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Trabajadoras sexuales: quiénes son y cómo viven

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Trabajadoras sexuales: quiénes son y cómo viven

El pasado 2 de junio se celebro el Día Internacional de la Trabajadora Sexual, cuyo objetivo es luchar contra la discriminación y el abuso contra estas personas.

La fecha cobró fuerza el 2 de junio de 1975, cuando más de 150 prostitutas ocuparon la Iglesia de San Niceto de Lyon, Francia, con el fin de llamar la atención sobre las continuas represalias que sufrían por parte de la Policía: abusos, violencia, multas y encarcelamientos.

En la década de 1970, la Policía francesa mantenía una presión cada vez mayor sobre las trabajadoras sexuales.
Después de dos asesinatos y de la falta de voluntad por parte del Gobierno para mejorar la situación, las trabajadoras del sexo de Lyon ocuparon la iglesia de San Niceto en la calle de Brest y se declararon en huelga. Cantaban lemas políticos y exigían condiciones de trabajo decentes y el fin del estigma.

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Desde entonces, su situación en los países desarrollados ha mejorado. Hoy en día, la industria del sexo está parcialmente legalizada y las trabajadoras sexuales están mejor protegidas.

Por ejemplo, De Wallen, el distrito ‘rojo’ más grande y más conocido de Ámsterdam, se ha convertido en todo un polo de atracción para el turismo sexual internacional.

Fanny

Fanny es una mexicana de 24 años y de rasgos delicados. Es pequeña, muy delgada, sin formas prominentes y aparenta unos 19. Fanny es una chica de compañía (o ‘escort’) independiente.

México es un país muy peligroso para ser trabajadora sexual, ya que cada día ocurren unos nueve feminicidios. Así que Fanny teme por su vida a cada hora. Sin embargo, este trabajo se paga muy bien y le permite a Fanny ser independiente, estudiar y llevar la vida que quiere.

Con relación a lo que compone su trabajo, dice que no es solo sexo. Lo más importante es la compañía: “Yo creo que nos contratan también por nuestra compañía, porque les aportamos algo bueno.

Porque se sienten bien con nosotras. […] Y me he dado cuenta de que es más que nada porque te ganas a la gente. No te buscan tanto… obviamente sí, por la relación, pero porque les gusta tu compañía. Les gusta platicar contigo.

Les gusta que los escuches sin juzgar. Yo trato de escucharlos y si ellos me piden un consejo, pues se los doy”.

“Luciérnaga” y “La Flor del Mar”

Antes, recuerdan, tenían recursos para vivir sin dificultades. Ahora, en una semana sólo obtienen 150 pesos.

“Luciérnaga” tiene 52 años y desde los 16 años comenzó a vivir en las calles. Tras huir del maltrato que padecía, comenzó a drogarse y alcoholizarse con frecuencia.

Me habían puesto la ‘Torta del Barrio’,porque había camionetas de granaderos con varios que me subían y abusaban, con el pretexto de que habían operativos aunque no hubieran. Me decían que me iban a remitir a la Delegación, pero no me remitían”, cuenta.

“Se paraban en unas calles oscuras y todos los granaderos tenían relaciones sexuales conmigo, sin mi voluntad”.

“Luciérnaga” recuerda que les dijo a los uniformados que “no podía tener más sexo”. No la oyeron y uno a uno abusaba de ellas. Después, la dejaron en Granaditas, en la Merced. Un día se cansó y denunció.

“Pero no me hicieron caso, me dijeron que era una mugrosa, que andaba drogándome, que me gustaba por andar con faldita corta, decían que era mi culpa y provocaba a los elementos y que me largara y no le quitara su tiempo”,cuenta.

A su vez, “La Flor del Mar” considera que por “feas” han sido condenadas a permanecer en las calles y reprochan que sus actividades sean reprobadas por cuestiones morales.

Ella empezó en el trabajo sexual a los 28 años. No sabía leer ni escribir, enviudó y no tenía un hogar para sus hijos.

Antes trabajaba de 6:00 horas a 10:00 horas para cuidarlos, ahora que crecieron y hay menos clientes, dice, trabaja hasta las 14:00 horas.

“Tengo que trabajar porque tengo que salir adelante y hay gente que no nos da trabajo, te discriminan y hasta autoridades te cierran la puerta cuando pides ayuda, apoyos”, dice.

“Me gustaría que nos respetaran y nos dejaran trabajar porque nosotras no robamos, ni hacemos nada malo, simplemente estamos trabajando decentemente.

“Piensan que nos vamos por lo más fácil, pero no es sencillo, corremos riesgos, nos han golpeado, han matado chicas, violado, secuestrado”, agrega la mujer.

La presidenta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación (Copred), Geraldina de la Vega, reprochó que desde hace años Ley de Cultura Cívica ha condenado a las trabajadoras sexuales y a los clientes.

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