Ya nadie lo hace

Hace algunos años vi una película futurista bajo el título de El demoledor, en la que Sandra Bullock invitaba a Sylvester Stallone a tener relaciones sexuales, y cuando éste aceptaba, ella le pedía que utilizara un casco de realidad virtual. En 1993, cuando la vi, me pareció una locura, una exageración y un sinsentido, pero en este 2016 algunos artistas van corriendo hacia allá o, por lo menos, es lo que dicen.

El caso más sonado en México es el de Eduardo Verástegui, un galán quien fue modelo, intento de cantante, novio de medio país y un buen día, dijo, recibió a Dios en su corazón y a partir de ese momento tomó la decisión de no volver a tener sexo hasta que se case. Cuando alguien le pregunta, Lalo lanza un largo y robusto argumento de por qué no tiene sexo con alguna mujer. Entre las cosas que dice es que está esperando a que llegue esa persona especial y que todo es cuestión mental y no sé cuántas cosas más.

El otro que dice lo mismo, pero bajo la religión cristiana, es Kalimba, joven cantante que cuando lo encarcelaron por aquella acusación sin ninguna base real  —¿lo recuerdan?— entró con todo y su Biblia al bote, sin embargo, el caso es que ahora Kalimba declara que siguiendo los preceptos de La Palabra de Dios no tendrá relaciones íntimas-sexuales con su novia, Viviana Serna, hasta que se casen. Dicen que no son religiosos, simple y sencillamente cristianos.

Uno más que acaba de declarar que lleva tres años sin tener intimidad con mujer alguna es Alfredo Adame. No entendí esa declaración de Adame, porque una cosa es que estés viviendo un proceso de separación o divorcio y otra es que estés cerrado a esas importantes actividades de cualquier ser vivo. Más adelante declaró que era una broma. Que no le creyéramos.

También escuché que Lorena Herrera y su marido tenían intimidad, pero sin eyaculación. ¿Entonces cómo para qué tener intimidad?

Es de mucho respeto el que quieran practicar el sexo y hacer lo que quieran, lo que me extraña, y mucho, es que todo esto se diga abiertamente en redes sociales y en los medios de comunicación, dejando al aire toda la vida íntima de un personaje, su pareja y, en ocasiones,  de toda su familia. Soy partidario de hacerlo a la antigua, es decir, entre dos personas y cada vez que a ambos se les dé la gana, porque ahora resulta que ha de ser muy nice el decir que ya no lo hacen.