La regidora reconoció que, aunque se ha avanzado en la percepción de la sociedad respecto a la mujer trabajadora, aún persisten juicios y estigmas.
“Sí se puede. Sí se puede criar, servir, liderar, amar y transformar. No se trata de hacerlo todo perfecto, sino de encontrar un equilibrio desde el amor, la vocación y el respeto hacia una misma. Ser madre y transformadora social no son caminos opuestos, sino roles que se nutren mutuamente”.
Nayeli Hernández
Fotos: Sixto Picones
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En una casa donde nunca faltó una sopa caliente ni el abrazo de una madre trabajadora, Paulina Aguado Romero aprendió que el amor se demuestra también con el ejemplo.
Hoy, como regidora del municipio de Querétaro, madre de dos adolescentes, esposa, pintora, gestora y amante de la cultura, su vida es una danza diaria entre el compromiso público y la calidez del hogar.
“Mi mamá nos enseñó a mí y a mis hermanos a ser muy hogareños, a siempre ser una familia unida, con valores muy sólidos, con mucho respeto, con mucha fe”, recuerda con gratitud.
Al hablar de su madre, la describe como una mujer trabajadora que la inspiró a nunca elegir entre el desarrollo personal y la maternidad, una enseñanza que ha marcado su camino a lo largo de más de dos décadas en el servicio público.
Paulina Aguado ha enfrentado los juicios y expectativas que aún pesan sobre las mujeres que, además de ser madres, lideran, opinan, trabajan y cambian realidades.
“Muchas veces cuando eres madre trabajadora tienden a juzgarte. En muchas ocasiones (las madres trabajan) no solamente por una cuestión personal, sino también por necesidad”, señala.
Desde esa conciencia, hoy impulsa una agenda centrada en visibilizar, proteger y acompañar a mujeres, niñas y adolescentes.
Como regidora, propuso la creación de la Comisión de Asuntos de la Niñez y la Adolescencia, la primera en su tipo en el municipio, desde ahí busca que todas las dependencias trabajen con perspectiva de infancia y género.
Pero más allá de eso, la hoy regidora capitalina habla de la importancia de caminar las calles, de conocer las problemáticas de la gente de viva voz y, por ello, hoy se ha convertido en una funcionaria que exige presupuestos para arreglar drenajes colapsados en mercados donde mujeres embarazadas y con bebés enfrentan condiciones insalubres; para rehabilitar canchas y parques deteriorados que deberían ser espacios seguros de recreación familiar.
“A veces dicen que hay que hacer un gran espacio público, pero, a ver, vete a las calles, vete a los mercados y ve lo que en el día a día se vive”, reclama.
Promueve campañas de salud femenina y recuerda a las madres queretanas la importancia de atenderse, de valorarse, de quererse mucho para poder estar bien y dar lo mejor a los demás.
“Empezamos por ahí, por ese consejo: revisarnos, cuidarnos, atendernos”, insiste.
Paulina Aguado agradece la familia que la acompaña a su lado, sus hijos crecieron entre oficinas de gobierno, dependencias y eventos públicos, sin embargo, hoy se han vuelto los mejores compañeros de camino para la regidora quien también reconoce en su esposo una pareja incansable que siempre le recordó que su destino estaba más allá de quedarse en casa.
Detrás de la funcionaria está también la madre que madruga y cena en familia siempre que se puede, que cocina con el amor heredado, y que ha criado a dos hijos solidarios, hoy ya adolescentes, que la acompañan en giras y actividades públicas.
“Ahora son mis grandes aliados”, dice sonriendo, mientras describe cómo su hijo Mariano ya hasta se pone el saco de su papá para asistir con ella a eventos formales.
El arte es su otro refugio. A pesar del ritmo demandante, encuentra tiempo por las noches para pintar y cuenta cómo en el silencio de su estudio, entre trazos y colores, encuentra la paz que a veces el día le niega.
“Eso me permite descansar mejor porque me desconecto y duermo muy relajada después de pintar”, cuenta, aunque sus noches terminen a las dos de la mañana.
Reconoce que nada de esto sería posible sin la complicidad de su esposo, quien desde el inicio le ofreció una promesa simple pero poderosa: apoyo incondicional.
“Me dijo: lo que tú vayas y hagas para afuera, para las demás personas, se regresa para tu familia’”, recuerda con emoción y agradecimiento.
Cuando se define como mamá, no duda: es cariñosa, exigente, protectora y profundamente agradecida.
“Luego sí digo, pobres niños, las que están viendo y las que viven y las preocupaciones que a veces ven, pues no son sencillas. Pero sí trato de ser muy, muy cariñosa, de siempre estarlos abrazando”, comparte.
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