además, el presidente mexicano ha expresado su interés en un posible encuentro con Joe Biden en Washington en noviembre, con el propósito de discutir temas cruciales como la migración, el narcotráfico, la violencia y el desarrollo económico. Si esta reunión no se concreta en noviembre, se considera la opción de celebrarla durante la Cumbre de América del Norte en Canadá en enero.
En medio de estos movimientos diplomáticos, López Obrador ha agradecido la buena relación que mantiene con su homólogo estadounidense y ha subrayado su compromiso de fortalecer los lazos bilaterales entre México y Estados Unidos.
Este giro inesperado en las relaciones diplomáticas plantea importantes interrogantes sobre el futuro de las relaciones entre México y Perú, así como sobre la participación de México en eventos internacionales de relevancia global. En un momento en que la cooperación y el diálogo internacional son esenciales para abordar los desafíos globales, esta decisión de López Obrador tiene el potencial de tener un impacto significativo en la política exterior de México y en sus relaciones con otros países de la región.