El abuso de las personas es inaudito, bien se dice que en los momentos de crisis es cuando aflora la miserabilidad del ser humano en toda su expresión, es incomprensible cómo es que una persona es capaz de lucrar con lo más valioso que tenemos, la vida.
El número de contagios se incrementó exponencialmente, y con ello las necesidades de atención médica en todas sus formas: medicamentos, insumos y tanques de oxígeno, por referir los más solicitados.
Estos últimos han sido requeridos en mayor cantidad, pues se trata de una alternativa para que los pacientes en casa reciban atención para evitar una hospitalización posterior; lo que ha propiciado que muchos abusivos, porque así lo sienten incrementen sus precios de manera grosera y desproporcionada. Una recarga que normalmente tendría un costo de 250 pesos, llega a cobrarse hasta en 8 mil pesos; un tanque que antes de la crisis costaba alrededor de mil ochocientos pesos, hoy se vende en catorce mil; incluso los concentradores de oxígeno cuyo costo era de once mil pesos, hoy se encuentra en precios cercanos a los cuarenta mil.
¿Y la autoridad?, ¿cómo se permite semejante abuso?, lo triste es que la gente, en la convicción de hacer hasta lo imposible por salvar a su familiar, acaba endrogándose con tal de tener el tan anhelado tanque.
Caminar por la calle con un tanque de oxígeno es un verdadero riesgo, se han presentado, por si lo anterior no bastase, casos de robos a plena luz del día de esos tanques; incluso algún operador de Uber aprovechó un descuido para darse a la fuga con el cilindro que un cliente llevaba en su poder. Es absolutamente incorrecto desearle el mal a las personas, pero ante estas posturas dan ganar de hacerlos pomada, por su nula sensibilidad e inexistente empatía. Tantita empatía, ¿no?, Tantita madre, ¿se podrá?
Si de por sí esto es criminal, intolerable y nefasto por definición, agregue usted a quienes cobran por oxígeno y acaban vendiendo helio; al menos una persona ya falleció por la puntada de vender un gas hechizo.
Y de la misma forma, aumentaron los precios de la vitamina c, de algunos retrovirales, del alcohol, de cubrebocas. ¿Qué nos está sucediendo?
En los hospitales privados, antes de cualquier cosa, deben mediar depósitos de por lo menos 300 mil pesos, sólo para tener derecho a hospedarse en determinado espacio; sin garantía de sanación y como derecho de piso. Entiendo que son negocios, pero ¿y el juramento Hipocrático?
Entristece darnos cuenta que todo, absolutamente todo está monetizado, en un país con tantas desigualdades es una verdadera falta de respeto; lo aterrante en todo esto es que, incluso con los cuidados más profusos, atendiendo las medidas precautorias y siguiendo las reglas establecidas, el virus se puede colar y poner en jaque la vida, la economía y la supervivencia de las familias.
De verdad, no hay que bajar la guardia.