A comienzos de año, la cadena de noticias BBC realizó un reportaje donde se revelaba el alcance de la adicción a la codeína en el país africano de Nigeria. Gracias a esto, las autoridades decidieron prohibir la producción de un jarabe que contiene la adictiva sustancia. Un gran movimiento de parte de la BBC, pero lamentablemente la codeína no es la única sustancia opiácea que extiende su adicción por África occidental. Y es que el Tramadol, otro medicamento para prevenir el dolor físico, está aumentando su consumo y -aún más preocupante- la cantidad de adictos a él, afectando fuertemente a la gente de la zona.
Las pastillas son muy llamativas, de un color rojo resplandeciente. Mustafa Kolo es un nigeriano de 23 años y acepta que las toma, dice que anulan sus pensamientos negativos, que siente como si su cuerpo no fuera realmente suyo, como si pudiera empujar un árbol y arrastrarlo de raíz. “Cuando las tomo, me olvido de todo”, comenta.
Kolo y Modu Mohamed -un amigo de Mustafa-, trabajan en una unidad de vigilancia para proteger la ciudad nigeriana de nombre Maiduguri, de los ataques de Boko Haram, un grupo terrorista de filiación islámica, activo en Nigeria, Camerún, Chad, Níger y Malí. Son las 10 de la mañana, y ambos reclutas se ven ansiosos e incomodos.
El Tramadol en la sociedad nigeriana
El Tramadol es conocido por usarse para tratar dolores moderados o agudos. Al ser un opiáceo es adictivo, pero la pregunta es, ¿qué tan adictivo? Los doctores aún se encuentran debatiendo sobre esa respuesta. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Tramadol tiene “un bajo potencial de dependencia en relación con la morfina”, por dar un ejemplo, pero al parecer el constante aumento de adictos en África occidental no se ha tomado en cuenta.
Para poner un ejemplo, en Maiduguri hay miles de personas adictas al Tramadol. Desde vigilantes, afectados por las guerras e incluso el cuerpo militar. Ante la pregunta de cuántas pastillas ha tomado hoy Kolo, responde sin rodeos: “¿Hoy? Ninguna”. Mientras Kolo responde, Mohamed se ve distraído. Es obvio que mienten, el comandante y jefe de ellos llega, interviene y les dice que digan la verdad.
“Solía tomar tres o cuatro cuando empecé. Pero ahora lo reduje a una o media”, dice Kolo.
Marcos Ayuba es el director de la Agencia Nacional Antidrogas de Nigeria (o la NDLEA, por sus siglas en inglés) y tiene una opinión bastante clara sobre esto: “El problema es realmente enorme”. Ayuba también es director de un centro de tratamiento antidrogas en Maiduguri, la capital del estado de Borno y donde según su estimación, uno de cada tres jóvenes es adicto al Tramadol. Según él tiene que ver con la guerra: “La gente lo perdió todo”, dice.
La guerra tiene cara de opiáceo
“Hay jóvenes que eran básicamente agricultores, que perdieron sus cultivos, sus casas. Hay padres que vieron cómo asesinaban a sus hijos en su presencia”, agrega. Ante este tipo de cosas no es difícil darse cuenta del porqué del explosivo aumento de adictos en la zona, según Ayuba. En sus sesiones la gente puede llegar a decir “¿Qué otra cosa podemos hacer? Solo queremos irnos del mundo”.
El problema de la teoría es que mucha gente -como Kolo, por ejemplo- comenzó a tomar Tramadol entes de la insurrección de 2009. En el caso específico de Mustafa Kolo, él comenzó en 2007, según sus propias palabras se inició en las pastillas porque lo ayudaban a trabajar. Dice que alivian el dolor del trabajo físico y lo ayudan a mantenerse despierto. Lo que comenzó como una ayuda para su trabajo ahora no lo deja hacerlo, ya que su adicción se lo impide. Por eso es voluntario de la guardia civil.
“Realmente me ayuda a luchar contra Boko Haram“, dice, refiriéndose al Tramadol. “Incluso la forma en la que corro, la forma en la que camino, es diferente. Me da fuerza”.
Lamentablemente, lo que parece una herramienta para el combate en contra de Boko Haram se terminó convirtiendo en una de las armas de los enemigos. Gente que ha escapado de las manos de Haram dice que al momento de ir a pelear te obligan a tomar Tramadol, porque si no lo haces simplemente te matan.
En las líneas enemigas, el Tramadol se encuentra reservado solo para los líderes y para aquellos que iban al campo de batalla, pero probablemente todos son adictos. Ayuba cree firmemente que este tipo de cosas contribuyó a los niveles de brutalidad de este conflicto: “Nadie tiene el deseo natural de matar. Las drogas están ahí para darte el empujón”, dice.
Source: UPSOCL