Samira Hamarsha de 37 años lleva más de una década sola. Ella es palestina y su esposo cumple una condena de 24 años en una cárcel israelí donde se le prohíbe el contacto con familiares y amigos. Entre ellos no existe ningún tipo de contacto físico, no se les permite verse. Sin embargo, la mujer acaba de dar a luz al segundo hijo de la pareja y, antes de que pienses mal, debo aclarar que el hijo sí es de él.
¿Cómo lo hizo? Optaron por el método del “semen de contrabando”
Obtuvo, de forma irregular, semen de su esposo, el cual posteriormente llevó a un centro hospitalario para que le hicieran un tratamiento de inseminación artificial. Así logró concebir al pequeño Ibrahim, que ya tiene tres semanas. De hecho, su hija mayor, de dos años y medio, fue concebida de la misma manera.
Según lo que reporta el portal Emol, al principio su familia no estaba tan convencida con su decisión:
“Al principio, la familia estaba en contra de que me sometiera a la fertilización, hablaban y decían que por qué no esperaba a que saliera mi marido”.
Pero todo cambió cuando su segunda hija, Fatima, falleció hace cuatro años. Con su muerte Samira decidió que si no podía estar con su marido, entonces su esperma serviría para que ella pudiese seguir teniendo hijos. Su esposo tiene 39 años y ya lleva 14 años de condena cumplida. Aún le quedan 10 años más para librarse del crimen cometido: haberle disparado a unos soldados israelíes.
Su caso parece insólito, pero no es tan extraño. De hecho, en Cisjordania existe un centro conocido como el Centro Médico Razán para la infertilidad que ofrece este tratamiento de forma gratuita a todas las esposas de los prisioneros. Desde 2011, 58 niños han nacido en la región con este método. El doctor encargado del centro, Salem Abu Jaizaran, asegura que para él tiene que ver con un tema de responsabilidad social:
“Hablamos de un tipo específico de casos, sentencias de larga duración o cadenas perpetuas. Las mujeres temían que cuando sus maridos salieran de prisión ellas se habrían hecho mayores y, en una sociedad oriental como la nuestra, es muy importante tener hijos”.
Si bien en principio los religiosos se oponían, finalmente accedieron bajo la condición de que el esposo estuviese cumpliendo una condena especialmente larga y que la muestra de esperma fuera entregada en presencia de dos familiares para evitar que, posteriormente, se acusara a la mujer de haber sido infiel o de haber tenido un hijo de otro hombre.
Sin embargo, la esperma sigue siendo “de contrabando”, es decir, no es legal que los presos entreguen muestras y según indica el doctor en muchas ocasiones la entregan en contenedores bastante creativos, como el interior de algún bolígrafo. Samira tampoco quiere decir cómo consiguió el semen, el cual sigue guardado en el laboratorio desde hace tres años en caso de que ella quiera volver a embarazarse. Ella, por ahora, descarta volver a ser madre.
“Criar a estos niños solos es una gran responsabilidad, pero la familia me apoya y mantengo la esperanza de que Yahya será liberado pronto”.
Por mientras, el tratamiento seguirá disponible y más niños seguirán naciendo “de contrabando”.
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Post y Contenido Original de : UPSOCL
Su esposo lleva 14 años en la cárcel. Tienen prohibido verse pero ella igual logró embarazarse de él
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