La más reciente campaña de American Eagle, protagonizada por la actriz Sydney Sweeney, desató una ola de reacciones en redes sociales y medios internacionales por el aparente doble sentido de su eslogan: “Sydney Sweeney Has Great Jeans”. Lo que parecía un juego de palabras inocente entre jeans (mezclilla) y genes (herencia genética), pronto se convirtió en el centro de una controversia global que involucra temas de belleza, política y estrategias publicitarias provocadoras.
En el comercial podemos ver a la actriz de Euphoria hablando de sus «jeans azules», frase que muchos interpretaron como una referencia indirecta a la genética y los estándares eurocéntricos de belleza. La crítica no tardó en llegar: para algunos, el mensaje coquetea con nociones de exclusividad racial o eugenesia, aunque sin afirmaciones explícitas.
Celebridades como Lizzo no tardaron en responder. La cantante parodió la campaña con mensajes que apelan a la diversidad corporal, mientras que influencers y educadores compartieron sus propias experiencias sobre cómo estos mensajes afectan a personas racializadas o con cuerpos no normativos. El anuncio fue calificado por algunos como “excluyente” y desconectado del contexto cultural actual.
En respuesta a las críticas, la empresa emitió un comunicado en el que aseguró que la intención nunca fue política ni racial, y que el mensaje debía leerse literalmente: “Her jeans. Her story. Great jeans look good on everyone”. Sin embargo, reconocieron que el tono de la campaña buscaba generar conversación, aunque no al nivel de polarización que alcanzó.
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El escándalo tomó un giro más complejo cuando se reveló que Sweeney está registrada como republicana en Florida. Esto atrajo el respaldo de figuras como Donald Trump, quien calificó la campaña como “fantástica”. Sectores de la derecha estadounidense la celebraron como un ejemplo de “belleza tradicional” y autenticidad frente a lo que llaman corrección política excesiva.
Contra todo pronóstico, la controversia benefició a la marca en el corto plazo. Las acciones de American Eagle repuntaron entre un 20 % y un 23 % en Wall Street tras la viralización del anuncio, convirtiéndose en uno de sus mejores rendimientos bursátiles recientes.
Varios analistas coinciden en que, aunque la empresa no buscaba dividir al público, sí apostó por una campaña que generara conversación. El caso recuerda a otras polémicas como la de Kendall Jenner con Pepsi o los anuncios de Bud Light, donde el límite entre publicidad provocadora y responsabilidad social se vuelve difuso.
Medios como The Guardian defienden que Sydney Sweeney se ha consolidado como una figura mediática en la era de las campañas virales, donde la mezcla entre celebridad, controversia y mercadotecnia se convierte en parte de la estrategia. La pregunta que queda es si este tipo de publicidad construye o desgasta la imagen de marca a largo plazo.
¿Un simple juego de palabras o una campaña cargada de simbolismo? El anuncio de American Eagle con Sydney Sweeney nos recuerda que, en la era digital cada palabra —y cada “jean”— puede detonar un debate global.
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