now

mexicoahora.com
Cargando...

Sobre el camino

Por. – Benjamín Bojórquez Olea.

Mr. Presidenta…

En política, la fuerza real no se presume: se demuestra. Y esta semana, Claudia Sheinbaum dejó claro que su capacidad de conducción no sólo permanece intacta, sino que crece en sincronía con un país que, le pese a quien le pese, encontró cohesión en un momento donde la oposición huele a archivo muerto.

Durante los últimos días, el tablero nacional parecía inclinarse hacia el caos. La oposición —si es que aún merece llamarse así— trató de capitalizar cada fractura: el asesinato de Carlos Manzo, la gigantesca deuda de Ricardo Salinas, las protestas de la Generación Z, las tensiones internas en Morena, la reaparición de López Obrador y las sombras que aún proyecta… Un cóctel que ellos creyeron explosivo. Pero Sheinbaum decidió algo más simple y más contundente: convertir cada crisis en un escenario para ejercer autoridad.

Los adversarios querían anunciar “jaques” y hablar de vacío de poder. Sin embargo, el movimiento presidencial fue quirúrgico: salida de Alejandro Gertz Manero, entrada de Ernestina Godoy. No un relevo, sino una reconfiguración del tablero de seguridad, colocando a una operadora fina, con legitimidad y con memoria política. Un mensaje claro: aquí nadie duda quién manda. Y mientras los opositores celebraban prematuramente su imaginario debilitamiento presidencial, la mandataria preparaba las siguientes piezas.

Frente a Donald Trump, el personaje que simboliza la polarización global, Sheinbaum lanzó un sonoro “¡Viva México!”. No fue grito de plaza; fue grito diplomático, grito geopolítico, grito de soberanía en un escenario diseñado para medir fuerzas. México no se achicó. México se plantó.

Y mientras tanto, en los márgenes del T-MEC, otro episodio digno de análisis: los tres líderes continentales reunidos… para patear un balón. Una postal simbólica: en la era moderna, la FIFA tiene la capacidad de convocar más que los parlamentos, y Sheinbaum lo entiende. La diplomacia también se juega en actos aparentemente triviales.

De regreso en México, la presidenta volvió a hacer política real: presencia. La celebración del séptimo aniversario de Morena desbordó el Zócalo con 600 mil asistentes. ¿Hubo logística priísta? Sí. ¿Hubo acarreo? Probablemente. ¿Importa? No tanto como una verdad que la oposición no quiere enfrentar:

La gente sigue yendo. La narrativa sigue viva. La movilización existe. Y esa masa crítica, incluso con imperfecciones, es músculo político real, no el espejismo de likes o columnas editoriales.

El discurso presidencial fue un golpe directo a quienes intentan fabricar inestabilidad digital a falta de fuerza territorial. Y ahí dejó una advertencia que quedará registrada en los anales de la comunicación política:

“Por más bots, por más consultores, por más alianzas con el conservadurismo nacional y extranjero… no vencerán al pueblo de México ni a su Presidenta.”

Esa frase, más que un acto de defensa, fue un acto de afirmación. La presidenta hablando como presidenta. Sin etiquetas prestadas. Sin sombras ajenas.

Mientras todo esto ocurre, ¿qué hace la oposición? Nada. O peor: se desarticula, se contradice, se esconde. No ofrece alternativas, no tiene líderes, no tiene narrativa, no tiene cohesión. Está desahuciada porque carece de su insumo más básico: una sociedad que la siga.

Mientras Sheinbaum suma sectores, la derecha se repliega en sus trincheras digitales. Mientras el gobierno muestra músculo, ellos muestran miedo. Mientras Morena llena plazas, ellos apenas llenan conferencias de prensa.

Más allá de los reflectores, la fotografía de estos días revela algo más profundo:

Claudia Sheinbaum no sólo mantiene el poder; está consolidando un nuevo orden interno.

Uno donde la unidad se vuelve combustible político y donde las fracturas opositoras se convierten en irrelevancia operativa. México está en una transición silenciosa: un país donde la oposición ya no es contrapeso, si no recuerdo.

GOTITAS DE AGUA:

La escena completa deja entrever una frase que, aunque nadie la dijo explícitamente, flota en el aire político:

Porque la oposición, en su laberinto, parece haber olvidado cómo se juega la política real. Y mientras tanto, el oficialismo avanza con paso firme. Unidad arriba. Unidad abajo. Unidad en las calles. “Si cierran la puerta, apaguen la luz.” “Nos vemos mañana”… porque la política, para quien sabe ejercerla, nunca descansa.                 

The post Sobre el camino appeared first on Primero Editores.

Previous article
Next article

Related Articles

Cargando...

Latest Articles

Cargando...

