Este proceso ha sido vivido de forma muy diferente por las mujeres. No podemos olvidar la larga lista de graves violaciones a su integridad y dignidad. Violaciones que van desde la tortura, como los pies de loto de las chinitas, hasta las violaciones tumultuarias y feminicidio, que hoy son aún vigentes. Pero bien sabemos que ni la historia ni los procesos civilizatorios avanzan al mismo ritmo en los pueblos. Y el avance o retroceso tiene mucho que ver con la política y las personas dedicadas a ello.
Sobre la protección de la vida en todo el territorio nacional hasta el día de hoy nadie se ha pronunciado en contra. Si se entiende por qué las y los integrantes de una sociedad deciden poner en blanco y negro las formas para convivir y vivir con seguridad, se infiere fácilmente que es para proteger la vida de todas y todos. Este propósito tiene una arista delicada: el proceso para llegar a la vida, el embarazo, que sucede en el cuerpo de las mujeres. En ese espacio vital está en juego la libertad de la persona. Y la persona es mujer. Tiene, evidentemente, la capacidad para decidir sobre su vida y su cuerpo. Y lo sabemos, ellas han decidido con mayor o menor libertad, pero con muchísimos riesgos para su vida. Y negocio lucrativo para algunos de los más fervientes promotores de la incapacidad femenina para decidir. Las religiones monoteistas tienen expertos peritos en la materia.
El machismo, forma muy mexicana de dominación masculina sobre las mujeres, debe ser considerado como un obstáculo de cualquier planteamiento serio sobre poder, desarrollo y bienestar en este país. En ello, la salud de manera integral, mental y física de mujeres y hombres está en juego. No es sólo una amenaza para ellas; ellos son obligados a vivir y actuar múltiples formas de violencia que afectan su integridad y su dignidad.
Existen personas en todas las sociedades cuyo deseo, identidad y forma de ejercer la sexualidad no coincide con lo que se considera “normal” por aquellos que se asumen como dictadores de la conducta de las y los demás. No mirar a los seres humanos como iguales es uno de los más dolorosos prejuicios, que ha provocado graves daños a la vida y la salud de quienes integran la comunidad LGBTTTI.
Las familias son importantes y merecen respeto, pero hay que saber que el machismo las destruye. Los datos sobre violencia contra las mujeres, las niñas, niños y adolescentes lo demuestran y los feminicidios son cometidos principalmente por un hombre del entorno afectivo de las víctimas. Y es muy grave que sean la mayor parte de las familias mexicanas.
Que la cuarta transformación acuerde la presidencia de la Comisión de Salud para el PES, además de la burla por darle a un grupo religioso sin registro una encomienda fundamental para mejorar la calidad de vida de todas y todos, hará imposible avanzar hacia la consolidación de los derechos humanos de la ciudadanía.
La fuerza de “oposición”, el PAN se muestra en el Día contra la violencia hacia las mujeres, tal y como es: “El senador del PAN Ismael García Cabeza de Vaca en un chat en su teléfono titulado “Three Amigos”, en el que aparecen ‘Gero’, ‘Manito’ y el propio legislador comentaban la foto de una chica”. Ni para qué decir lo que siguió. Dirán que es sólo un senador. Ojalá. La absoluta falta de respeto a las mujeres, el machismo, no puede seguir dictando las formas de convivencia en México. Qué bueno que ya se reconsideró esa decisión.
Source: Excelsior