CIUDAD DE MÉXICO.
Una editorial personalizada, en la que tanto sus autores como los lectores hallen siempre una oportunidad para el encuentro y un trato cálido. Con esta idea nació hace 20 años Rosa María Porrúa Ediciones, cuyo lema es dar a conocer la verdadera historia, ya sea de acontecimientos sociales o de experiencias personales.
Somos una empresa consolidada, muy firme. No una editorial grande, pero sí sólida. La gente cree en nosotros tras vernos trabajar estas dos décadas y eso nos llena de orgullo. Ha sido un crecimiento lento pero muy firme”, comenta Rosa María Porrúa en entrevista con Excélsior.
La editora que fundó el sello en 1997 ratifica con esta empresa su pasión por hacer libros y colocarlos en las manos de públicos diversos. “Si no te apasiona algo no te va bien y viceversa. Llegar a los 20 años es una satisfacción, porque crecimos sólo por el amor a las cosas”.
Descendiente de una estirpe de libreros y editores, que comenzó con su bisabuelo Indalecio Porrúa, quien en 1910 fundó junto con sus hermanos José y Francisco la Librería Porrúa, la promotora admite que este apellido le ha abierto las puertas, porque es admirado y respetado.
Sin él no lo hubiera logrado. Mi bisabuelo también lo hizo porque le gustaba. Lo que le dejaba dinero no eran los libros, pues él tenía un negocio lechero; pero eran su pasión. Mi abuelo Manuel, hijo de Indalecio, y mi padre Joaquín también siguieron con el oficio por las mismas razones”, afirma.
Heredera de la vocación familiar, Rosa María recuerda que creció entre libros. “Los sábados iba a trabajar con mi papá a la Librería de 5 de Mayo, que era del abuelo Manuel, quien se independizó de su padre hacia 1946.
Me sentaban en el mostrador y me encantaba estar ahí. Mi máximo era atender a la gente. Entonces corría por los pasillos llenos de libros buscando el título que el cliente había pedido”, evoca.
Sin embargo, “debido a una cierta rebeldía por la que todos pasamos”, dice, en su juventud descartó seguir el oficio editorial. “Decidí estudiar para guía Montessori, quería abrir mi propio colegio y dar clases. Terminé la carrera y trabajé dos años en un colegio”, cuenta.
Pero poco a poco empezó a apoyar a su padre en el área de preescolar de Manuel Porrúa Editorial. “Ahí, como autora, saqué tres colecciones: una de volúmenes de ‘colorea, recorta y pega’, otra de ‘trazos y líneas’ y una más de matemáticas. Me dejó como directora del área. Coordinaba a los autores y dibujantes. Me encantó”, confiesa.
Fue hasta que se casó con Jorge González Báez, y después de tener a su primer hijo, que Rosa María sucumbió a la vocación familiar y se animó a abrir su propia editorial, en la que siempre ha trabajado con su esposo.
Empezaron, narra, con la colección Documentos de la Historia de México, que ahora tiene unos 480 títulos, volúmenes facsimilares en diversas presentaciones. “Aprendí a confeccionarlos con mi padre. Él siempre fue amigo de los presidentes, y López Portillo le hablaba cuando quería hacer un regalo especial. Mi padre tenía copia de algunos documentos históricos y eso le hacía. Me ponía a mí a secar el papel, a plancharlo, a tratarlo a mano y darle una apariencia antigua”.
Así que, “sin capital alguno, sólo los conocimientos adquiridos y el apellido”, la editora se presentó en el Archivo General de Hidalgo y les propuso un proyecto para difundir sus documentos más importantes. “Les gustó y lo aceptaron. Y ahí hice mi primera edición real”, detalla.
Pasado y presente
Rosa María Porrúa Ediciones ha puesto en las manos de los mexicanos reproducciones facsímiles del Acta de la Independencia del país, Los Sentimientos de la Nación de José María Morelos, el Tratado McLane-Ocampo y de las Memorias de Concepción Lombardo, entre otros.
“Se respeta totalmente el original. A algunos les hacemos una presentación, para enmarcar el contexto en el que sucedió el hecho histórico. Pero la idea es que el público los conozca y se forme su propio criterio, sin que influya la opinión de algún estudioso”, destaca.
La también escritora agrega que en esta misma serie se han publicado diversos manuscritos agrupados por temas o personajes, como Juárez, en tinta y papel o La ejecución de Maximiliano, que incluye documentos de antes de ser ejecutado, el juicio, la sentencia y unas reproducciones de las pinturas donde se observa su ejecución.
Y hace años, relata, decidió dar un giro al sello al incluir títulos de ficción y no ficción de autores mexicanos contemporáneos, que se le acercaron en busca del trato amable y cordial que no encontraban en otras casas editoras.
Me contaron que habían dejado sus manuscritos en otra editorial y que nunca les contestaron ni los recibieron. Uno incluso vio su libro publicado posteriormente, sin previa firma de contrato. Dijo que al insistir sólo le mandaron un cheque. Pero que la propuesta era una trilogía y quería publicarla completa”, explica.
Encontramos un tipo de sociedad entre autor y editor, donde ambos pagamos una parte, arriesgamos igual y ganamos igual. Estamos abiertos a quienes buscan un editor más personalizado”, añade.
Rosa María indica que hace dos años lanzaron su colección de Clásicos Universales, que ofrece “las mejores traducciones” de obras de autores como Julio Verne, Edgar Allan Poe y Sun Tzu, entre otros. Han confeccionado 14 de los 50 títulos que la integrarán.
Y este 2018 lanzarán una serie sobre quienes han ganado el Premio Nobel de Literatura, desde el nacimiento del galardón a la fecha. “Está dividida geográficamente en varias secciones, y se puede apreciar qué ganadores son de Europa, Asia o América; y hay otro volumen dedicado a las mujeres premiadas. Incluye la biografía del autor y comentarios sobre su obra. Serán 18 tomos en total”.
En este momento, adelanta, la editorial ya tiene presencia en España y planean llegar a Colombia, primero, y después a Argentina. Y también han comenzado a incursionar en el negocio de las librerías, pues hace cinco años abrieron una en León, Guanajuato; y en 2017 establecieron otra en Los Cabos, Baja California Sur, donde no existía ninguno de estos recintos.
Su título más reciente es Pájaros en mi cabeza, de Guillermina Quindós, y planean editar facsimilares de libros antiguos e incluso incunables. “Estamos satisfechos con nuestro trabajo y trataremos de seguir innovando”, promete la editora.
Source: Excelsior