Murilo Kuschick
Profesor-Investigador, Departamento de Sociología, UAM-Azcapotzalco, [email protected].
Nos encontramos frente a dos dilemas, el primero de ellos está configurado con aquello que llamamos realidad, y, el otro, a partir de la manera en que la percibimos.
Una de las consecuencias de esto tiene que ver con la idea de que percepción es realidad. No importa que nos dicen, lo que importa es cómo vemos las cosas en un cierto momento. Esto lo afirmaba Keneth Bolding en célebre libro publicado en los años cincuenta sobre las imágenes, como se forman y cómo se transforman en nuestra percepción.
¿Por qué digo esto? frente a nuestros ojos se esta desdibujando la imagen de dos gobernantes que presentaban una visión y una imagen del mundo que se ha ido transformando ante los embates de la realidad, y sobre como sus pronósticos no se han ido cumpliendo.
En el primer caso podemos encontrar a López Obrador, cuyo imagen, dígase de pasaje, se ha ido alterando desde su época de candidato allá por 2006, cuando tenía una imagen impoluta y representaba la posibilidad de la lucha por lograr el fin de la pobreza y la mejoría en los niveles de vida de la población, había un candidato jovial que era retratado con un gallito en su pelo revuelto. Después, ya en la campaña del 2018, fue representado por un ganso haciendo alusión a su eslogan “Me canso ganso” en el sentido de la terquedad de sus propósitos, y de que los lograría.
Ahora, en el 2020, esta misma terquedad que mostraba en aquellos años ha sido cambiada por necedad y la visión de que aquellos propósitos no se logran, no se alcanzan, o se han ido perdiendo con el tiempo, quedando en su lugar excusas o simplemente intentos de lograr los objetivos mediante golpes de comunicación e imagen.
Decimos esto con la situación que ahora se presenta tanto con los shows que ha protagonizado el presidente, por un lado el juicio de Emilio Lozoya que hasta ahora no ha sido presentado a un juez, ni tampoco ha pisado la cárcel, y la presentación del avión presidencial el TP-1, José María Morelos y Pavón, el cual fue uno de los motivos centrales de la campaña, ya que representaba no sólo los excesos de la administración pasada, sino que hacía ver frente a los ojos del pueblo el lujo y el oropel de aquella administración; sin embargo, si bien las campañas son llenas de imágenes, mensajes y golpes espectaculares, los gobiernos deben tener espectacularidad en sus logros, cosa que la administración de López Obrador ha sido incapaz de obtener, pues, ni la pandemia de Covid-19 ha dejado de impactar y seguir con su estela de contagio y muerte, ni tampoco la crisis económica y las salidas que ha generado el gobierno de López Obrador han sido suficientes.
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De ahí que de lleno ha entrado en la campaña del 2021 utilizando este tipo de instrumentos que buscan modificar la imagen, sin embargo, como se observa, los resultados no han sido muy satisfactorios ya que después del gran impacto que significó la llegada de Lozoya al país, no hay evidencia que lo que diga vaya a impactar lo suficiente para destruir a la oposición que se encuentra en desbandada y tiene poca capacidad de articulación.
Ya la rifa del avión presidencial no pudo llamar la atención del público en general, pues se han vendido una cantidad mínima de los boletos, lo que ha conducido al presidente la necesidad de encabezarla en un intento por revivir este objetivo. Cada vez más López Obrador ha ido perdiendo su imagen y cada vez más se ve viejo, cansado, aun cuando tenga jornadas de trabajo interminables los frutos son poco visibles o de plano resultan inocuos.
El otro caso lo encontramos con el presidente Trump, a cien días de la elección presidencial en los Estados Unidos y la renovación del Congreso, por lo menos en el caso de la Cámara de Representantes el panorama se ve, sino negro bastante nebuloso, ya que las promesas que se hicieron en la elección del 2016 se encuentran lejos de haberse cumplido y aquellos eslóganes de campaña que tanto éxito tuvieron, “Make America Graet Again” y “Build the Wall” (“Hagamos América (sic) grande nuevamente” y “Construyamos el Muro”) ya no han tenido éxito.
Podemos apuntar algunos elementos para esta nueva situación que ha colocado al presidente Trump contra la pared.
En primer lugar no ha habido campaña dada la situación del Covid-19. No se pueden realizar grandes aglomeraciones, y si bien la campaña se ha conducido en el ámbito de las redes sociales, lo importante para Trump eran los grandes eventos en donde lograba juntar a gran parte de la población resentida por los cambios ocasionados por la globalización que habían perdido sus empleos; sin embargo, con la pandemia no sólo han sido afectados estos grupos sino que otros se le han sumado, además la crisis económica que se ha generalizado en el país y las pocas probabilidades de revertirla en los próximos meses.
En segundo lugar, la muerte de George Floyd por parte de policías y la aparición del movimiento social “Black Lives Matter” ha generado un clima poco agradable para la derecha y todos aquellos que habían apoyado a Trump, principalmente votantes demócratas que ahora sino no se arrepienten de lo que hicieron es poco probable que vayan a votar por Trump y prefieran dirigir su voto a Joe Biden, de ahí que sea tan importante no sólo que Biden no realice muchos actos de campaña y por tanto, no tenga tantas equivocaciones en sus declaraciones que muchas veces lo meten en problemas con grupos minoritarios, como afro-americanos, latinos, mujeres, etc.
Importante sera a quien Biden escoja como candidato (a) a la vicepresidencia.
Ahí podría encontrar una mujer como Elizabeh Warren, del ala izquierda del partido Demócrata, la senadora Kamala Harris, Stacy Abrams y otras más que podrán acompañar a Biden en su intento por vencer a Trump como hasta ahora muestran las encuestas y la nueva percepción de la realidad que ahora se presenta tanto en México como en los Estados Unidos.