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Guerras de la prensa

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Guerras de la prensa

Lo más difícil para periódicos y revistas es enfrentar al poder político. Esto y en el siglo XXI a la delincuencia organizada, se convierte en pesadilla que se paga con la muerte. En aquella década de los sesenta tenemos el ejemplo de Katharina Graham. Cuyo apellido es el de casada. Muestra permanente en la vida humana de la nobleza femenina, al reconocer a su esposo poniéndose su apellido y dejando el del padre o la madre. Así pasa con la sufragista Emmelie Pankhurst Gaulden quien en el siglo XIX, muestra su capacidad combativa en la lucha por alcanzar el voto universal para las mujeres: que logra al llegar el siglo XX.

En este caso, Katharina es prueba de gran inteligencia y don de mando que le permite librar batalla contra el establishment: mismos que se expresa en su rabiosa vocación militar y destructora a través del temido Pentágono en los Estados Unidos. El suceso es notable y comprueba que era una mujer valiente y audaz. Cuenta Marta Parreño: Se presentaron al poco tiempo los mayores desafíos a los que nunca se había enfrentado el periódico. Primero fueron los Papeles del Pentágono, un monumental documento sobre la guerra de Vietnam en el que se demostraba que sucesivos gobiernos estadounidenses habían mentido sobre la implicación del país en el conflicto. Sabemos de esas monumentales mentiras, pues las vivimos en el año 2001, cuando George W. Bush mintió acusando a Irak de tener armas atómicas, dispuestas para atacar a Israel y al Medio Oriente.

Lo sucedido en Vietnam es exactamente igual, pues todas las acciones militares en el sureste de Asia, provenían del terror planteado por la guerra de las dos Coreas, y en este caso Camboya y los dos Vietnam, sur y norte, que sufrieron de la presencia estadounidense. Implicar a los jóvenes soldados de Estados Unidos, es otra prueba de que a los políticos les merece poco la vida de sus mejores jóvenes, con tal de utilizar las armas de la empresa militar, para que haya negocio y grandes ganancias para su industria del crimen.

Cuenta, Marta Parreño: A pesar de las presiones del Gobierno y las recomendaciones de sus abogados, Kay respaldó su publicación, enfrentándose al poder en aras de la búsqueda de la verdad y la libertad de expresión, lo que le valió numerosos conflictos y problemas económicos. Pero dicho episodio fue sólo la preparación de lo que estaba por llegar: tan solo un año más tarde, su periódico destapó el Caso Watergate de la mano de los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein, que contaron en todo momento con su confianza y su apoyo. Hay que estar en la responsabilidad de ese momento para comprender la valentía de Katharine, quien dio lecciones al mundo y, no sólo en Estados Unidos, pues de esta manera, por un lado, destapaba los oscuros intereses de la industria militar y el mal que hace desde siempre en contra de los países del planeta. Y por otra, da lección de ciudadanía que está en el mundo políticamente: como lo expresa la filósofa Hannah Arendt —es decir—, Katharine Graham da una lección alta de civilidad, de defensa de sus reporteros en las investigaciones que sacan lo peor del sistema político y económico de Norteamérica. Duros tiempos, pero lección de honestidad y de vocación por una profesión, que tiene entre sus principales tareas la defensa de la libertad de expresión e investigación, sobre las cosas del poder político y económico.

Dice Marta Parreño: Durante más de dos años, ella y la empresa volvieron a enfrentarse a las intensas amenazas y presiones de la Casa Blanca, pero Katharine resistió y, finalmente, la investigación acabó forzando la dimisión de Nixon en agosto de 1974, año en el que fue nombrada como la mujer más poderosa del país por la revista Ms. Magazine. Son los años sesenta, donde todo podía pasar en cualquier parte del mundo, donde el asesinato de los hermanos Kennedy, Martin Luther King o Malcom X, trazó una herida en Estados Unidos el país de la esperanza y del sueño americano. Los problemas no pararon: Ya en 1975, The Washington Post se enfrentó a una gran huelga sindical que duró ciento cuarenta días, en los cuales su periódico tan sólo dejó de publicarse en una ocasión; ese mismo año, el medio recibió el premio Pulitzer al servicio público por el caso Watergate. Nacida en junio de 1917, los sesenta y setenta son años de ajetreo para ella. Cuando tiene ante sí el mundo de los hombres, que no están nada contentos de saber que una mujer dirige el periódico que ha alcanzado respeto y fama internacional.

