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viernes, septiembre 20, 2024

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Amnesia

 

Parece que no podemos escapar de esta cruel y falsa realidad de disfrazar todo. Disfrazamos las uñas largas de los políticos, los atropellos en el ejercicio de unos y otros, la pobreza, la contaminación atmosférica, la corrupción, la ignorancia, el nivel deportivo, con frases que no aportan, nunca jamás, testimonios o antecedentes que las respalden. Las repiten tanto en la pantalla de cristal, que algunos miembros de la manada terminan por aceptarlas. Creen que con repetir como loros ¡voy a ganar, voy a ganar, voy a ganar!, van a ganar, cuando en realidad es una de las formas más miserables y eficaces de despilfarrar el tiempo. Recientemente, la excampeona mundial de ajedrez, la prestigiosa húngara Susan Polgar, expresó: “El esfuerzo y las circunstancias tienen más impacto en el éxito, que la inteligencia”. Pensar en forma positiva no sirve para nada si no se cuenta con preparación física, técnica, conocimiento de la estrategia, madurez agonal, con el trazo de un camino que desarrolle la habilidad y sirva de plataforma para ascender a otros niveles. El gusto por la competencia se ha perdido, se desea y se aspira a la victoria sin esfuerzo y sin lucha, como consecuencia de que algunos medios de comunicación proyectan, de manera rotundamente equivocada, un enfoque social, comercial, crematístico. De tal manera nos hemos extraviado, que no sabemos apreciar el valor de la cultura del esfuerzo, el valor del deporte o del competidor.

En el deporte no hay varitas mágicas ni Deus ex machina que conduzcan al éxito o la victoria. Los arquetipos en el deporte, en la música, en el arte, en la ciencia, son consecuencia del esfuerzo, de la tenacidad, de la voluntad de ser. El talento, por sí solo, es insuficiente, resulta estéril.

Traigo de nuevo a colación el tema. Han pasado 50 años de la más grande hazaña registrada en el atletismo mexicano, medio siglo sin ser superada por los más notables atletas mexicanos. Me refiero, específicamente, a los dos cuartos lugares de Juan Martínez en 5,000 y 10,000 metros planos, en el escenario de Ciudad Universitaria durante los Juegos Olímpicos de México 1968.

Los más notables atletas, como Rodolfo Gómez, que estuvo entre los mejores del mundo, el explusmarquista mundial Arturo Barrios, el subcampeón mundial de maratón, tres veces ganador del Flora London, Dionicio Cerón, o Germán Silva, vencedor de Nueva York, no pudieron igualar en la carrera atlética, que es la expresión más pura del atletismo. Ninguno de ellos pudo igualar la proeza de Juan Martínez.

Dos cuartos lugares que son mejores que algunas medallas de bronce. Recuerde el lector que en actividades de combate se otorgan dos bronces, es la regla.

Juan Martínez estuvo a la altura de Gammoudi, Kipchoge Keino, Naftali Temu en 5,000, y de Temu, Wolde y Gammoudi en 10,000. A la fecha, el excampesino de San Juan de las Manzanas no ha recibido el PND, por omisión, olvido, diferencias insalvables, antagónicas, biliosas, entre las instituciones lo dejan en el limbo.

Como expresión de incultura deportiva: al nadador Guillermo Echevarría, por su sexto lugar en 1,500 m libre, lo bañaron con mentadas de madre. A su regreso de Sidney 2000, la ciudad de Baltimore recibió a Michael Phelps, por un quinto lugar, con enorme festejo, orgullo y le entregó las llaves de la metrópoli, lo nombraron ciudadano de honor. A Juan Martínez, por sus dos cuartos lugares, se le premia con la amnesia del deporte de México.

Son las marcadas diferencias culturales, deportivas, cívicas, morales, con países que saben cuantificar el valor del esfuerzo del atleta.

 

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Source: Excelsior

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