Por Socorro Valdez Guerrero
Puedo hablar de la mujer como todos. No lo quiero hacer.
Hablar de nosotras como si fuéramos totalmente buenas y también somos de actuar mal, hasta contra nuestro género.
No veamos sesgada nuestra calidad de mujer.
Es una introspección en voz alta con ¡Frialdad! Juzgar, sin victimizar ni vernos superior o inferior a nadie.
Hacer realidad la igualdad y equidad.
Comprender el actuar de otras, y el propio.
Evitar errores, aunque volvemos a caer en ellos.
Mirar al interior como protagonistas, también de lo malo.
Hoy más que nunca necesitamos reflexionar, sin victimizar.
Sin escupir al cielo para acusar sólo al hombre como vil y detestable.
Muchas los superan con sus actos aberrantes.
Las evidencias lo reflejan.
Somos temerosas e inseguras, y también irracionales.
Cambiantes y hasta malas madres, esposas, hijas, hermanas o amigas.
Te pasa a ti. Nos pasa a todas.
También he tenido miedo. He perdido por inseguridad y alguna vez fui deshonesta y traicioné.
He odiado, asestado golpes, detesto el abuso y he sido prepotente.
He tenido acciones buenas y malas, porque nadie nos enseña ser mujer.
Tampoco a conducirnos como mujer.
No sólo es beneficiarnos de los derechos, sino cumplir con la ley y las obligaciones.
Incluso, a veces somos las mujeres, que impedimos se cumpla la ley.
Mujeres que usan la bandera de la equidad y la igualdad.
Y somos inequitativas y desiguales.
No hay manuales, ¡hay leyes! Y muchas, al calor del desgarre de vestiduras.
Otras, producto del odio y de las aberraciones que se cometen.
Y ninguna, nos ¡Ubica!
Por eso quiero reflexionar y pedir modificar nuestro actuar.
Impulsar la unión como mujer.
Yo soy como tú, y he vivido de todo.
Me he deprimido, he llorado, he sufrido violencia, he padecido por el luto y también he disfrutado.
Por eso quiero simplemente reconocer los males como mujer.
Como la mujer con nuestras propia realidad.
Más allá de leyes y normas sociales.
Mujeres que las explotan, las violentan otras mujeres y callan por necesidad.
Mujeres golpeadas y aún con la ley, no salen de la vida de violencia.
Mujer que es amante y lastima a otra.
La olvidada por los hijos, la incomprendida por la familia o por la sociedad.
Las que abusan, asesinan, las corruptas, las que golpean y hostigan al igual que un hombre.
A ellas, que acosan, que estafan, a todas les quiero decir, qué nos lastima y cómo modificar nuestra conducta.
Nadie nos protege de nosotras mismas.
De mujeres, con odios, amarguras, frustraciones y resentimientos, que atacan a otra mujer.
Mujeres reales que abusan de otras y no son tan diferente a ellos.
Esas con una función pública, que comercializan sus servicios, incluso la necesidad de otras mujeres para utilizarlas.
¿Por qué no vemos, no reconocemos?
Se evade, se cierra los ojos y negamos que la protagonista del mal actuar, ¡también viste de mujer!
Sí, hay mujeres de funestas historias, no tan buenas, no tan víctimas.
Y claro, no quise, no quiero hablar de lo maravilloso que es ser mujer, sino de lo lamentable de nuestro actuar, aunque a muchas no les guste, y nos duela la verdad.
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