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sábado, septiembre 21, 2024

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Mujeres en el periodismo

La historia de los pueblos confirman que periódicos del día a día, o revistas que se publican semanalmente o mensualmente, expresan los hechos del presente que han de ser parte de la historia de una comunidad, pueblo o nación o del mundo, sobre todo cuando se habla de medios como The New York Time, Le Monde, Corriere de la Sera, El País, Washington Post, La República, y múltiples periódicos de Buenos Aires y Santiago de Chile, por no citar el tiraje voluminoso en países de gran cultura y amor por la lectura como Japón, Corea del Sur, Rusia donde el promedio de lectura es superior a la media del mundo occidental.

Se dice que por ello José Stalin no podía soportar la presencia viva de León Trotsky, pues éste al ser un escritor de gran calidad cultural y bastante difundido, no dejaba de verlo como un enemigo que debería de morir, cosa que logró al hacerlo asesinar en Coyoacán, México, en el año de 1940.

La presencia de las mujeres en el mundo de la prensa es otro hecho importante, pues han comprobado su entusiasmo, imaginación y capacidad para liderar todo proyecto que se refiera a un periódico o a una revista. Nellie Bly, seudónimo de Elizabeth Jane Cochran, se dice en su biografía Nellie Bly / La intrépida reportera que dio origen al periodismo de investigación publicado en 2019 por RBA, España; bajo el cuidado y texto de Ana llurba. Los datos corresponden a esta biografía. Nacida en Cochran’s Millis, Pensilvania, en los Estados Unidos en 1864, pertenece a esa generación que funda con su duro trabajo, el poderío de ese país que se vuelve potencia mundial en el siglo XX.

En célula, se puede notar cómo es que con terquedad, por encima de la infancia a que son destinados, para cuando llegue el futuro —es decir—, ser personajes grises, sin ilusión, que les hagan saber lo que es la felicidad al verse realizados. Como sucede con genios de la humanidad, —niños o niñas—, la muerte de su padre a los seis años de nacida, trae todo tipo de dramas y tragedias al hogar. Cambiándose de domicilio a la ciudad de Pittsburgh en el año de 1880, donde comienza a trabajar a los 16 años en el Pittsburgh Dispatch, sin saber que ese ha de ser su futuro: periodista que inaugura con su entusiasmo e imaginación la forma más seria y objetiva de saber sobre el tema que se investiga; viviendo dentro de lo que se estudia.

Por eso inaugura con su presencia física la investigación en campo. Si hay que hablar de una empresa o una fábrica, hay que acercarse lo más posible, vivir dentro de ella, y así poder escribir a sabiendas y no por cuentos, rumores o especulaciones. El periodismo ha tenido un largo camino desde que se creó la imprenta por la mano de Juan Gutenberg en Alemania, en el siglo XV; parece sin importancia, pero las hojas impresas al principio, y después las ediciones que como en The New York Time, permite estar domingo a domingo, revisando página por página, y en particular leyendo las columnas o ensayos que se publican, donde destacan pensadores de la mayor importancia en el mundo.

En el caso de Nellie Blay, destaca el hecho de que viene a vivir a México como corresponsal del Pittsburgh Dispatch. Después de esa experiencia retorna a los Estados Unidos, vive en Nueva York y comienza a trabajar en The World. Destaca el reportaje de investigación en el asilo de Blackwell’s. La otra experiencia lo es, el otro periódico, para el cual trabajó, el New York Evening Journal. Estos tres periódicos son el espejo de su vocación como periodista, sobre todo en el género del reportaje. Fue además empresaria, al morir su esposo Robert L. Seaman, quien le deja en herencia una empresa con el nombre de The Iron Clad. Donde patenta un barril de acero para transportar petróleo.

