Con un abordaje humanista referido a la trama y los tecnicismos de las zapatillas, el libro Los hombres que hicieron la historia de las marcas deportivas de Eugenio Palopoli, editado por Blatt&R;íos en 2014 y reeditado en 2018, zambulle al lector en la vida, las creaciones y el thriller de los hermanos Dassler.
Los creadores de Adidas y de Puma, los alemanes Adi y Rudolf Dassler cimentaron sus imperios del estilo deportivo en base a una enemistad y un complejo fraternal que nunca cesó. Para llegar a tal afirmación y en la introducción se entrelazan cuatro historias fechadas en 1945 vinculadas a la creación de las firmas de zapatillas más taquilleras y veneradas por la cultura pop.
Por un lado, en mayo de 1945 irrumpe Rudolf Dassler en el instante en que logró burlar una fallida ejecución y las normas de la Gestapo. Luego de un año de ausencia regresó a la casa familiar contigua a una fábrica de calzado. Por otro, en agosto de 1945 y en Japón, Kihachiro Onitsuka, un instructor del ejército japonés volvió de la guerra. Por entonces ignoraba su faceta de futuro fundador de una línea de zapatos deportivos que se denominó Tigre y cimentó las bases para la estética norteamericana y que serían las zapatillas más populares de Japón.
Entre uno y otro personaje, en octubre de 1945 y Estados Unidos irrumpió Bill Bowerman, quien ofició de entrenador del equipo de atletismo de Oregón. Preocupado porque las zapatillas que existían en el mercado no estaban a tono con las exigencias de rendimiento que dictaminaba ante sus discípulos, intentó fabricar sus propios diseños que cimentaron el estilo Nike.
Finalmente, durante julio de 1946 irrumpe en la trama, Adolf Dassler, el menor de los hermanos cuando fue acusado contribuir a las actividades del nazismo y como consecuencia de ello, de haberse beneficiado económicamente. Valiéndose de sus amistades y de sus buenos modos, logró ser calificado “Zapatero intachable” y que se lo considerase un simple afiliado para retomar sus labores en el desarrollo de calzado deportivo.
Corresponde destacar que la iniciación en el calzado de Adolf aconteció en un gesto muy similar al practicado por el eximio zapatero italiano Salvatore Ferragamo. Mientras que Ferragamo cimentó la zapatería moderna con rescates de cáscaras de árboles, papeles reciclados y red de pescadores, el zapatillero alemán se remitió al uso y abuso de descartes de la Primera Guerra valiéndose de un extraño método de corte y confección: utilizó una máquina de coser accionada con los pedales de una bicicleta y la complicidad de varios amigos ciclistas.
Buena parte de la historia de los Dassler y sus marcas, se sitúa en Herzogenaurach, un pueblo al sur de Alemania con escasos habitantes que desde 1948 se dividieron entre fieles seguidores de Adidas o de Puma y sus enfrentamientos fueron el hilo conductor en la historia.
Según Eugenio Palopoli, periodista especializado en la industria deportiva: “Ser de Puma o de Adidas suele resultar determinante para los habitantes del pueblo si bien ambas firmas dejaron de pertenecer a las familias fundacionales. De eso depende, dicen los más exagerados, no sólo la marca de ropa y calzado que deberán llevar, sino también en qué almacén harán las compras, a qué club irán a hacer deportes, a qué bar irán a tomar algo y hasta el lugar al que vayan a bailar.”
Adi y Rudolf fueron los hijos de un tejedor en hilanderías llamado Cristoph, cuyo oficio quedó obsoleto como consecuencia de la Revolución Industrial. Debió volver a su pueblo natal y alistarse como costurero en una fábrica de calzado. En 1924, liderados por el padre, fundaron la fábrica de “Zapatos Deportivos Hermanos Dassler”, y en 1925 lograron producir cincuenta pares por día.
Ya en la ruta de la prosperidad construyeron una vivienda familiar cercana a la fábrica y cuyo segundo piso estuvo destinado a los padres, el primero fue habitado por Rudolf y Friedl, su sumisa mujer y la planta baja fue el hogar de Adi y de Katarina Martz , la mujer que había conocido mientras perfeccionaba sus estudios de zapatería y que cuestionaba el autoritarismo predicado en la familia.
Lejos de seguir los mandatos patriarcales, ella se involucró en la fábrica, tomó decisiones de toda índole y llegó a referirse a su cuñado Rudolf como “ese viejo Puma”.
