Las nuevas relaciones alteran por completo la química del cerebro.
La situación
Un “amigo” tuyo ha conocido a alguien, ha salido un par de veces con esa persona y está que no puede pensar en otra cosa. Cada vez que habla de ella, se le iluminan los ojos y no para de repetir que esta podría ser la persona que le lleve a eliminar su cuenta de OKCupid. Pero un buen día, tu amigo recibe ese temido mensaje anunciando que “falta química” o alguna otra frase amable de ruptura similar.
Tu amigo está destrozado, no consigue pasar página y centrarse en el siguiente match de Tinder. Al contrario: no para de mirar las cuentas de Instagram y Twitter de su exrollo, preguntándose qué fue lo que no funcionó. Lo está pasando peor que si hubiera roto con una pareja con la que llevara mucho tiempo. Meses después, la cosa no ha cambiado y tu amigo empieza a plantearse si no se habrá convertido en una especie de acosador o un rarito.
La realidad
El amor no correspondido ha sido el protagonista de infinidad de canciones y obras literarias a lo largo de la historia —desde los poemas de Dante sobre Beatrice a Las penas del joven Werther, de Goethe, y desde el “He Stopped Loving Her Today” de George Jones al “Love Story” de Taylor Swift—. Hay pocos temas más dramáticos que la pasión que arde inmisericorde contra toda fuerza externa, pese el rechazo de la persona amada y al sufrimiento que causa a quien la experimenta.
Ser ignorado por alguien que podría haber sido el amor de tu vida puede llegar a convertirse en una tragedia desgarradora digna de una novela o un poema épico. Los psicólogos dicen que es bastante común.
En 1993, Roy Baumeister y Sara Wotman, que por entonces trabajaban en la Case Western Reserve University, publicaron uno de los estudios definitivos sobre el amor no correspondido. De los 155 participantes, hombres y mujeres, más del 98 por ciento aseguraron haber experimentado o profesado un intenso sentimiento pasional no correspondido en algún momento de sus vidas.
“La mayoría de nosotros nos creemos más deseables de lo que realmente somos para los demás”
La explicación de que este fenómeno sea tan común es una verdad muy dura: “la mayoría de nosotros nos creemos más deseables de lo que realmente somos para los demás”, señaló Baumeister en una entrevista para el New York Times. Eso sería la explicación científica de cuando no sabemos si alguien está fuera de nuestro alcance.
Los psicólogos clínicos aseguran que es normal sentirse traumatizado y herido inicialmente ante un rechazo de alguien por quien sientes algo. “No es raro que alguien siga pensando en una pareja con la que ha estado poco tiempo, incluso mucho después de haber terminado esa breve relación”, señala Shani Graves, asesora de salud mental de Nueva York. “De hecho, ocurre con más frecuencia de lo que estamos dispuestos a reconocer”, añade.
“A veces, nos lo jugamos todo a una carta, con la esperanza de que esa persona llegue a ser importante en nuestra vida”. Eso puede distorsionar nuestra visión de lo maravillosamente que está yendo el breve periodo de cortejo y “evitar que lleguemos a conocer realmente a la persona”, explica Graves. “Y cuando las cosas no funcionan, nos quedamos confusos y heridos”.
Tanisha M. Ranger, psicóloga clínica de Henderson, Nevada, añade que “las personas tenemos un problema con los asuntos inacabados. Tendemos a recordarlos mucho más que aquellos temas que hemos cerrado”. Ranger señaló que el efecto Zeigarnik, un sesgo cognitivo por el cual es más probable que recordemos o hallemos tareas importantes que estén por hacer, podría también aplicarse a tareas emocionales de más calado, como mantener el interés de una posible pareja sentimental.
Por otro lado, iniciar nuevas relaciones altera por completo la química del cerebro, que produce más serotonina y nos sume en un estado de ensoñación. “Hay situaciones agradables que, por breves que sean, pueden generar cambios en el cerebro, al que no le gusta que le arrebaten esa sensación agradable”, explica Ranger. “Cuando eso ocurre, la persona siente soledad y anhelo”.
La pasión en las relaciones duraderas suelen apagarse en cuestión de meses, por lo que su final, aunque doloroso, generalmente se produce de forma gradual. En cambio, el final de una relación breve y de la euforia y la energía que lleva aparejadas es similar al efecto que causaría dejar una droga de golpe: puede provocar síndrome de abstinencia.
