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La Bruja Islandesa

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La Bruja Islandesa

Björk Gudmundsdóttir nace el 21 de noviembre de 1965 en Reykjavik, Islandia. Aunque el título de su álbum Debut, publicado en 1993, insinuaba tratarse de su primer trabajo en solitario, Björk comienza con el  canto siendo una niña. Cuando estaba en la escuela básica en Reykjavik, estudió piano clásico. Se cuenta que en una oportunidad sus maestros enviaron una cinta suya en la que cantaba el tema de Tina Charles I love to love a una emisora de radio islandesa llamada Radio One. Una vez que esta versión fue emitida, el sello discográfico Falkkin le ofreció un contrato.

 

Así es que mucho, pero mucho tiempo antes de su creación del noventa y tres, lanzó un disco homónimo que, a simple oído, puede resultar un poco divertido, pero una vez que se le da varias vueltas, resulta interesante que, con solo 11 años, ya estaba haciendo cosas bastante ambiciosas. Los más fans puede que ya tengan muy bien ubicado este disco publicado en 1977, pero, por si acaso no tenían ni la más remota idea de su existencia, este es el momento indicado para escucharlo. Sin duda se trata de una figura icónica y de vanguardia en la creación de música experimental y de carácter  alternativo. Es de llamar la atención que estas características también se replican en  sus videoclips y todo tipo de material alrededor de su música. Podemos ser testigos de que en cada nueva creación hay toda una parafernalia. También observamos importantes aportaciones musicales.

 

Hay que hace notar que ese primer álbum, que ella misma decidió no incluir en su discografía oficial, incluyó, entre otras, el clásico de The Beatles The fool on the hill. Hizo alarde del trabajo artístico de su madre y de las habilidades a la guitarra de su padrastro. Bjork se convirtió en un éxito dentro de Islandia, aunque no se publicó en ningún otro país. Sin embargo, los gustos musicales de la islandesa cambiaron con la revolución punk de finales de los años setenta. Prueba de ello es que en 1979 formó un grupo post-punk llamado Exodus y al año siguiente cantó en Jam 80. En 1981, con el bajista de Exodus, Jacob Magnusson, formaron Tappi Takarrass, y publicaron el EP Bittid fast I vitid, a finales de ese mismo año. Después llegó el álbum Miranda, en 1983 y  formar parte del grupo KUKL, junto a Einar Orn Benediktsson. Publicó dos álbumes, The eye (1984) y Holidays in Europe (1986). En el verano de 1986 la banda se transformó en Sugarcubes. Aquí apenas miramos una fracción de su incansable creación.

 

Ahora bien, desde su primer disco oficial como solista, genera tanta aversión como admiración incondicional, tal vez sea por tratarse de una monstruosidad que ha construido su guarida en la frontera de un bosque encantado y el país del pop más comercial, iluminado con luces fluorescentes. Así como Isobel, uno de los personajes de sus canciones, Björk ha logrado cambiar el paisaje pop al sustituir el gas neón por un ejército de luciérnagas, ha entremezclado la intuición musical más silvestre con una superficie pulida del sonido clásico, así como la textura blanda de las venas con el pulso inasible de los circuitos electrónicos de un aparato. Inclusive ella misma señala: al pop prefiero llamarle la música folk de nuestro tiempo, la música de la gente, hecha para todo el mundo. Entonces, si ponemos un poco de atención, Björk deja de ser ese personaje del avant garde neoyorquino de nuestros prejuicios y se revela como la punk que ha sido desde la adolescencia, la hija de una feminista y un electricista comprometido con la unión sindical.

Es polémica la afirmación, pero acertada, Vespertine es el disco más femenino de Björk. En  en  él, su voz renuncia a la potencia exhibida en obras anteriores y se transforma en murmullo, se proyecta hacia el interior de un cuerpo agitado por el deseo. El exceso de sensaciones y emociones contradictorias que desata el amor provoca un desbordamiento; lágrimas, temblores, gestos, palabras; hacen presente un cuerpo enajenado que se había ocultado en la sombra de una conciencia que lo consideraba un mero soporte físico. Más allá aún, en la segunda parte del disco, este cuerpo en todo momento femenino, pero en contraposición con el masculino del amante, socialmente como tal, a través de las instituciones del matrimonio y de la maternidad. Así es que Björk, hace suyos un gran número de motivos asociados en tradición con la mujer, rebasando, por mucho, las fronteras de lo artístico. Sin embargo, nos podríamos topar con una contradicción, quizás no evidente. Si observamos la novena canción, titulada Sun In My Mouth, expone, en términos simbólicos el desenlace de la historia narrada: la asunción de su feminidad por parte de la protagonista. En ella pone música a un poema de E. E. Cummings. Entonces, es del todo paradójico sentenciar que un discurso construido a partir de un cuerpo femenino dentro de los cánones de la heterosexualidad más ortodoxa tome prestado, en un momento tan crucial, otro discurso igualmente ortodoxo desde el punto de vista heterosexual, pero articulado en torno no tanto a un cuerpo; que siempre se ha considerado femenino, como a una identidad masculina.