La formalización de la separación de la fábrica Dassler aconteció en junio de 1948; para ello durante 1947 debieron trazar un minucioso inventario de la fábrica familiar y separar la vivienda multipropósito. La mayoría de los operarios se quedó trabajando junto a Adi en su nuevo proyecto al que llamó Adidas, mientras que los vendedores y administrativos se alistaron con Rudolf en el desarrollo del calzado denominado Puma, tal como era su apodo desde la adolescencia. Con el transcurso de los años los descendientes de Rudolf, avergonzados de su linaje llegaron a hablar de un romance prohibido entre Rudolf y la rebelde mujer de su hermano como disparador de semejante grieta familiar. Las teorías cercanas al culebrón fueron aportadas por el libro The Puma Story que ofició de bibliografía consultada.
El libro documenta además la rivalidad entre los primos. Horst Dassler, el ambicioso hijo de Adi, que tuvo la habilidad de popularizar el calzado Adidas con tres tiras verdes en los juegos olímpicos celebrados en Melbourne, Australia. No vaciló en recurrir a sus contactos en la aduana para destrabar el ingreso de sus diseños y dificultar el ingreso de los diseños de su tío.
Además cuando se mudó a Francia con una parte de la compañía predicó un raro método para socializar con sus clientes y extender el uso del tiempo. “Los reunía en tres o cuatro grupos en salones separados. Compartía entonces un brindis con el primer grupo, luego se disculpaba y se presentaba ante el segundo para el primer plato. Con la excusa de un llamado telefónico urgente, dejaba el salón para aparecer ante una tercera comitiva para degustaba el plato principal, al final de la velada todos los invitados se iban a dormir convencidos de que habían cenado con Horst Dassler”.
La intrincada trama de negocios, desarrollos y artilugios de marketing disparó que la competencia entre las filiales de Adidas no se demorase en desatar, ni que surgieran segundas marcas y desarrollos a escondidas de los demás integrantes de la familia. Armin Dassler, uno de los hijos de Rudolf, intentó escapar de la tiranía y los malos tratos de su padre y se marchó a Austria con un proyecto paralelo a Puma. El seguimiento casi microscópico de cada nueva alianza que propone el autor sigue a rajatabla el esquema mencionado inicialmente y los casos de diseño de zapatillas surgidos en Japón y en Estados Unidos.
Cuando Kihachiro Onitsuka se propuso desarrollar calzado para básquetbol desconocía la historia de la familiar Dassler. Quiso aprender cómo hacer sus propios modelos a prueba de ensayo, error y diseños horrorosos que logró perfeccionar. Finalmente en 1949, comenzaron a comercializarse las zapatillas japonesas llamadas Tiger.
Otras historias de los calzados
Derivadas de las sandalias de cricket, detrás de su apariencia casual las zapatillas cobijan una trama sofisticada. Una breve historia de no puede omitir que las pioneras del rubro “zapatilla de lona popular” llamadas ked fueron producidas en 1917 por la firma Rubber, tampoco el protagonismo en el atletismo de las All Star de Converse. El modelo original data de 1919 y ostentó una media caña similar a una bota de color café con leche y una suela al tono, y se llamó Chucks– como Chuck Taylor, el jugador de los Buffalo. Las puso de moda el artista pop Claes Oldenburg, quien las inmortalizó en su esculturas White Gym Shoes y Giant Gym Shoes, de 1962 y 1963, respectivamente.
Mick Jagger las hizo aún más masivas cuando en 1971 y en su boda con Bianca las combinó con un traje gris. Pero el músico Buddy Holly se le había adelantado: en 1950 acostumbró usar zapatillas junto a los trajes de corte clásico y sus gafas de nerd para cantar Peggy Sue. Los fans no tardaron en imitarlo.
En 1986 el hit My adidas de RUN DMC celebró su popularidad entre la cultura hip hop, mientras que a comienzos de 2000 el diseñador Yohji Yamoto ideó modelos con estampas de kimono que celebraron nuevos modos del estilo deportivo. La trama de Nike remite a inventos vinculados con la gastronomía y un desayuno de 1971 en que el entrenador Bill Bowerman se detuvo a observar con atención la textura de sus waffles y decidió aplicar ese modelo a las suelas de los atletas.
Luego del experimento doméstico, contrató a un ingeniero de la Nasa para oficializar las Nike Air, versión primitiva de las altas llantas parodiadas desde Peter Capussotto y sus videos. El listado de fetiches argentinos se inicia con Las champion, modelos populares s de los años cincuenta y las Llavetex, (calzado de factura entrerriana que respondía al slogan “las que usan Juan, Pedro y Andrés) para continuar en 1972 con Flecha Medio Básquet y la Flecha de Oro, desarrolladas por los saberes de un modelista italiano. En los días de tenista amateur los pies de Guillermo Vilas dispararon una trama de pruebas, errores y remiendos para el desarrollo de las Pampero Tenis.
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Source: Infobae