Alrededor de 30 familias siguen sin recibir la casa que les prometieron
Ciudad de México.- Aún existe un grupo de damnificados del trágico terremotodel 85 que siguen sin casa desde hace más de 30 años.
Janette, que vive en el campamento de Colector 13, recordó que “muchos murieron con la ilusión de tener una casa otra vez”. De manera provicional, hace 30 años, acondicionaron módulos de lámina para damnificados de aquel terrible sismo que en 1985 sacudió la Ciudad de México y aún siguen ahí.
En ese lugar, viven aproximadamente 250 familias y existen unas 30 que son damnificadas del terremoto del 85 y a quienes aún cuando existió la entrega de acciones de vivienda en 2008, “los dejaron con las llaves en la mano” y que en opinión de Janette, se beneficiaron a otras personas que nada tenían que ver con el sismo.
Todo es compartido, y la rutina es la misma desde hace 30 años. Por cada módulo, habitan casi 10 familias y solo hay un baño para usar. Para lavar trastes, también existen turnos establecidos, lo que provocaba peleas entre los habitantes con regularidad.
Ahora las viviendas tienen pequeñas estufas en el interior, incluso hay quienes lograron ganar unos metros extras y pusieron sanitarios dentro de sus lotes, aunque no todos pudieron hacerlo.
Janette llegó al campamento aún siendo una niña pequeña y de tener una vivienda digna con paredes de cemento pasó a ocupar una construida con láminas.
Hace pocos años, el Instituto Nacional de Vivienda entregó acciones de casas a los habitantes del campamento y ella era una de las beneficiarias, incluso pagó el enganche de su departamento “pero me dejaron con las llaves en la mano”
Erik tiene 30 años, sus padres llegaron al campamento después del terremoto, él no conoce otra realidad que la de la vida entre los vericuetos del lugar.
Como niño no te dabas cuenta de las carencias porque era tu realidad de siempre, fue hasta cuando vas creciendo que te das cuenta que no es normal vivir así, nos tuvimos que adaptar
Alfredo Villegas también llegó tras el terremoto del 85 siendo aún niño, sus padres pagaban un crédito de vivienda que se quedó entre los escombros de aquel sismo. “Al principio era fácil porque éramos niños, en tu mente no viene el olvido que el gobierno empezaba a segregar a las familias de estos campamentos”, con el tiempo, comenzó a darse cuenta de su realidad; incluso llegó a ser discriminado por vivir en un campamento.
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