Por Zuleyka Franco
A través del tiempo hemos aprendido que la muerte tiene un significado universal, es un estado físico, pero que ninguno de nosotros hemos sabido explicar a ciencia cierta, qué pasa después de que una persona muere.
A excepción de las personas que mueren por enfermedad, en un estado de angustia o dolor por su situación médica, las personas que mueren en un estado de consciencia absoluta, por edad, incluso dormidos, no sabemos qué sentirá al momento de su último respiro, cuál es la última imagen en su mente o si después de ese momento comenzará una nueva forma de vida en algún otro plano dimensional o incluso en éste mismo que acaba de dejar físicamente.
Todas las religiones y culturas tendrán sin duda una manera muy peculiar de entender y creer en la muerte, además de lo que cada uno de nosotros creamos o no acerca de éste tema, entenderemos entonces que hablar de la muerte sería como hablar de un infinito de posibilidades por la perspectiva que cada individuo tiene de la misma. Así queda claro, que la manera de conceptualizar la muerte y más aún, de entenderla y comportarse ante ella, depende más de cada persona que la religión en sí que profesemos.
La muerte no es algo que se pueda aceptar fácilmente, sobre todo por lo que significa para la mayoría de las personas el desapego, la aceptación de tal suceso, la renuncia a un ser querido, y por el hecho de que el abandono es una herida de las más comunes que prevalece en los seres humanos. Así pues, tendríamos que trabajar con el hecho de que nuestras carencias emocionales no han estado cubiertas por completo y que son ellas las que con más frecuencia nos recuerdan nuestros miedos y prejuicios.
Es muy interesante leer todas las historias alrededor de la vida después de la muerte, sobre todo cuando existe tanta información a la mano, en donde podemos conocer diferentes experiencias, creencias, y maneras de pensar.
Creer que puede haber un paraíso, una vida donde no existe el dolor, el sufrimiento, las carencias o enfermedades, más con la situación que estamos viviendo, es un tanto alentador. Sin embargo creo firmemente, que lo que pase después, si en verdad hay algo para después, a cada uno de nosotros nos tocará experimentarlo en su momento, gozarlo o sufrirlo, según sea la idea que tengamos acerca de la muerte.
Pero supongamos que ésta es la única vida que tendremos, que no hay más allá después de la muerte y que sólo tenemos una oportunidad de ser feliz, y dentro de todo lo que encierra el hecho de que tenemos que vivir el presente, tenemos que aprovechar los momentos que encierran magia, alegrías, conocimiento, amor, y atesorarlos como parte importante de lo que sí podremos llevarnos a la hora de nuestra partida.
Tanatología viene de Tanatos que es la muerte y logos la ciencia, medicina encargada del estudio de los cambios del cuerpo humano a partir de cualquier pérdida.
Esta ciencia tiene como objetivo apoyar a una persona o a la familia en general para aceptar su realidad y poder llevar una calidad de vida durante un duelo. Si bien el proceso de duelo en sus diferentes etapas, la negación, la irá o enojo, el pacto o negociación, la depresión y la aceptación, pueden ayudar a los más cercanos que han sufrido una pérdida, son diferentes las circunstancias del que se queda y del que se va.
El que se queda lidia con el dolor, la pérdida, las culpas, el abandono, el hubiera, y quién sabe cuánto más. El que se va sin embargo, no sabemos si sufre, si extraña, si hay dolor o por el contrario, termina. Pero de una cosa sí podemos estar seguros, nosotros somos los únicos que podemos decidir cómo vivir nuestra vida y qué es lo que nos queremos llevar en la mente y en el corazón.
Así que tal vez por primera vez pensemos en cuántas cosas no valoramos en vida, en todo lo maravilloso que el universo pone al alcance de nuestras manos y que pasan desapercibidas, en las imágenes que queremos se queden grabadas en nuestra memoria y en todas las acciones y palabras que no hemos hecho o dicho a las personas más importantes para nosotros.
Pensemos también, en que la muerte nos ofrece a través de lo desconocido una nueva manera de valorar lo que tenemos en vida, porque después de ella, nadie sabe en realidad que es lo que pasa con cada uno de nosotros. Es lindo pensar en un paraíso, en un jardín sin frío, en una vida después de la muerte sin dolor o sufrimiento, pero es una realidad en la que creamos o no, es un evento a futuro o tal vez no, pero nadie lo sabe con certeza porque nadie puede predecir la muerte.
Así que aprovechemos en vida las oportunidades que se nos presentan, abracemos a nuestros hijos, digamos te amo a nuestros padres, ayudemos a nuestros hermanos y valoremos a nuestros amigos, que la muerte en un cerrar de ojos aparece y no hay nada más lamentable que la palabra “hubiera”.
¿Qué hay después de la muerte? No lo sabemos, pero al pensar en ella Agradece, porque aún no formamos parte de ella.
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