Por. – Benjamín Bojórquez Olea.
Altata: el dilema turístico de Navolato…
El presidente municipal del municipio de Navolato, Sinaloa, el Dr. Jorge Rosario Bojórquez Berrelleza, lanzó una frase que, de entrada, pareciera un exceso retórico o magnánimo, pero que encierra una ambición política mayor: “Altata es el Cancún del Pacífico, lo digo y algún día se va a desarrollar así, primeramente Dios”. No se trata sólo de un dicho optimista, es un planteamiento que desnuda la aspiración de un gobierno que no quiere administrar inercias, sino reimaginar su futuro. La pregunta es: ¿será capaz de convertir la metáfora en estrategia, la esperanza en proyecto y el discurso en obra?
Decir que Altata puede ser el “Cancún del Pacífico” es invocar un referente turístico de talla mundial, con toda la carga de expectativa que ello implica. Aspirar a ese nivel no es pecado; lo verdaderamente condenable sería quedarse en el terreno de las frases sin construir los puentes hacia la realidad. Porque Cancún, antes de ser un ícono, también fue un acto de fe acompañado de planeación rigurosa, inversión decidida y visión de largo plazo. Ahí está la lección.
La declaración del alcalde Bojórquez Berrelleza no debería leerse como un delirio, sino como una provocación: obligar a Navolato a pensarse más allá de sus límites actuales, a construir una narrativa que inspire a propios y extraños. Porque todo desarrollo empieza en la mente de quien se atreve a imaginarlo, pero sólo se consolida cuando esa imaginación se convierte en políticas públicas, infraestructura, inversión privada y, sobre todo, cohesión social.
La diferencia entre una frase vacía y una visión de Estado está en la capacidad de traducir el discurso en acción. Y ahí está la verdadera oportunidad histórica del alcalde: no dejar que su frase se oxide en el archivo del oportunismo político, sino convertirla en un legado tangible. La identidad gastronómica de Altata, su calidez local, su riqueza natural y cultural, son fortalezas que deben colocarse en el centro de un modelo de desarrollo turístico alternativo, uno que evite los errores de la saturación, la especulación y el despojo que han devorado a otros destinos.
Altata no necesita ser un “Cancún copiado”, sino un Cancún reinterpretado. El puerto tiene la oportunidad de construir un modelo que priorice el equilibrio entre economía, sociedad y medio ambiente, donde el turismo no desplace al poblador, sino que lo empodere; donde la infraestructura no devore al ecosistema, sino que lo cuide; donde el visitante no sea un número más en la estadística, sino parte de una experiencia cultural auténtica.
Si lo logra, Jorge Rosario Bojórquez Berrelleza no pasará a la historia como el alcalde que lanzó una frase bonita, sino como el político que inauguró una nueva forma de gobernar: aquella donde el sueño no se queda en retórica, sino que se planifica, se ordena y se convierte en realidad. Y entonces sí, Altata será recordado no como un eco de Cancún, sino como un destino con nombre propio y sello sinaloense.
GOTITAS DE AGUA:
El futuro no se mide por lo que se promete, sino por lo que se construye. Si el alcalde entiende esta premisa, Altata puede transformarse en el ejemplo nacional de cómo un puerto pequeño se convierte en grande no por imitar, sino por ser auténtico. Quizás ahí radique la verdadera fuerza de su visión: no en parecerse a Cancún, sino en demostrar que Sinaloa también puede soñar a lo grande… y cumplirlo. “Si cierran la puerta, apaguen la luz”. “Nos vemos mañana”…
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