Pasa en las mejores familias: el relato de las vivencias compartidas suele tener mucho de mito. Lo que no es frecuente es todos los miembros de un mismo clan se destaquen en una misma disciplina y que su obra se transforme, con los años, en un clásico universal mientras que esas leyendas pasan de generación en generación, se repiten, se exageran y rara vez se ponen en cuestión.
Eso es lo que ocurre con las hermanas Brontë –Charlotte, Emily y Anne– autoras, todas ellas, de algunos de los libros más emblemáticos de la literatura británica, y con Branwell, el hermano varón algo misterioso de la familia.
Como definió en una reciente entrevista con Infobae Cultura la periodista Laura Ramos – autora de Infernales (Taurus, 2018), una auténtica enciclopedia sobre la inquietante familia británica de las letras– de alguna manera “la vida de las Brontë compite con sus obras”.
“La gente piensa que eran tres escritoras perdidas en el páramo, vírgenes, que nunca habían salido de su pueblo. No fue así. Esto fue un mito que confeccionó la misma Charlotte con ayuda de su primera biógrafa, que era su amiga, para acallar los gritos horrorizados de los lectores y los críticos londinenses cuando aparecieron Cumbres borrascosas de Emily, La inquilina de Wildfell Hall de Anne y Jane Eyre (de Charlotte)”, explicó.
A doscientos años del nacimiento de Emily Brontë, que llegó al mundo el 30 de julio de 1818, vale la pena repasar algunos episodios que la convierten a la autora de Cumbres borrascosas en un auténtico enigma.
Emily Jane es la quinta de una familia de seis hermanos que fueron naciendo con diferencia de un año entre sí.
El padre del clan, Patrick Brontë, era un párroco anglicano bastante exigente que tenía a su cargo un templo en Haworth, un pueblo del condado de Yorkshire, al norte de Inglaterra.
En septiembre de 1821, cuando Emily tenía tres años y su hermana más chica apenas meses, la trágica muerte de la madre del clan, Maria Branwell, hizo que la familia de alguna manera se dividiera.
Las hijas más grandes, Maria y Elizabeth Brontë, fueron enviadas a un internado especial para hijas de clérigos llamado Cowan Bridge, que se mantenía con dinero de beneficencia.
Las condiciones higiénicas y edilicias del lugar, que con el tiempo serviría de inspiración para la novela Jane Eyre, eran muy malas. Pero el dinero del párroco no alcanzaba, así que con el tiempo, serían enviadas las otras dos niñas, Emily y Charlotte.
Hasta que nuevamente la fatalidad golpeó a la familia: en 1825 las hermanas mayores debieron volver a casa de su padre porque contrajeron tuberculosis en Cowan Bridge. Murieron ese mismo año, por lo que se decidió que las pequeñas Charlotte y Emily no regresaran al internado.
A partir de ese momento comienza un capítulo nuevo para los hermanos: Charlotte, Emily, Branwell y Anne pasarán mucho tiempo en la casa familiar en aquel pueblo pequeño. Tanto, que, para entretenerse, comenzarán a inventarse un mundo de ficción que los ayudaría a pasar los días en aquel ambiente definitivamente gótico de la época victoriana.
“Lo que diferencia a los Brontë de otros creadores de ensueños es que ellos compartían entre sí su fantasía y sobre todo ponían por escrito todos los juegos que ellos mismos representaban”, señala la introducción de una de las ediciones de Cumbres borrascosas en español (Editorial Cátedra, 2006).
El gran detonante para el clan de escritores sería, según cuenta uno de los puntos más altos en la mitología Brontë, un obsequio que el padre le haría a su hijo Branwell tras un viaje a Leeds.
En 1826 el clérigo le regalaría una caja con doce soldaditos de madera que el niño exhibió con orgullo a sus hermanas. Éstos adquirirían nombres diversos y a la vez servirían para inventar países imaginarios en los que, con el correr de los días, los niños jugarían.
“Los cuatro hermanos terminaron por dividirse en parejas: Charlotte y Branwell fundaron el reino de ‘Angria’ (…) mientras Emily y Anne se retiraron a una isla imaginaria en el Pacífico Norte, denominada ‘Gondal'”, asegura esa edición crítica de Cumbres borrascosas.
