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viernes, septiembre 20, 2024

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Trabajar juntos en la viña del Reino: Un llamado a la reconstrucción y la esperanza en tiempos difíciles

El asunto de la viña y los trabajadores de la viña se repite constantemente en la liturgia.

El hijo que originalmente se negó a obedecer, finalmente se arrepintió y fue. Sin embargo, los recaudadores de impuestos y las prostitutas se les han adelantado en el Reino de Dios.

En el evangelio de Mateo, se relata una

La liturgia menciona constantemente el tema de la viña y los viñadores.

Puede parecer que están compitiendo, que van en la misma dirección pero se contradicen… pero en realidad no es así. En realidad, se necesitan mutuamente, se necesitan con urgencia y pueden trabajar juntos en cualquier situación. Es importante recordar que estamos en tiempos del Sínodo de la sinodalidad.

“El desafío y la misión para todos es ir a trabajar hoy en la industria vitivinícola. En el presente de México, el campo de viñedos está dañado, y además enfrenta la sequía y otros desafíos. El sufrimiento causado por la violencia, la inseguridad persistente y las inciertas promesas políticas antes de las elecciones son difíciles de comprender y aceptar. Todo lo que estamos experimentando nos hace reflexionar sobre la vulnerabilidad del ser humano, la falta de consistencia en sus agendas y la participación ciudadana necesaria para revertir tantos problemas”.

Al mismo tiempo, empezamos a mirar hacia un horizonte que es posible y alcanzable. Salir, levantarnos, reconstruir, seguir adelante, comenzar de nuevo… son acciones que indican la necesidad de intentar caminar nuevamente. Nos anima el hecho de que cuando vemos a otros en el horizonte, se despiertan y se activan las innumerables posibilidades de tener fe en Dios, la solidaridad y la fraternidad. Estas son nuestras mayores fortalezas para enfrentar cualquier situación que pueda surgir.

Cuando se menciona la viña, el viñador y los viñadores en la Escritura, se está hablando de la relación de Dios con su pueblo y de la responsabilidad que tenemos como invitados a trabajar en la viña. En el pasado domingo, se nos recordó que Dios nos toma de la mano y nos envía a trabajar como sus hijos y hermanos. Nuestra presencia fraterna y la presencia de Dios nos dan fuerzas y nos convierten en portadores de esperanza.

Al igual que en la parábola que escuchamos este domingo, no es suficiente tener buena intención o decir palabras amables sin comprometerse realmente. Dios desea que nuestro “sí” sea una promesa cumplida, al igual que cuando pronunció palabras en el día de la creación y creó una nueva realidad. La bondad que Dios espera de nosotros es aquella que surge del compromiso y del corazón.

El cristiano considera que decir ‘sí’ y actuar de acuerdo con ese ‘sí’ es la forma de reconstruirse a corto, mediano y largo plazo. Aquellos que inicialmente han dicho ‘no’ tienen la oportunidad de convertirse. No hay negativa que no pueda convertirse en afirmación; no hay pecado que no pueda ser perdonado y que indique el comienzo de una nueva vida.

Hoy, debemos ir a trabajar en la viña y esperamos ser considerados como aquellos que cumplieron la voluntad del Padre al trabajar por el Reino en las circunstancias actuales, complejas y llenas de promesas.

Espero que todo lo que plantemos en septiembre crezca, florezca y dé frutos en octubre. Que esos frutos sean libertad, verdad y amor, y que nos inspiren a ser más creativos en nuestra generosidad.

Te envío mi cariño y mis mejores deseos.

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