“Las personas que se han visto en la situación de rechazar siempre se lamentaban de que no sabían qué decir para no herir a quien tenían que rechazar”
Lo peor que puede pasar
Un hallazgo sorprendente del estudio de Case Western es que sufren más las personas que rechazan que las rechazadas.
Una de las razones es que, culturalmente, la persona rechazada cuenta con el apoyo de la sociedad. “El aspirante tiene muchos referentes culturales que seguir y que ofrecen guías sobre qué decir o cómo hacer saber a la otra persona que siente algo por ella o que justifican el no tirar la toalla ante un primer rechazo”, explicó Baumeister a la revista Times.
“Hay infinidad de películas de serie B en las que la protagonista inicialmente rechaza al héroe, este insiste y al final consigue estar con ella. Es lo mismo que hacen estas personas, seguir intentándolo como en las películas. Mientras ellos tienen todas esas tácticas que seguir, las personas que se han visto en la situación de rechazar siempre se lamentaban de que no sabían qué decir para no herir a quien tenían que rechazar”.
Quizá el concepto del amante despreciado que se niega a dejar que la pasión se extinga sonara caballeroso en los tiempos de Dante, Goethe y Dickens, pero en el siglo XXI, el negarse a aceptar un no por respuesta es, básicamente, un problema.
Asimismo, si la persona rechazada no tiene la integridad suficiente, podría experimentar impulsos negativos. “Si no se cura adecuadamente, ese dolor puede perdurar y enconarse”, explica Graves, “llevando a la persona a acosar a su amor en redes sociales, a exigirle respuestas o a querer saber si ha logrado rehacer su vida”.
“La adicción al amor es un trastorno tremendamente doloroso alimentado por la soledad traumática y la ausencia de vínculos afectivos seguros a lo largo de la vida”
Esos comportamientos pueden ser la manifestación de problemas más graves. “El apego patológico derivado de un trauma en la relación puede manifestarse como una preocupación obsesiva por alguien con quien has salido durante un breve periodo”, señala Sheri Heller, trabajadora social clínica de Nueva York. Heller afirma que la “adicción al amor” es “un trastorno tremendamente doloroso alimentado por la soledad traumática y la ausencia de vínculos afectivos seguros a lo largo de la vida”.
Las personas afligidas ven en las nuevas relaciones una solución a su trastorno y se desmoronan cuando estas terminan. Tras el rechazo, “el adicto al amor entra en un estado de retraimiento debilitante”, señala Heller. “Durante ese periodo, el pánico a ser abandonado se mezcla con un sentimiento de profundo autodesprecio”.
Qué es lo que probablemente sucederá
La mayoría consigue superar un rechazo. Eso es lo que indica el estudio de Baumeister. Las personas rechazadas “creen que nunca más podrá volver a ser felices”, señala. “Sin embargo, suelen estar equivocadas”.
“Como hay sentimientos de por medio, es difícil fijar un periodo de convalecencia para este tipo de traumas”, apunta Racine R. Henry, fundadora de Sanfoka Marriage y Family Therapy. Pero tu amigo pueden mitigar comportamientos que prolongarían el dolor. “Que borre el contacto de esa persona”, afirma Henry, “que borre sus fotos del móvil, deje de seguirla en redes sociales o incluso la bloquee. Que haga saber a sus amistades que no quiere seguir hablando de esa persona. Tal vez no pueda borrarla de su memoria, pero sí puede empezar a poner distancia entre ambos”.
Varios profesionales de la salud mental a los que entrevisté para este artículo recomiendan dedicar una temporada a cuidar de uno mismo y a dejarse cuidar por los amigos. Al cabo de un tiempo, tu amigo volverá a sentirse bien y con ganas de volver a conocer a alguien.
Qué decirle a tu amigo
Que no es un rarito y, a no ser que haya sobrepasado ciertos límites, tampoco es un acosador. Pero tampoco es Dante Alighieri ni Cyrano de Bergerac. Simplemente se sintió esperanzado y experimentó una reacción química como reacción a la promesa de una posible relación, y es normal sentirse angustiado cuando se acaba. Que entienda también que no debe de haber sido fácil para la otra persona. Que se tome el tiempo que necesite, pero si ese sentimiento sigue desgarrándole por dentro, quizá tenga problemas de soledad y emocionales que tendría que tratar con un profesional.
Publicado originalmente en VICE.com
Source: Infobae