Cuenta su biógrafa: En muy poco tiempo, Katharine Graham había tenido que enfrentarse a duras batallas y, contra todo pronóstico había vencido todas […] Pasados los años más duros y, tras una década en calma, Kay Graham traspasó la edición del Post a su hijo Don en 1993, manteniéndose en la presidencia y al corriente de todo hasta el final de sus días. Mujer convencida de su tarea. Aprende de su padre y de su esposo. Autodidacta en el rigor de la palabra, la inteligencia de Katharine es ejemplar y se vuelve un referente como mujer y como periodista. Me recuerda las experiencias de Nellie Bly desde el trabajo de la reportera, cito de nueva cuenta el libro: Nellie Bly / La intrépida reportera que dio origen al periodismo de investigación, edición del año de 2019, por la RBA en España. Leo el texto escrito por su biógrafa Ana Llurba: Ella conocía de primera mano la angustia y la incertidumbre que la falta de recursos generaba en los corazones de la clase obrera; era consciente, además, del desamparo legal que aquejaba a las mujeres que sufrían la violencia de sus maridos. Deseaba volcar de una vez todas estas injusticias sobre el papel. / Convencida de la importancia de su trabajo, Nellie se alejó de la redacción y regresó por unos días a las insalubres calles de Pittsburgh: recorrió las entradas de las fábricas, accedió a lugares sucios y contaminados y se acercó a las trabajadoras para conocer sus paupérrimas condiciones de vida. Su serie de reportajes retrataba la existencia de las mujeres trabajadoras, su día a día tras finalizar la jornada laboral. Las entrevistadas no tardaron en abrirse a una mujer joven que parecía comprender su situación de primera mano.

La regla de la sabiduría. Acércate lo más posible al motivo que deseas estudiar. Sé solidario con lo que ves y escuchas. Sé parte de su mundo y de su cotidiano vivir. De esta manera la mujer que nació en el siglo XIX daba una lección a los estudiosos y periodistas de aquellos tiempos. Pues no acaso, se dice, que hasta para los teóricos del marxismo, de la clase obrera a la que le dicen por dónde caminar o cómo hacer las cosas, viene a resultar que jamás han entrado a una fábrica ni conocen en realidad su existencia y sus pesares. Lo que el hombre y la mujer aprenden en los siglos XIX y principios del XX son sintomáticos: por eso es que el escritor inglés es inmortal, pues para hacer sus obras vivió la realidad de la Inglaterra imperial y que a toda velocidad estaba realizando la carrera industrial, con el dominio de la clase burguesa sobre la vieja y anquilosada aristocracia.

Nellie nacida en 1864 en Cochran’s Mills, Pensilvania, tenía la escuela del viejo Londres, sin haber nacido en esa ciudad, ni mucho menos en Liverpool que por aquellos tiempos se consideraba una de las ciudades más feas de Europa. Las ganancias del capitalismo tan voraz, no daba para que la clase obrera en ese puerto tuviera mejores prestaciones y condiciones de vida. Ello se había traspasado al nuevo Estados Unidos, por lo cual no era extraño que la clase obrera —y en particular la mujer—, tuvieran condiciones de vida desastrosas. Dos mujeres audaces, capaces, que pusieron al servicio de la prensa sus mejores cualidades y ofrendaron su tiempo y fortuna, para lograr crear, en el caso de The Washington Post o en The World, dejando su huella para generaciones que venían. Hoy la prensa manejada por la mujer es un hecho normal en todo el mundo. No lo ha alcanzado de manera fácil, pero sí, siendo prueba, de que para la mujer nada de la cultura humana le es ajena.