El día de hoy, el licenciado Andrés Manuel López Obrador rendirá protesta como titular del Poder Ejecutivo federal, convirtiéndose así en el Presidente de la República número 57 —tomando en cuenta desde 1824 hasta la fecha; algunos historiadores consideran, también, los interinatos, por lo que el número puede variar— que nuestro país ha tenido.
Desde el año de 1928 —fecha en la que fue promulgada una reforma constitucional al artículo 83— el encargo del Presidente de México dura seis años. Y además, desde el año 1934 en que tomó posesión el general Lázaro Cárdenas, todos los presidentes electos han terminado su mandato constitucional y lo han transmitido mediante procesos electorales. México es el único país de
América que puede presumir esa estabilidad democrática tan prolongada.
Otro dato interesante señala que el nuevo Presidente ocupará el cargo del 1º de diciembre de 2018 al 30 de septiembre de 2024. Su mandato no será por 6 años, sino por 5 años 10 meses, dado que en el año 2014 otra reforma constitucional al mismo artículo 83, dispuso dicho cambio de forma excepcional. Quiere decir que el siguiente Presidente tomará posesión del cargo el 1º de octubre de 2024, aunque existe la sentencia popular de que ello no importa, ya que se dice que López Obrador comenzó a gobernar desde julio, en que resultó electo.
El llamado Presidencialismo Mexicano había venido siendo acotado a partir de la Reforma Política de 1977. Las facultades constitucionales y meta-constitucionales —como las definió magistralmente Jorge Carpizo— se vinieron limitando a través de diversas reformas a nuestra Carta Magna y al sistema político nacional.
Muchas de las potestades legales presidenciales se transfirieron a los poderes Legislativo y Judicial, los órganos constitucionales autónomos, así como en favor de la autonomía política de la Ciudad de México, que dejó de ser una dependencia administrada bajo el control del Presidente.
Durante los últimos 21 años, la Presidencia de la República estuvo acotada, además, por el hecho de que el partido político que lo llevó al poder no tuvo mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, lo que limitó su capacidad de sacar adelante muchas reformas.
Como resultado de los pasados comicios, el mismo partido del Presidente tiene ahora mayoría en el Congreso y en 19 legislaturas de los estados; y además, ocupa el gobierno de la capital de la República, lo que le permitirá a la nueva administración poder poner en marcha un plan de gobierno integral y con pocos contrapesos políticos.
Con un gran apoyo popular, el presidente López Obrador tendrá la extraordinaria oportunidad de poder cristalizar sus planes y programas largamente ideados. Se trata de la primera ocasión en que un líder social ocupará la más alta responsabilidad de la administración pública.
Es un momento especial para la vida democrática de México. La renovación de la titularidad del Poder Ejecutivo impactará la vida de todos los mexicanos.
México ha vivido —y también padecido— gobiernos de hombres fuertes. La historia nos indica que la vida republicana goza de cabal salud mediante el funcionamiento de instituciones políticas fuertes.
Nuestra vida democrática ha dado un nuevo paso. Esperamos una Presidencia de la República que cumpla con su obligación de guardar y hacer guardar la Constitución, que es carta de navegación de la nación mexicana.
Como Corolario, la frase de Benito Juárez: “El primer gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la Ley”.
Source: Excelsior