Si bien las reuniones como la más reciente del G20, de poco sirven para llegar a acuerdos concretos y vinculantes para los países que integran el grupo organizador, o la organización multilateral convocante, hay otros aspectos que no podemos dejar de valorar positivamente.
Uno es, sin duda, la oportunidad de encontrarse —en una forma más personal y directa— con gobernantes de países afines, o de socios comerciales, y de otros con los cuales se colabora en materia de seguridad. Ésta es la parte más útil para los gobernantes de países como México, que forman parte de grupos como el G20.
Sin embargo, como dije, fuera de ese aspecto, es poco lo que en términos concretos pueden obtener, tanto los gobernantes y su comitiva de países como México y de aquellos que no son los que determinan ni toman las decisiones que rigen, se acepte o no, el destino del mundo.
Ahora bien, si vemos ésta y otras reuniones similares desde otra posición, deberemos entonces entender y aceptar que hay un aspecto el cual, de ir con la mente abierta y sin triunfalismo alguno, estoy convencido de que mucho sería lo que podríamos obtener en reuniones como la del G20 recién celebrada.
Ese aspecto de gran utilidad para nuestro país y para no pocos más, sería sin duda, no otra cosa que una muy buena dosis de realismo y responsabilidad en la gobernación. Desde la llegada misma se da uno cuenta de la conducta de los anfitriones; se siente la eficiencia, y el profesionalismo de los funcionarios es más que evidente.
Años de servicio público, y la convicción de la necesidad y utilidad de contar con profesionales entregados —con mística y honradez— a realizar sus labores al margen de qué partido esté al frente del gobierno, es algo que no muchos países como el nuestro tienen.
Al mismo tiempo, la reacción de la autoridad frente a marchas donde la violencia reina sin control alguno por parte de los que protestan, lleva a la autoridad a hacer valer la ley sin vacilación alguna.
El uso del monopolio legítimo de la violencia por parte de las fuerzas del orden en una democracia consolidada como la alemana, debería ser una lección de lo que debe ser la gobernación por parte de un gobierno que no duda, como dije, en hacer respetar la ley, y detener a los vándalos que por diversos medios destruyen propiedad pública y privada.
Ver la actuación de las fuerzas del orden, no sólo como sucedió en Hamburgo, sino también en otras ciudades de países cuyas credenciales democráticas no tienen mancha alguna, debería ser una lección de realismo para quienes asisten de México, en lo que se refiere a una gobernación responsable.
¿Acaso alguien de los participantes en la reciente reunión del G20 acusó al gobierno alemán de represor, o como dice alguien en estas tierras, reprimió porque el gobierno alemán es un gobierno débil? Por el contrario, la respuesta de la autoridad verdaderamente democrática —que cuenta con el apoyo de los ciudadanos frente a este tipo de actos de violencia absurda y sin sentido político alguno— es la que mostraron las imágenes de lo sucedido en Hamburgo.
¿A qué se debe que esas lecciones de realismo y responsabilidad en la gobernación, no las toman quienes asisten a esas reuniones? ¿Por qué aquí, lo que vemos son escenas de criminales atropellando a policías cuando se les marca el alto para una revisión? ¿Concibe usted a una Lady insultando a un policía en Hamburgo, París o Nueva York, como hacen aquí?
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Post y Contenido Original de : Excelsior
¿Algo útil para el país en el G20? Sí, una buena dosis de realismo
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