La última vez que se vio a Osmia calaminthae, una abeja endémica de Florida en Estados Unidos, fue en el 2016, cinco años después de la primera vez que se le describió en 2011. No fue hasta el 2020 cuando comenzaba el encierro por la pandemia por el COVID-19, que las extrañas abejas fueron redescubiertas alimentándose de la planta que les da su nombre: Calamintha ashei conocida comúnmente como calaminta, que es un pequeño arbusto de flores violetas nativas de Florida y Georgia.
Chase Kimmel investigador del Museo de Historia Natural de Florida confirmó el redescubrimiento de las abejas en marzo del 2020. Cuentan que al principio podían creer lo que veían y que tuvieron que observar varias veces. En total, Kimmel y sus colegas documentaron solo 17 abejas azules, con la particularidad que nunca encontraron más de tres a la vez.
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Las abejas viven en un área muy reducida y con características especiales, en Lake Wales Ridge. Los matorrales en donde se encuentran las flores de las que se alimentan están restringidos a un área muy pequeña, lo que significa que la abeja también tiene una distribución limitada.
Además de esta limitación geográfica, los expertos creen que la pérdida y fragmentación de su hábitat ha impactado negativamente el número de abejas azules en las últimas décadas. Aunque no se han hecho estudios contundentes, se cree que las abejas se encuentran expuestas a pesticidas, lo que afecta directamente sus poblaciones.
No sólo su color es especial
A las abejas calaminta azules, se les conoce muy poco y aún están aprendiendo sobre sus hábitos. Uno de los comportamientos particulares que se han observado, es la tendencia a mover rápidamente su cabeza, entre dos y cuatro veces, cuando visitan las flores. Kimmel y otros expertos creen que hacen esto para retirar el polen de la planta, cosa que ninguna de las otras 23 especies de abejas que se sabe visitan la misma planta, hace.
También se sabe que son solitarias y que a diferencia de otras abejas, no se organizan en colmenas. Se sabe que pueden vivir en madrigueras o huecos en árboles.
Aunque no se sabe a cuantos ejemplares ascienden sus poblaciones, fue un gran hallazgo y se quiere proteger las zonas en donde vive para que no se destruya su hábitat tan limitado.
La especie esta en el listado de las especies de mayor protección requerida según el Florida State Wildlife Action Plan, y en el 2019 fue catalogada en peligro crítico de conservación por NatureServe.
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