Por Socorro Valdez Guerrero
Sentada en esa vieja llanta de trailer, después del ejercicio, llega a mis oídos un llanto desgarrador.
Me hace voltear…
¡Es el dolor que sale del alma!
Hay, ¡olor a muerte! Y sí, ahí está.
Me acompaña, junto con el sol que se asoma tímidamente tras los árboles.
Un leve aire despeina mi cabello y el tenue trinar de pájaros dan luz a un lugar de sombra.
De obscuridad para los que sufren.
Un crematorio y un panteón con sólo una barda que me separa de quienes yacen en su tumba.
El humo negro invade las nubes.
Sale por esa chimenea y a veces cubre algunos árboles y parte del amarillento “Cerro de la Estrella”.
Es señal, que un cuerpo desaparece.
Aquel montículo apenas se asoma y mudo observa el dolor.
Escucha también el llanto.
Carrozas y carrozas desfilan por esa calle solitaria, cuyo nombre, lo dice todo: ¡Avenida Panteón!..
Mi perro Hades, Dios del inframundo y los muertos, aunque también del equilibrio y altruista, observa transitar el
luto y la tristeza.
Nunca, un crematorio, tenía tanta demanda ni era tan fundamental su servicio.
Los mensajes partidistas de aquella barda contrastan con la ¡Muerte!
“El futuro sigue siendo tuyo con…”
Se lee con pesar y en mis adentros me pregunto, ¿cuál futuro?
De quién ese futuro, ¿de ellos?, que yacen en el panteón o sus cuerpos se calcinan en aquel crematorio que ni abasto se da.
¿Cuál cambio verdadero es posible..?
Si la muerte llegó de improviso, no les dio esa oportunidad.
Un virus los lleva sí, a un cambio, a calcinar su cuerpo, a sólo quedar en ¡Cenizas!
Dos perros callejeros -un bóxer y una criolla blanca- tirados sobre esa banqueta, me acompañan también.
Ellos, ensimismados en su romance, evaden aquella melancolía, ese duelo por la muerte.
Sí, la muerte derrota antes de ¡Ser posible! El “cambio para todos con…”
Les trunca la vida, antes que esa leyenda partidista con colores guinda ¡Súbete con! Sea una realidad.
Antes, ya no hay ¡Esperanza! Muchos, están muertos.
Súbitamente perdieron la batalla y un virus, les ganó.
Tantas mentiras, mensajes e instrucciones gubernamentales equivocados, los ¡Mató!
Y ahí, ellos, los que aún siguen, lloran, sufren que ya no están.
¡No tienen esperanza, aunque sí, vivos anhelan un cambio…es de ¡Gobierno!
Los fallecidos, no tuvieron futuro, no hubo cambio verdadero.
No tuvieron esperanza ni les dieron oportunidad de esperar al ¡Súbete! Con..
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