Nada, salvo la concreción acelerada —“sin prisa, pero sin pausa…”, diría un connotado analista empresarial— de un cúmulo cada vez mayor de propuestas y/u ofrecimientos realizados por Andrés Manuel López Obrador y los suyos en los últimos 45 días, impedirá que la próxima administración sexenal inicie su gestión inmersa en un entorno caracterizado más por las dudas e interrogantes que por las certezas sobre el rumbo a seguir, sobre el porqué impulsar tal o cual política o programa y, fundamentalmente, el cómo alcanzar el objetivo deseado…
Y ello, que si bien pudiera parecer lógico si consideramos no sólo el triunfo del aún novel Movimiento Regeneración Nacional (Morena), liderado por Yeidckol Polevnsky, sino, más importante aún, la abrumadora dimensión del mismo, no deja de ser preocupante para muchos en razón de las innegables consecuencias que ello pudiera tener en ámbitos tan específicos como la gobernabilidad y prevalecía del federalismo, la economía, la política social o, incluso, el equilibrio de poderes, o la existencia (como tales) de entidades autónomas que, hoy por hoy, contribuyen de manera efectiva a garantizar derechos ciudadanos…
Desde la construcción o no del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, y la manera de financiarlo, hasta el más reciente anuncio de fusionar Liconsa con Diconsa, pasando por la controversial designación de (superpoderosos) delegados estatales, la reducción en automático de ingresos a los altos mandos del gobierno federal o el Legislativo y la presión que para el Judicial representa la anunciada y en muy buena medida justificada política de austeridad, por sólo mencionar algunos, constituyen planteamientos que es menester comenzar a “aterrizar de manera plena, esclareciendo sus qué, cómo, con quiénes, de qué manera y en cuánto tiempo” si, insistamos, se desea evitar que los mismos generen más incertidumbre que certeza.
Tal es el riesgo que, vale reconocer, en los últimos días ha sido posible observar la clara disposición e intención de algunos de quienes más cerca se encuentran del futuro mandatario de avanzar por la vía del esclarecimiento, particularmente “en los grandes temas” y evitar, en la medida de lo posible, ampliar expectativas (particularmente las de naturaleza social y de alto impacto en los sectores más desprotegidos) que, en un momento determinado, por consideraciones económicas o de otra índole, será difícil honrar…¡en el cortísimo plazo al menos!
Antes de lo que pudiéramos pensar, un cambio será evidente…
ASTERISCOS
* Si bien todo parece indicar que, al arranque de la LXIV Legislatura, Cristóbal Arias o el impresentable Martí Batres, morenos ambos, presidirá el Senado, no son pocos los que, en el entorno del presidente electo, insisten que, por dos meses al menos, la posición sea ocupada por la futura titular de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. El objetivo, dicen: “que la ministra se dé un baño de política antes de asumir la tarea de mantener la gobernabilidad”…
* Sorpresiva para muchos, la intempestiva e inexplicada renuncia del exgobernador Rubén Moreira a la secretaría general del Revolucionario Institucional (PRI) un mes exacto después de asumir; la decisión evidencia, en opinión de los más, “el principio del fin del peñismo-videgarayismo que llevó al partido a su más escandalosa derrota en su historia…”. Es el primer cambio de muchos, advierten…
* Positivo, aunque no sin “reservas”, el balance que de su primer encuentro con el próximo titular del Ejecutivo federal realizaron rectores de las 191 universidades públicas y privadas agrupadas en la ANUIES, de Jaime Valls Esponda. Previo a la toma de posesión del tabasqueño signarán con él un acuerdo para garantizar independencia académica, administrativa y de gobierno a las instituciones, con miras a optimizar la educación superior.
Veámonos el domingo, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP
Source: Excelsior