Sobre el camino

Por. – Benjamín Bojórquez Olea.

Mr. Presidenta…

En política, la fuerza real no se presume: se demuestra. Y esta semana, Claudia Sheinbaum dejó claro que su capacidad de conducción no sólo permanece intacta, sino que crece en sincronía con un país que, le pese a quien le pese, encontró cohesión en un momento donde la oposición huele a archivo muerto.

Durante los últimos días, el tablero nacional parecía inclinarse hacia el caos. La oposición —si es que aún merece llamarse así— trató de capitalizar cada fractura: el asesinato de Carlos Manzo, la gigantesca deuda de Ricardo Salinas, las protestas de la Generación Z, las tensiones internas en Morena, la reaparición de López Obrador y las sombras que aún proyecta… Un cóctel que ellos creyeron explosivo. Pero Sheinbaum decidió algo más simple y más contundente: convertir cada crisis en un escenario para ejercer autoridad.

Los adversarios querían anunciar “jaques” y hablar de vacío de poder. Sin embargo, el movimiento presidencial fue quirúrgico: salida de Alejandro Gertz Manero, entrada de Ernestina Godoy. No un relevo, sino una reconfiguración del tablero de seguridad, colocando a una operadora fina, con legitimidad y con memoria política. Un mensaje claro: aquí nadie duda quién manda. Y mientras los opositores celebraban prematuramente su imaginario debilitamiento presidencial, la mandataria preparaba las siguientes piezas.

Frente a Donald Trump, el personaje que simboliza la polarización global, Sheinbaum lanzó un sonoro “¡Viva México!”. No fue grito de plaza; fue grito diplomático, grito geopolítico, grito de soberanía en un escenario diseñado para medir fuerzas. México no se achicó. México se plantó.

Y mientras tanto, en los márgenes del T-MEC, otro episodio digno de análisis: los tres líderes continentales reunidos… para patear un balón. Una postal simbólica: en la era moderna, la FIFA tiene la capacidad de convocar más que los parlamentos, y Sheinbaum lo entiende. La diplomacia también se juega en actos aparentemente triviales.

De regreso en México, la presidenta volvió a hacer política real: presencia. La celebración del séptimo aniversario de Morena desbordó el Zócalo con 600 mil asistentes. ¿Hubo logística priísta? Sí. ¿Hubo acarreo? Probablemente. ¿Importa? No tanto como una verdad que la oposición no quiere enfrentar:

La gente sigue yendo. La narrativa sigue viva. La movilización existe. Y esa masa crítica, incluso con imperfecciones, es músculo político real, no el espejismo de likes o columnas editoriales.

El discurso presidencial fue un golpe directo a quienes intentan fabricar inestabilidad digital a falta de fuerza territorial. Y ahí dejó una advertencia que quedará registrada en los anales de la comunicación política:

“Por más bots, por más consultores, por más alianzas con el conservadurismo nacional y extranjero… no vencerán al pueblo de México ni a su Presidenta.”

Esa frase, más que un acto de defensa, fue un acto de afirmación. La presidenta hablando como presidenta. Sin etiquetas prestadas. Sin sombras ajenas.

Mientras todo esto ocurre, ¿qué hace la oposición? Nada. O peor: se desarticula, se contradice, se esconde. No ofrece alternativas, no tiene líderes, no tiene narrativa, no tiene cohesión. Está desahuciada porque carece de su insumo más básico: una sociedad que la siga.

Mientras Sheinbaum suma sectores, la derecha se repliega en sus trincheras digitales. Mientras el gobierno muestra músculo, ellos muestran miedo. Mientras Morena llena plazas, ellos apenas llenan conferencias de prensa.

Más allá de los reflectores, la fotografía de estos días revela algo más profundo:

Claudia Sheinbaum no sólo mantiene el poder; está consolidando un nuevo orden interno.

Uno donde la unidad se vuelve combustible político y donde las fracturas opositoras se convierten en irrelevancia operativa. México está en una transición silenciosa: un país donde la oposición ya no es contrapeso, si no recuerdo.

GOTITAS DE AGUA:

La escena completa deja entrever una frase que, aunque nadie la dijo explícitamente, flota en el aire político:

Porque la oposición, en su laberinto, parece haber olvidado cómo se juega la política real. Y mientras tanto, el oficialismo avanza con paso firme. Unidad arriba. Unidad abajo. Unidad en las calles. “Si cierran la puerta, apaguen la luz.” “Nos vemos mañana”… porque la política, para quien sabe ejercerla, nunca descansa.                 

The post Sobre el camino appeared first on Primero Editores.

Previous article
Next article

Related Articles

Stay Connected

0FansLike
0FollowersFollow
0SubscribersSubscribe
Cargando...

Latest Articles

Cargando...