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Las incoherencias de Peña Nieto

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Las incoherencias de Peña Nieto
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Washington—Enrique Peña Nieto, sobre todo cuando viaja al extranjero, tiene la obligación de proteger y defender los intereses nacionales de manera honorable y digna. Pero la semana pasada, Peña hizo lo opuesto. Permitió que Donald Trump lo denigrara y, por extensión, humillara al país que representa. Con una sola palabra, Trump echó a perder la artificial armonía del primer encuentro con el mexicano en Hamburgo. “Señor Trump, ¿todavía quiere que México pague por el muro?”. “Absolutamente”, respondió con expresión de ogro y sin titubear.

La pregunta sobre el muro fue la única que el usurpador de la Casa Blanca respondió a lo largo de dos días de intensas reuniones bilaterales en el marco de la cumbre del G20 en Hamburgo. Trump resistió los provocadores cuestionamientos de los reporteros de la fuente por arrancarle unas palabras sobre Putin, Xi Ping, Corea del Norte, el acuerdo de París, aranceles al acero, etc. Pero la oportunidad de nutrir el antimexicanismo entre sus enardecidas bases al otro lado del Atlántico no la dejó pasar. La reunión con Peña fue sólo show. El muro va. Punto.

Peña fue el único líder que Trump maltrató en Hamburgo. El único del que se burló públicamente. El único a quien no respetó. Sólo le faltó escupirle. Cualquier otro mandatario con un mínimo de autoestima no se hubiera dejado. ¿A alguien le extraña que Peña no reiterara, por enésima vez, que México no pagará? ¿A alguien le parece raro que optara por quedarse mudo? A mí tampoco. Peña es incapaz de enfrentarse al bravucón al que claramente le tiene terror. Trump lo sabe. A los débiles los aplasta y a los sumisos los insulta.

Para remachar la ofensa, en su mensaje radial sabatino—grabado antes de partir a Alemania—Trump reiteró su amenaza de retirarse del TLCAN si México no cede a sus exigencias en la mesa de negociaciones. “Estamos buscando una renegociación cabal del TLCAN y si no la obtenemos lo vamos a cancelar. Esto quiere decir que sepultaríamos para siempre el TLCAN”. Sería ingenuo creer que se trata de una simple posición negociadora. Cuestión de ver que Trump consumó su amenaza de abandonar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y el acuerdo de París sobre cambio climático. Es cierto, Trump lanza muchos ultimátums, pero algunos los cumple.

El disminuido mandatario mexicano y su canciller Luis Videgaray no solo se volvieron a agachar ante Trump sino lo justificaron. “No escuchamos”, dijo el aprendiz que carece de memoria diplomática. “No fue tema de la conversación”. Ni quien le crea. “Nuestra relación bilateral no puede estar marcada por murmullos”, secundó Peña. Ni una semblanza de dignidad.

Peña y su escudero no quieren darse cuenta que México está bajo ataque. Que Trump es el mismo individuo agresivo y vulgar que abrió su contienda insultando a los mexicanos y que se impuso en el Colegio Electoral gracias al espionaje de la Rusia de Vladimir Putin, el ex agente de la KGB de quien dijo sentirse “honrado” de conocer personalmente.

El desdén hacia Peña también se obvió en el menaje de Trump a los medios. Con 46 palabras, pronunciadas en 20 segundos, Trump  petulantemente llamó a Peña “mi amigo” y se reservó su veredicto final sobre el TLCAN hasta “ver qué resulta” de la renegociación comercial y “algunas otras cosas”.

En contrapartida, el mensaje de Peña, que duró 100 segundos, fue una sarta de incoherencias. Vocablos entrecortados. Balbuceos. De acuerdo a la traducción difundida por la Casa Blanca, Peña, quien no sabe inglés, agradeció a Trump “por abrir este espacio que nos ha verdaderamente (inaudible) ayudado a continuar un dialogo muy fluido que, por supuesto, nos permitirá la renegociación del TLCAN; continuar trabajando los términos de la cooperación, especialmente sobre seguridad, por la seguridad de ambas naciones, especialmente en nuestras fronteras y, por supuesto, también trabajando en temas migratorios que es una tarea en la que ambas de nuestras naciones están ocupadas, y en la que nuestras administraciones también están ocupadas. Y, desde luego, algo que ambas de nuestras administraciones han asumido la responsabilidad de verdaderamente admitir, eso es, que es una manera de corresponsabilidad (inaudible) temas del crimen organizado. Muchas gracias por este espacio de oportunidad”.

Presidencia no subió a su sitio la versión en español, pero seguramente contiene la misma sintaxis fallida que la traducción al inglés y que aquí retraduje al español. Cuando Peña habla sin teleprompter o tarjetas mete la pata y hace el ridículo. Su nivel intelectual es limitado, y su facultad de hablar con fluidez y de manera efectiva para convencer a quien escucha, inexistente.

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Peña y Videgaray se mueven en los confines de un universo alterno. Viven en perene estado de negación. No tienen los pies puestos sobre la tierra. En Hamburgo, Trump obtuvo lo que quería. Peña, en cambio, regresó a México con las manos vacías y con la cola entre las patas. Pésimo auguro para la renegociación del TLCAN el mes entrante.

Twitter: @DoliaEstevez