El río Pilcomayo alimenta algunas de las regiones más remotas entre Paraguay y Argentina, pero es un río impredecible: bloquea su propio cauce y cambia de rumbo lo que ocasiona sequías e inundaciones en sus zonas de influencia.
El río Pilcomayo es un río de montaña y llanuras, cuyas fuentes se encuentran en la cordilleras orientales del Altiplano de Bolivia señalando luego los límites entre las regiones del Chaco Boreal, al norte, y el Chaco Central al sur.
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Este caudal temperamental nace en los Andes bolivianos y durante tres meses al año baña a su antojo las llanuras del norte de Argentina y oeste paraguayo. Durante la temporada de lluvias el Pilcomayo abarca una cuenca de más de 200.000 km², un área equivalente al tamaño de Italia. Pero en los nueve meses de sequía, prácticamente desaparece.
Cuando baja de las montañas, desde 4.000 metros de altura, transporta millones de toneladas de sedimentos que, cuando llegan a las planicies de El Chaco, hacen que se bloquee su propio cauce, frenando su corriente y reduciendo dramáticamente los recursos hídricos de la región.
“Para tener una idea de la cantidad de sedimentos que arrastra al año, si se pone en camiones volquetes uno delante del otro, puede darle la vuelta a la Tierra y todavía no vas a poder descargar todos esos sedimentos”, explica el experto medioambiental paraguayo José Ortiz.
El Pilcomayo —de 2.426 km de extensión— divide El Chaco y marca la frontera entre Paraguay y Argentina.
Es la primera semana de noviembre y el calor es asfixiante, y entre lagos secos y arbustos bajos se puede ver un ganado flaco que busca cobijo en la poca sombra que hay.
Tal es la naturaleza indomable del Pilcomayo y su tendencia a obstaculizar su propio caudal, que en el siglo pasado Argentina y Paraguay desistieron de tenerlo como línea limítrofe y marcaron sus fronteras geográficas independientemente de lo que se le antojara hacer a este río.
También, debido a que el Pilcomayo se redujo considerablemente, las autoridades de estos dos países decidieron “domar” este río construyendo cauces artificiales, levantando barreras y diques.
A fin de evitar conflictos diplomáticos, se llegó a un acuerdo binacional en el que se creó lo que se conoce como el proyecto Pantalón, que consistió en dividir el río en dos canales para que una pierna regara Paraguay y la otra a Argentina y así repartir la cantidad de agua y sedimentos para cada región.Pero si sus cauces no se limpian, el Pilcomayo hace de las suyas.
Desde el año 2007 se toma mediciones en 32 puntos de la Cuenca del Pilcomayo, esto por un programa que fue elaborado por especialistas de tres países. De los 32 puntos, tres están en territorio boliviano, de donde se toma información que llamamos de tipo intensivo y extensivo, y toda la información que se genera se vuelca en una página web que es www.Pilcomayo.net, donde se puede ver los datos.
Sequía y deslaves
A más de 600 km de Asunción, donde la calma domina el ambiente, es donde el río fue dividido en dos, como un pantalón. Está débil, a la espera que lleguen las lluvias río arriba para recobrar su fuerza y poder. No muy lejos, las máquinas dragadoras también duermen.
Con el calor abrazador y un Pilcomayo disfrazado de riachuelo cuesta creer que estas tierras volverán a ser bañadas por el agua. Es un río muy inestable. “De llevar dos metros cúbicos de agua por segundo (en época de sequía) pasa a transportar 4.000 metros cúbicos (entre diciembre y marzo)”, explica el ambientalista Ortiz.
Esto significa que en cuestión de días el Pilcomayo puede bajar con la fuerza suficiente como para comerse pueblos enteros.
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Source: El Ciudadano