¿Sabes quién es Sarah Huckabee Sanders? Si tu respuesta es no, nosotros te explicamos. Es la portavoz de la Casa Blanca, conocida por exteriorizar la información oficial del gobierno de Donald Trump. Hace un par de días, hizo noticia cuando unos periodistas la cuestionaron por no ponerse en los zapatos de las familias indocumentadas separadas en la frontera con México.
Hoy, Sanders vuelve al centro de la polémica y no por su trabajo como portavoz. Durante una cena en Lexington, un pequeño municipio a tres horas en auto de Washington, fue interpelada por la propietaria del local, quien respetuosamente le pidió que se fuera.
La idea de ella era comer en el restaurante llamado Red Hen, junto a su marido y otras seis personas invitadas. Todo parecía normal al comienzo: los comensales esperaban sus platos de fondo y aguardaban el inicio de la velada, cuando Stephanie Wilkinson, gerente del local, se acercó y le dijo a Sanders: “Soy la propietaria. Me gustaría hablar con usted en el patio exterior”,
Una vez que las dos estaban afuera, la gerente le dijo que sentía la necesidad de “hacer valer los estándares del restaurante, como la honestidad, compasión y cooperación”, y que por culpa de eso le pedía que por favor se marchara del local. Según la misma Sanders, en una entrevista que dio refiriéndose al tema, aceptó la petición con cordialidad, por lo que ella y sus numerosos acompañantes se retiraron. El restaurante no les exigió a sus comensales pagar lo que ya habían consumido.
Expulsada por trabajar para Trump
Este altercado solo deja en exposición la gigante polarización política que reina actualmente en Estados Unidos, gracias al año y medio que lleva el gobierno de Donald Trump. Además, todo esto ocurrió a solo tres días después de que la secretaria de Seguridad Interior, Kirsten Nielsen, fue abucheada por un grupo de manifestantes mientras comía en un restaurante de Washington.
“Si los niños no comen en paz, tú tampoco”, le gritaron en esa oportunidad.
Esto se suma a lo que le pasó a Stephen Miller, consejero del gobierno de Trump, y en parte ideólogo de la política migratoria actual del país norteamericano. Miller tuvo el valor de ir a comer a un restaurante mexicano llamado Espita Mezcalería, dónde los comensales comenzaron a gritarle “¡fascista!”. También se tuvo que retirar del lugar.
Sin embargo, lo que le pasó a Sanders es diferente por una razón, la polémica medida de separar padres e hijos ya había sido derogada, el pasado miércoles. Pero eso no evitó que la portavoz viviera una experiencia similar.
La misma Sanders confirmó el incidente y explicó que se le invitó a retirarse porque trabaja para el presidente, por lo que se fue “educadamente”:
“Sus acciones dicen mucho más sobre ella que sobre mí. Siempre hago lo mejor que puedo para tratar respetuosamente a la gente, incluyendo a aquellos con los que no estoy de acuerdo, y continuaré haciéndolo”, escribió en su cuenta de Twitter refiriéndose a la propietaria del restaurante.
Un gobierno “inhumano y sin ética”
El pueblo de Lexington tiene aproximadamente 7.000 habitantes y, en su mayoría, votó en contra de Trump en las elecciones presidenciales de 2016, pero se ubica en un el condado de Washington, uno de los pilares republicanos. La decisión del restaurante ha recibido tanto elogios como críticas, aunque siendo sinceros, más de los primeros.
La misma dueña del local salió a explicar sus acciones: “Este pareció ser el momento en nuestra democracia en que la gente tiene que tomar acciones incómodas y defender su moral”, dice Wilkinson. También aseguró que normalmente no es partidaria de la confrontación, pero que su decisión la tomó en base a que Sanders trabaja en un gobierno al que ella considera “inhumano y sin ética”.
“Habría hecho lo mismo otra vez. Simplemente sentimos que hay momentos en que la gente tiene que vivir por sus convicciones. Este pareció ser uno de ellos”, agregó Wilkinson.
La propietaria también explicó cómo se dio la situación. Según sus palabras, a las ocho de la noche recibió una llamada del chef del restaurante que le explicó que Sanders estaba en el lugar. Además de explicarle que los trabajadores estaban un poco preocupados y que querían saber que debían hacer, a lo que ella respondió que iría hasta el restaurante.
Una vez ahí, habló con sus trabajadores buscando una solución. “Díganme qué quieren que haga. Le puedo pedir que se marche”, dijo. Le dijeron que sí, que por favor hiciera eso. Uno de los motivos para esta actitud de sus trabajadores, según explicó, es que varios de sus trabajadores son homosexuales que sienten que el gobierno de Trump demuestra intolerancia hacía el colectivo LGBTI con decisiones como no dejar entrar a personas transgéneros en el ejercito.
Source: UPSOCL