Los videojuegos pueden generar una adicción similar a la de cualquier droga
No es un secreto, pero sí ocasionan creciente preocupación: los videojuegos son estimulantes cerebrales que, cuando no hay control sobre su uso, pueden generar una adicción similar a la de cualquier droga.
Y cuando los adictos son niños y adolescentes, el problema puede ser todavía mayor, de acuerdo con expertos.
El uso de videojuegos creció exponencialmente en los últimos años, como consecuencia de los avances tecnológicos, y en muchos casos va de la mano con la incorporación de más niños y jóvenes al manejo de las redes sociales.
No se les puede satanizar
“Los videojuegos no son malos, las redes sociales no son malas, no podemos satanizar a unos y otras en su totalidad”, explica Xóchilt Cristina Alcocer Mézquita, máster en Intervención en Violencia y Abuso Sexual Infantil.
Lo importante, subraya la especialista, es poner límites a los niños, fijarles horarios y hacerles notar los riesgos a que se exponen.
Si el problema se sale de control, por la ausencia de esos límites, entonces hay que tomar medidas para corregir la situación y, de ser necesario, buscar ayuda profesional.
Guardadas las proporciones, el proceso de “desintoxicación” es similar al que lleva un adicto a cualquier droga.
Dos horas cuando mucho para el juego
Lo que se debe hacer, recalca, es imponer dos horas cuando mucho para los juegos electrónicos y las redes sociales a los niños de 6 a 10 años.
Con varios diplomados en el tema y con especialidad en niños y adolescentes, la entrevistada indica que en 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la adicción a los videojuegos como una enfermedad.
Y en el caso de los adolescentes, agrega, la declaró como una enfermedad del desarrollo, porque el hecho de estar mucho tiempo frente a un ordenador electrónico, o frente a un videojuego, hace que los niños y jóvenes dejen de hacer tareas del desarrollo propias de su edad.
Semáforo de alerta
A una pregunta, detalla cuáles son las señales que deben advertir las familias en los niños que están en riesgo de caer en la adicción a los videojuegos:
–Una es la ansiedad, cualquier situación en la que el niño sienta que no puede estar cerca del videojuego sin experimentar esa sensación.
–Cambios radicales de conducta. El niño empieza a ser antisocial.
No quiere ir con los amigos, no quiere salir y no quiere comer con la familia, porque prefiere estar todo el tiempo sentado frente al ordenador.
–Insomnio. Muchos niños empiezan a experimentar incapacidad para dormir, porque los videojuegos tienen excesiva estimulación cognitiva.
Es decir, son demasiadas luces que generan un sobreestímulo y aleja el estado de sueño.
–Violencia. Los niños empiezan a portarse muy violentos o enojados cuando se les dice que ya no pueden jugar.
Incluso, pueden llegar a adoptar conductas agresivas con las personas que les impiden el contacto con el juego.
–También se puede presentar trastornos de la alimentación, pero uno de los más preocupantes es cuando el menor comienza a perder el contacto con la realidad.
Pasos que se deben dar
La experta dice que si los padres se dan cuenta de que el niño ya está pasando mucho tiempo ante un videojuego es importante dar los siguientes pasos:
–El primer paso es empezar a poner límites de tiempo.
Estamos hablando de dos horas diarias cuando mucho para que el niño pueda jugar. Después de ese tiempo el menor debe estar fuera de cualquier contacto electrónico.
En muchos casos me ha pasado que los papás dicen: “Bueno, que no juegue el Xbox (en esas dos horas)”, pero el niño se desconecta del Xbox las dos horas y se conecta al teléfono o a la tableta.
Entonces estamos hablando de que no estuvo conectado dos horas, sino cuatro.
Consejos para los padres
En cuanto a recomendaciones que pueda dirigir a los padres y madres de familia, la especialista dice lo siguiente:
–Vamos a dividir, para que quede mucho más claro. En niños recomiendo siempre vigilar el tipo de juegos, que sean adecuados para su edad.
También controlar el tiempo que están frente al ordenador o las redes. No hay que perder de vista que cada red social que el niño abre es una ventana a lo desconocido.
–En el caso de los adolescentes les podemos permitir más, les podemos dar un poco de más privacidad en las redes, sin dejar de vigilar.
También recomiendo algo muy sencillo: no dejar que duerman con el teléfono junto a ellos. Debemos pedirles que en la noche, a determinada hora, puedan entregárselo a mamá y papá.