Es importante comprender los pasos de una vocación dedicada al periodismo. Primero el Pittsburg Dispatch, después The Worl, y luego en el New York Evening Journal donde es corresponsal de guerra en Europa; en el cual trabaja dos épocas —al final de su vida en 1920—, retornara a trabajar en el mismo, cuando deja de ser empresaria fracasada, por fraudes de sus colaboradores: donde debe pagar ante el fisco americano antes del año de 1910. Hay que notar su papel de escritora con tres libros: en el año de 1887, publica su primer libro titulado Diez días en un manicomio; en el año de 1888, su experiencia titulada seis meses en México; y para el año de1890, publica crónicas con el título: La vuelta al mundo en 72 días. Batiendo el récord de los 80 días, como lo señala Julio Verne en su libro, con ese título, después de haber hecho tal viaje deslumbrando al planeta.

Cito otra biografía importante en el mundo del periodismo, la que refiere el libro cuyo título es: Katharine Graham / La editora que impulsó el periodismo de investigación y enfrentó a la Casa Blanca, publicado en España por RBA en el año de 2019, con el texto de Martha Parreño. Esta colección de biografías sobre mujeres dan una dura lección a la cultura machista, que cree que la historia de lo humano sólo la hizo el hombre, y la mujer ha sido pareja de compañía a lo más, o sólo para dar vida y crear a sus hijos desde el hogar.

La colección Grandes Mujeres es una lección de humanismo, y de admirable presencia en el mundo de los últimos tres siglos. Se dice en la cuarta de forros sobre la estadounidense: Periodista vocacional hasta la médula. Katharine Graham se convirtió de la noche a la mañana en propietaria y editora del Washington Post tras la muerte de su padre y de su marido. Su valentía y profesionalidad la llevaron a desafiar al Gobierno de estados Unidos con la publicación de los papeles del pentágono y el caso Watergate, en una época en la que destacó por ser la única mujer en los círculos de los grandes medios de prensa. La publicación de sus memorias le valieron el premio Pulitzer.

La mujer presente en el siglo XX, por igual aparecen en México con tanta brillantez en la cual destacan en la columna, el reportaje o la entrevista: Elena Poniatowska, Cristina Pacheco, Margarita Michelena, Rosario Castellanos, y varias más.

En el caso de Katharine Graham se cuenta: Criada entre institutrices y sirvientes, grandes residencias e innumerables actividades deportivas e intelectuales, Katharine fue la cuarta de cinco hermanos y la única de todos ellos que estudió periodismo. Se formó en las universidades de Vasar y Chicago, y su elección fue puramente vocacional, y llenaron sus horas de soledad en los largos veranos en Mount Kisco, donde se quedaba junto a su hermana pequeña y los trabajadores de la granja mientras sus padres y hermanos viajaban por Europa.

El estudio de la vida de las mujeres sobre todo en los últimos tres siglos, en particular para el mundo de Europa y América nos da pruebas de lo que han pasado para hacerse presentes en el mundo de la cultura, es decir de la creación que aporta no sólo en el espacio de la biología, como madres, sus aportaciones más apreciadas cuando se les estudia. Martha Parreño cuenta: Kath se casó con el abogado Phil Graham en 1940 a las pocas semanas de su primera cita. Su padre, Eugene Meyer, que había adquirido The Washington Post cuando ella tenía dieciséis años, decidió dejarlo en manos de él. Veinte años se pasó Katharine apoyando a su esposo, que sufría de problemas de bipolaridad que le llevaron al suicidio. La mujer que hasta entonces había sido esposa de y madre de entró a formar parte de un mundo eminentemente masculino en el cual tuvo que aprender a desenvolverse con paciencia, profesionalidad, valentía y mucho trabajo.

Habían pasado el asesinato de John F. Kennedy, y estaba dentro de una década de grandes eventos mundiales; a esa época pertenece esta periodista que es ejemplo no sólo para Estados Unidos, sino para el mundo, pues las tareas que iba a enfrentar le dieron en esos años el gran nombre que le es reconocido a The Washington Post en este año 2020, falleció el 17 de julio de 2001.

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