Todos los seres vivos —incluyendo los bichos, los peces y las personas— mueren. Entender por qué tiene que ser así es difícil, incluso para los adultos. Tal vez sea la cosa más difícil de entender. Lo mejor que podemos hacer es aceptar la muerte como algo connatural a la vida. Es algo que ocurre, y no podemos hacer nada para cambiarlo.
¿Cuándo –y cómo— ocurre?
La mayoría de las veces, la gente tiene vidas muy muy largas. Mucha gente supera los 80 y los 90 años, y hay algunas personas que incluso viven más. De todos modos, el cuerpo, lentamente, con el paso de los años, se va gastando, exactamente igual que las ruedas de una vieja bicicleta o las pilas de tu juguete favorito. Cuando partes importantes del cuerpo —como el corazón, los pulmones o el cerebro— se desgastan y dejan de funcionar, lo más probable es que la persona muera. Cuando ocurre esto, decimos que la persona se ha muerto “de vieja“.
A veces muere gente mucho más joven. Algunas personas se ponen muy enfermas y, a pesar del esfuerzo de los médicos y del uso de medicamentos, no hay manera de mantener funcionando al cuerpo de esa persona. Si una persona que estaba muy enferma muere, tal vez oigas decir a los adultos que ahora esa persona descansa en paz, puesto que ha dejado de sufrir. De todos modos, los médicos cada día descubren nuevas formas de prevenir y tratar enfermedades, de modo que las probabilidades de que una persona se recupere de una enfermedad aumentan día tras día.
Algunas personas mueren de repente, como en los accidentes. Este es probablemente el tipo de muerte más dura y difícil de asumir por los familiares y amigos del fallecido porque ocurre sin previo aviso y no hay tiempo para hacerse a la idea de que se va a perder a un ser querido. ¿Algo importante a recordar sobre este tipo de muertes? Suelen ser tan repentinas que las personas que mueren sienten poco dolor o nada de dolor en absoluto. Eso puede ser un consuelo para sus allegados.
¿A dónde va la gente cuando muere?
Mucha gente cree que, cuando alguien muere, lo único que muere es su cuerpo. Es como cuando una botella llena de agua se rompe y pierde toda utilidad. El recipiente se ha hecho trizas, pero lo que había dentro -el agua— perdura. La parte de la persona que perdura tras la muerte del cuerpo a menudo se denomina “alma” o “espíritu“. Algunas personas creen que el alma es la parte del ser humano que ama, siente y crea; es la parte que nos convierte en quienes somos.
Nadie sabe a ciencia cierta lo que le ocurre a una persona después de morir. Hay muchas creencias diferentes sobre esta cuestión, y lo mejor es que hables con tu familia para saber qué creen ellos que ocurre tras la muerte del cuerpo. Así podrás decidir en qué creer.
¿Qué es el duelo?
Cuando perdemos a un ser querido, lo pasamos mal. Nos entristece pensar que esa persona dejará de estar a nuestro alrededor, que no podremos hablar con ella ni pasárnoslo bien juntos. Esa ausencia deja un profundo hueco en nuestras vidas. Tal vez tenías una mascota en casa que murió. ¿Te acuerdas de las primeras veces que entraste en casa tras la muerte de tu gato o de tu perro? Te extrañó no encontrarlo allí y lo echaste de menos. Si lloraste, está bien. Necesitamos expresar la tristeza y lamentar la pérdida de los animales u otros seres queridos cuando les llega la muerte.
Pero, como cuando te pelas la rodilla, el intenso dolor inicial desparecerá con el tiempo. La herida tardará un tiempo en curarse, pero te irá doliendo un poco menos cada día. Cuando alguien muere, ocurre lo mismo. Eso no significa que olvidemos o dejemos de echar en falta a la gente que ha muerto. Al cabo de un tiempo, podemos proseguir con nuestra vida, sin dejar por ello de querer al fallecido y recordándolo siempre.
Recordar a las personas fallecidas que queremos es una forma de mantenerlas vivas en nuestro recuerdo. Las fotos nos ayudan a hacerlo. Mirar un álbum de fotos puede ayudarnos a recordar los momentos felices que compartimos con esas personas. Muchas familias entierran los cuerpos de sus seres queridos en un cementerio. Luego pueden ir a visitar sus tumbas. No es que crean que las personas muertas están allí; solo se trata de un lugar especial para ir a pensar en lo mucho que significaron esas personas para ellos.
¿Qué pasará conmigo?
Cuando muera algún allegado tuyo, tal vez te preguntes si la demás gente importante en tu vida también morirá pronto. Tal vez te preguntes: “¿Morirá mi madre o mi padre?”. Lo mejor que puedes hacer es compartir esos pensamientos con tu familia. Puede ser difícil —e incluso un poco doloroso— hablar sobre esas cosas, pero probablemente te irá bien expresar lo que sientes. Es importante que hables sobre los miedos que puedas tener en vez de ocultarlos o simular que no estás asustado. A la gente que te quiere le interesa saber lo que sientes para poderte ayudar.
¿Sabías que tú también puedes ayudar a los adultos con quienes convives si están tristes por la muerte de un ser querido? ¿Recuerdas algo divertido sobre la persona fallecida? ¿O un detalle que esa persona tuvo contigo? Comparte los buenos recuerdos que tengas sobre esa persona. Contribuirás a que todo el mundo se encuentre un poco mejor.
Yo también moriré algún día. ¿Qué debería hacer ahora?
¡VIVIR!
Hay muchas cosas sobre la muerte que no sabemos ni sabremos nunca. Sabemos que nos llegará a todos, algún día. Pero no es algo en lo que deberías pensar ni por lo que te deberías preocupar.
Te aguardan demasiadas cosas estupendas por experimentar en los muchos años que tienes por delante.