PRODUCTO CIRCUNSTANCIAL…
Cuando el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña, inclinó de último momento el fiel de su balanza en favor de Eruviel Ávila para que contendiera por la gubernatura que iba a desocupar, lo hizo porque sabía de la gran imagen pública que el alcalde de Ecatepec tenía entre la gente, la cual lo convertía en el candidato con más probabilidades de ganar el puesto estratégico clave para apoyar la casi segura campaña que, meses después, emprendería por la Presidencia de la República. Para ello, de última hora fue necesario sacrificar al joven Alfredo del Mazo, con quien su corazón estaba, a quien le prometió considerarlo seis años después, compromiso que cumplió a cabalidad. Ahora, volviendo a anteponer la estrategia política sobre sus quereres cercanos, decide sacrificar a su más cercano y fiel colaborador, Aurelio Nuño, en aras de presentar al mejor prospecto político que reuniera las cualidades de imagen pública necesarias para aumentar las probabilidades de sostener al PRI en el poder, y ése fue José Antonio Meade, a quien las circunstancias favorecieron.
EL PODER DE LA IMAGEN…
Pepe Meade, así le dicen todos sus pares, jamás habría considerado moverse en la grilla para lograr una candidatura presidencial. Si analizamos su carrera en el gobierno, podríamos definirle muchos méritos: es un hombre que sabe ser leal, más allá de las filias partidistas, enfocado en dar resultados en cualquier puesto que se le encomiende, seguro de su capacidad personal, creador de simpatías por su noble forma de ser, uniendo, motivando, respondiendo, así creció y para ello fue educado. Por eso el Presidente lo eligió, por sus méritos, por una circunstancia de imagen pública, de reputación política, que el exsecretario de muchas dependencias, sobreviviente de la alternancia, construyó, sosteniendo en el tiempo un proceso de estimulación positiva, apoyado con mucha coherencia hasta llegar a ser considerado como el mejor hombre para representar al PRI. ¡Sin ser priista! Quien, después de esta ironía, todavía dude sobre el gran poder que tiene la imagen pública, refiérase a partir de hoy al caso Meade como objeto de estudio.
BOLA CANTADA…
Desde hace más de un año, en el Colegio de Imagen Pública empezamos a formular análisis de quienes podrían considerarse aspirantes a la candidatura presidencial por parte de cada partido. En su momento señalamos para cada posible candidato las cualidades positivas y negativas que como imagólogos percibíamos, de hecho, creamos una conferencia en la que un servidor presentaba a todos ellos con sus ventajas y desventajas de imagen pública, presentando al final al mejor posicionado, a quien representaría el candidato a vencer: Andrés Manuel López Obrador. Esta figura política sempiterna ganaría, sin duda, a todos sus posibles rivales, argumentaba yo, a menos que se dieran dos escenarios extraordinarios: que surgiera por parte del PRI un caballo negro que representara como hombre las virtudes que el partido no tenía, y que la oposición se aliara presentando un candidato independiente que borrara los egos y vanidades de una izquierda y una derecha divididas internamente a muerte. El caballo negro tenía nombre y así lo expusimos públicamente en eventos privados y lo hicimos público en redes sociales: José Antonio Meade. Sólo así, según nosotros, podrían cambiar los números arrojados en las encuestas del momento. Ahora, el PRI, en un hecho inédito, con gran timing político, ya puso su grano de arena en la carrera contra AMLO, presentando a un candidato rodeado de aires de libertad, con imagen de no ser político ni tampoco de ser priista. Sacrificando su ego ancestral, los políticos tricolores se han unido en torno a la figura de una persona decente, sencilla, amable y eficiente, hicieron bien, sólo falta lograr que la imagen del hombre se sostenga después de que la burbuja del poder lo encierre, y que se privilegie por encima de la de la institución, de la que deberá deslindarse tanto como pueda, pues, de no ser así, de nada habrá servido la buena elección operada por el Presidente.
Source: Excelsior