La muerte del comandante Jesús Carrasco Ruiz, consecuencia de las heridas sufridas en el atentado perpetrado en su contra el pasado sábado en Ciudad Universitaria, viene a confirmar dos situaciones que son evidentes desde hace ya buen tiempo: primero, que la delincuencia ha perdido el respeto a la autoridad y la reta abiertamente, yendo de frente contra quienes la combaten.
No era la primera vez que atentaban contra el mando policial. Ya en tres ocasiones había logrado salir con bien de las acciones de los delincuentes.
En esta ocasión no lo logró, y lamentablemente pasará a ser una estadísticas más entre los casos de tantos agentes policiales ultimados por la delincuencia y que siguen impunes.
El otro tema es la cuestión de la seguridad en el campus universitario. No es la primera vez que se presenta un hecho así, y se habla de reforzarla, pero, lamentablemente, en el siguiente evento queda en claro que no se hizo nada y que cualquiera puede ingresar armado a cualquiera de sus áreas.
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