PISA y formación

Una vez más ha causado revuelo el informe del PISA (Programme for International Students Assessment), que podríamos traducir como Programa Internacional de Valoración de Estudiantes, que cada tres años realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con sede en París, y que agrupa a los países principalmente ricos, como lo denomina ahora la revista The Economist.

En esta prueba, efectuada el año pasado, participaron no sólo los miembros de la OCDE, sino que se aplicó a 540 mil jóvenes de 15 años que por lo menos habían terminado la primaria, en un total de 72 países del mundo. El examen se refirió a ciencias, matemáticas y habilidades lectoras.

Los resultados han sido comentados en los medios de comunicación de los países participantes y los ha habido tanto a favor como en contra según los resultados del examen, pero hay que reconocer que se ha convertido en un suceso más allá de la OCDE, por sus consecuencias.

Andreas Schleicher, responsable de la prueba en la organización, y que algunos medios han dicho que en realidad es el ministro de educación global, ha expresado en relación con el informe que en Finlandia no se enseña muchas matemáticas, ciencias o lectura, pero pone énfasis en otras cuestiones, como una hora más de música o artes, lo que puede suponer mejores resultados que una hora más de matemáticas.

Asimismo, agrega que la repetición es ineficaz, ya que estigmatiza a los alumnos y cuesta mucho dinero. Si se tiene alumnos que no lo consiguen, hay que pensar por qué no triunfan y cuál es la responsabilidad del maestro, para encontrar la forma de ayudarles.

El exministro de Educación español, Alfredo Pérez Rubalcaba, comentó los resultados del informe y mencionó que sin duda PISA es una auténtica fiesta madre de todas las clasificaciones y que los resultados se toman como si fuera un festival de Eurovisión o la liga de campeones del futbol, que permiten decir quién sube, se estanca o permanece igual, y agrega que “impulsar la enseñanza entre los 0 y los 3 años, reforzando la formación permanente del profesorado o facilitar a centros y docentes la atención a la diversidad de los alumnos sería más útil que abordar grandes reformas estructurales”.

Para nuestro país, los resultados de la prueba creo que fueron los esperados: quedamos en último lugar de los países miembros de la OCDE, en relación con 15 años atrás, cuando fue la primera edición de PISA, y avanzamos algunos puntos en matemáticas, al igual que en lectura, nada significativo, y perdimos en ciencias.

Un aspecto a destacar en esta prueba es que no hay resultados por estados, porque faltaron computadoras y acceso a internet, según declaró la presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE). Es decir, la nación, que se encuentra entre las 15 potencias del mundo, no puede proveer de computadoras y acceso a internet a menos de 50 mil alumnos en el país ya que, dicen, es un “costo excesivo”. Yo agregaría que lo que en realidad es un costo excesivo es haber financiado al INEE para que abriera oficinas en todos los estados de la República sin la menor justificación.

La única manera de mejorar los resultados es, sin duda, que mejoren los estudiantes, pero en primer lugar los profesores. Y resulta que gracias a las decisiones de los “expertos educativos” que se encuentran laborando en la SHCP, se determinó que la partida de formación profesional para 2016, o sea la capacitación de los maestros, que en el presupuesto original era de mil 150 millones de pesos, se redujera a 500 millones y, sabiamente, establecieron que fuera vía subsidio a los estados para que ellos decidieran cómo hacer la capacitación, lo cual ha dado como resultado que hasta el día de hoy no se haya erogado un peso en formación. Para 2017 han presupuestado 400 millones de pesos.

Lo anterior es una muestra más de los errores que se cometen en las áreas presupuestales, en detrimento de las dependencias que conocen la realidad, como es el caso de la SEP, y en última instancia los más afectados son los jóvenes educandos.