Pánico y esa sensación de balde de agua fría que se siente cuando se ve la vida en peligro fue lo que vivieron cerca de 10 pasajeros en un transporte público el pasado 18 de diciembre en inmediaciones del Estado de México.
Entre los pasajeros, víctimas del atraco, se hallaban un par de niñitas que bien agarradas la una a la otra se quedaron muy quietecitas al ocurrir la horrorosa escena criminal.
El atraco comenzó cuando uno de los pasajeros pidió la bajada en el «Puente Rojo»; una vez terminada de decir la frase, cuatro maleantes -uno de ellos empistolado- comenzaron a saquear a los hombres y mujeres que viajaban en el transporte público que corría sobre la carretera México-Puebla en el kilómetro 25.
Eran pasadas las 3:30 de la tarde cuando el infierno a bordo de la unidad comenzó; sin embargo a los pocos segundos de iniciado el asalto, alguien gritó que ahí estaba la «maruca», fue entonces cuando los rateros retomaron sus asientos y hacían como que nada pasaba.
Uno de los pasajeros les decía -con tal de que se bajaran los maleante- que se echaran a correr y que nadie iba a decir nada.
«¡Nadie va a decir, ya los vieron!»
Pocos metros adelante, una unidad de seguridad, le marcaron el alto a la unidad siniestrada y ahí los cuatro rateros intentaron huir; sin embargo, abajo, ya los esperaba un policía.
Una voz, del exterior de la combi, preguntaba a los pasajeros: ¿Están bien todos?, en ese momento la mayoría descendió para comenzar una golpiza a los cínicos delincuentes y evitar que se les fueran a los polis.
En tanto, el par de niñas que venían sentadas al costado de la puerta del transporte solo se mantenían bien agarraditas y sin decir nada.
Mientras una mujer que se quedó en la combi, logro recuperar el aliento tras el inmenso susto y se pudo escuchar como le decía a su compañera de viaje la conmovedora frase: «Si así fuera siempre, qué bueno fuera, ¿a poco no?».