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domingo, septiembre 22, 2024

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Tan simple como el café

Estuve recientemente en la ciudad italiana de Milán, por razones estrictamente familiares, relativas a mi deseo de convivir con mis hijos en estas fechas.

Al disfrutar caminando de aquella magnífica ciudad, sede, por ejemplo, del castillo de los Sforza, quienes en su momento se opusieron al papa Borgia, me percaté de que no hay un solo local de una conocida cadena norteamericana de cafeterías y al preguntar me explicaron que la empresa de todos conocida acá en México sí tiene presencia en aquella zona del viejo continente, pero con otro nombre.

Un análisis más detallado permite apreciar que el gobierno de aquel lugar les marcó condiciones muy explícitas, como cambiar el nombre de los expendios de café y consumir una lista de productos de origen italiano para poder operar su negocio.

Y, para sorpresa de todos, aceptaron las condiciones, modificando y adaptando su negocio con el objetivo de permanecer en aquella región.

Francamente me sorprende mucho el actuar de un gobierno a favor de su economía, de su gente y de sus tradiciones, porque contrasta de forma muy brusca con las condiciones que esas empresas transnacionales imponen en mi país, en el que hacen prácticamente lo que quieren, cuando quieren y como quieren sin que exista uno sólo de nuestros lamentables políticos que se atreva siquiera a sugerirles que deben consumir café mexicano, por cierto, uno de los mejores del orbe.

No, acá en tierra azteca no se les toca ni con el pétalo de una rosa, no vaya a ocurrir que se vayan del país y, de esta manera, dejen de invertir cantidades millonarias.

Todo ese escenario es un poco falso.

Se trata de franquicias a las que hay que pagarles la tecnología, pero los inversionistas y el capital son nacionales.

No habría razón para comportarnos de forma tan temerosa y pusilánime.

Por supuesto, las razones que fundamentan el éxito comprobado del know how son uno de los motivos para intentar seguir las reglas del negocio, pero siempre es fundamental evaluar tanto la pertinencia cultural como los impactos económicos y en la salud de los consumidores potenciales.

Es obvia la terrible influencia que ha tenido el fast food norteamericano en el peso de los mexicanos y sus consecuencias, por ejemplo.

Esas razones son exactamente lo que tiene sin cuidado a nuestra desprestigiada clase política; eso de defender a los ciudadanos ni se les da ni está de moda.

Lo cool para la mayoría de esos personajes es portar ropa de moda, tener bagaje cultural y preparación académica para sostener una conversación inteligente, y, por supuesto, convivir codo a codo con los dueños del país.

Triste condición para un país en crisis.

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Post y Contenido Original de : Excelsior
http://www.excelsior.com.mx/opinion/raymundo-canales-de-la-fuente/2017/01/01/1137254
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