Hay fechas establecidas para sus respectivos calendarios electorales: en México, el 1º de julio elegiremos un nuevo Presidente, nueve gobernadores, 128 senadores, 500 diputados federales, presidentes municipales, legisladores locales, un total de ¡3,447 cargos! En Estados Unidos, el 8 de noviembre votarán por la totalidad de sus 350 diputados y 33 de los 100 senadores; el resultado definirá en buena medida el futuro del gobierno de Donald Trump.
No es fácil encontrar otro momento en la historia de la relación bilateral en el que confluyeran tantos y tan relevantes eventos. La sorpresiva llegada de Trump a la Casa Blanca alteró de manera dramática la manera en que México y Estados Unidos habían desarrollado un gradual acercamiento basado en la confianza mutua.
México logró vencer una interpretación exacerbada de la defensa de su soberanía al firmar el TLC, al trabajar juntos en el ámbito de la seguridad y procuración de justicia, al ampliar los intercambios educativos, culturales y tecnológicos, así como mejorar la infraestructura fronteriza.
Los mexicanos que viven en Estados Unidos tienen hoy una mayor influencia política, nuestra cultura está más presente que nunca a través de la comida, la música y el cine; miles de empresas en ambos lados de la frontera intercambian sus productos, lo cual genera millones de empleos.
Lo anterior estará en juego en 2018. No sabemos quién será el nuevo titular del Poder Ejecutivo en México, pero es indispensable que los candidatos expliquen cómo piensan establecer su relación con el mandatario estadunidense y su gobierno. Qué propondrán en caso de que el señor Trump decida denunciar el TLC, continuar separando familias al deportar a hombres, mujeres y niños. Me atrevo a predecir que Trump demandará al nuevo gobierno que intensifique el combate al narcotráfico bajo el argumento de que la crisis producida por el consumo de la heroína y sus derivados ha creado una emergencia nacional en su país.
Es difícil anticipar bajo qué escenarios tendrá lugar el primer encuentro entre el Presidente electo de México y Donald Trump. ¿Qué resultados habrá obtenido la labor que lleva a cabo el fiscal especial Mueller, designado para investigar la posible colusión del mismo Trump o de su familia con el gobierno ruso? ¿La Reforma Fiscal que en fechas recientes aprobó el Congreso, habrá beneficiado al electorado de tal manera que vote por mantener el control republicano en ambas cámaras y por ende, haga viable la posible reelección de Trump en 2020? ¿Su agresiva política exterior habrá derivado en una crisis que genere inestabilidad global?
Por el lado de México ¿el Presidente electo habrá ganado con los votos favorables de sólo una tercera parte de los sufragios emitidos y tendrá un Congreso de abrumadora mayoría opositora? ¿Cuáles serán las prioridades de su agenda en la relación bilateral: seguridad, migración, comercio u otro tema? ¿La estabilidad macroeconómica de México se habrá mantenido o enfrentará una nueva crisis?
¿Podrán ambos mandatarios alejar las diferencias existentes y retomar el camino del diálogo y la cooperación basada en el respeto mutuo?
Más allá de lo que suceda en Estados Unidos, lo relevante es que los mexicanos miremos hacia dentro y tomemos conciencia de que las próximas elecciones tendrán lugar en un momento de nuestra historia que acumula tensiones políticas, sociales y económicas que demandan respuestas eficaces por parte de las autoridades y nuestra activa participación.
En 2017 fuimos testigos de que en muchas partes del mundo las elecciones dieron sorpresas, resultados inesperados derivados del hartazgo de los ciudadanos con sus gobiernos, en especial de los marginados del bienestar, de la violencia con la inseguridad que ello acarrea, de la corrupción endémica, de la creciente inequidad. Estas razones están presentes en nuestro país.
Por eso confío y espero que tengamos un proceso electoral intenso, donde los candidatos para todos los cargos expongan con claridad sus compromisos concretos que nos permitan votar de manera libre e informada, que vayan a votar los jóvenes que tienen esta oportunidad por primera vez; muy relevante será que las autoridades electorales cumplan con su enorme responsabilidad histórica.
Así nuestro próximo Presidente podrá enfrentar con mayor legitimidad al impredecible ocupante de la Casa Blanca.
Por lo pronto, les deseo a mis lectores un muy buen 2018.
Source: Excelsior