 

Sin duda su entorno es apoteósicamente simbólico. El tatuaje en el antebrazo izquierdo de Björk, a la misma altura y en el mismo meridiano anatómico del corazón, es un vegvísir; del islandés vegur, senda, y visir, guía, un compás rúnico, un símbolo de ocho líneas cruzadas en forma de estrella y rematadas por picos multiformes. Desde un manuscrito de la fértil mitología nórdica se le atribuye el poder de garantizar una travesía segura aunque las peores tormentas ataquen sin aviso previo.

 

Desde muy pequeña, no es discutible que caminó con paso seguro. Estaba convencida de lo que hacía y administrando un magnetismo embriagador, se convirtió en vendedora de éxitos: más de veinte millones de copias de sus discos han sido despachadas en el mundo. Vale la pena señalar que el más popular, con casi cinco millones de ejemplares, es el lejano y primario Debut (1993), que presentó a Björk como reina de la electrónica inteligente y anunció la llegada, según nos dijo a gritos su voz, de robusta soprano, cubre un registro de tres octavas y con ritmo electro, de tiempos de gran sensualidad. Sin embargo los más recientes; Medúlla (2004), Volta (2007) y Biophilia (2011), eran fríos y espectrales, como si la maquinaria del compás rúnico estuviese mareada.

 

Por otra parte, Björk es consciente de la clave heroica de los poemas de Cummings, como demuestra el tono solemne de canciones como Foot Soldier o Mother Heroric. Hay que llamar la atención en que Cummings se identifica con el sujeto masculino, pero Björk quiere dar voz a la femenina, la que en los textos del poeta norteamericano se presenta solamente como materia pasiva y muda. Por ello, si bien en Sonnets/Unrealities XI le basta convertir un his en un her para intercambiar el género de los personajes involucrados, en Foot Soldier y Mother Heroric se identifica con la madre del héroe, en Generous Palmstroke lo hace con la esposa y en It’s in Our Hands, con la hija. Mother Heroic es la canción que mejor muestra la aproximación de Björk a esta  cuestión, esto es ya que el papel que se otorga a la madre del héroe no excede el de la inactividad femenina de I will wade out, pero  la madre se presenta como partícipe de las gestas de aquél: Oh thou that bowest thy ecstatic face / thy perfect sorrows are the world’s to keep / Wherefore onto thy knee / come weep / with a prayer […] /Beholding in thy eye / immortal tears.

 

Minimalista Björk, es la voz sonora perfecta para trabajar y dar un toque ambient a la atmósfera laboral. Voz Sonora para el del tao, zen espiritual, reiki que antes se llamaba música new age hasta que la moda abandonó y Enya dejó de musicalizar habitaciones con inciensos celtas. Al final todo queda en una estética sin religión que compra y vende bonos de paz interior, pero Björk no viene de allí, ni tiene nada que ver, no vende humos de tribu, gnomos y hadas, sólo viene del frío, vino del frío; su banda original tenía el nombre de los cubitos de hielo, pero no es nada fría. Después de siete discos de nombres breves donde todo es implícito, llega un octavo disco con  nombre críptico, Vulnicura. Monótona como la emoción que no quiere emocionar habla de rupturas y vacíos. Sería, también la voz sonora perfecta, propicia para abismos personales insalvables. Vulnicura y Björk encajan igualmente en festivales de música del mundo como de música indie para dejar helados a todos los presentes en ascensores, sesiones de yoga y meditación sin mal ni diagnóstico. Donde no llega el vademecum ella llega de hielo, de mujer rota. Un álbum sobre el corazón completamente roto, dice. El canto que fue de traje de cisne orquestado electrónicamente sin ritmo para la sanación. El disco, si se escucha con vivencia, causa verdaderamente un infierno musical.