“Los hermanos Brontë pasaban gran parte de su tiempo en estos mundos de ensueño, producción juvenil, que tanta importancia poseen para el estudio de su obra literaria (…). Para Emily, Gondal no era solamente un juego o una forma de escape de la realidad cotidiana; hasta tal punto ha de cautivarla esta invención, que su espíritu se ve continuamente transportado a esta región fantástica, cuyo escenario, condiciones climáticas y habitantes son fiel reflejo de su nativo Haworth”, agrega.
De aquellos años se conservan decenas de pequeños libros escritos por los hermanos a mano e incluso algunos poemas de Emily.
Tal como había dispuesto el padre de los Brontë, las hermanas mayores se dedicaron a formarse y luego a trabajar como institutrices, algo que va casi a contramano de lo esperado para una época en las mujeres debían casarse y dedicarse a sus hogares.
“Estas chicas, que fueron feministas avant la lettre, porque lo fueron, decidieron de alguna manera no casarse y el padre también tomó la decisión de que no se casaran porque las instruyó para ser institutrices”, aseguró a Infobae Cultura Laura Ramos.
Quien de alguna manera se sentía incómoda con el trabajo de gobernanta era justamente Emily que, según distintos estudiosos de su vida y especialmente de sus diarios íntimos, tenía un carácter hermético y un tanto rudo. Además, según señalan, casi no les dirigía la palabra a personas que no fueran de su familia.
En los últimos años, a partir de las declaraciones de la escritora Claire Harman, autora del libro Charlotte Brontë: una vida, en el festival internacional del libro de Edimburgo, se llegó a la conclusión de que la autora de Cumbres borrascosas podría haber padecido el síndrome de Asperger.
“Los hermanos Brontë pasaban gran parte de su tiempo en estos mundos de ensueño, producción juvenil, que tanta importancia poseen para el estudio de su obra literaria”
“Lo dice a partir de dibujar varios rasgos de su carácter: el genio, la aversión a salir de casa, la incomodidad ante situaciones sociales y los repentinos estallidos de ira y frustración”, detalló sobre el tema el diario El Español.
Primeros pasos
Hay una imagen instalada y un tanto ingenua de las Brontë como jóvenes que permanecieron toda su vida en el pequeño pueblo donde pasaron su infancia. Pero lo cierto es que en 1838, Emily empezó a trabajar como institutriz en Law Hill, cerca de Halifax y luego, junto a Charlotte, viajaron a Bruselas, donde estuvieron pupilas en un colegio privado para estudiar francés.
Con los años, Emily regresó a la casa paterna a cuidar de su hermano Branwell, quien luego de dedicarse a las artes plásticas y a distintos oficios sin éxito, tuvo serios problemas por su adicción al alcohol y al opio.
La verdadera carrera literaria de las Brontë se iniciaría, como no podía ser de otra manera para esta auténtica fraternidad, de manera conjunta. Luego de que Charlotte descubriera de manera casual unos poemas de Emily que la impresionaron, decidieron editar un libro de poesía en conjunto con Anne.
Salió en 1846 y pasó inadvertido, casi no vendieron ejemplares. Sin desanimarse, las escritoras se propusieron entonces escribir una novela cada una.
En 1847 saldría entonces, la novela de Charlotte, Jane Eyre, supuestamente escrita por un ignoto Currer Bell, que conquistaría al público británico con un éxito rutilante de ventas. Poco después llegaría la impactante Cumbres borrascosas, de un tal Ellis Bell (Emily) y Agnes Bell, firmada por Acton Bell (Anne).
Nadie conocía a estos tres hombres, pero los libros fueron profusamente comentados.
“La crítica se regocijó en describir la violencia, la brutalidad y el lenguaje soez de las novelas de los Bell hasta llegar a algo así como un consenso sobre el bajo tono de la conducta de los personajes, la rudeza e indecencia de sus publicaciones, aunque reconocían su fuerza y originalidad”, escribió Ramos en el prólogo de Infernales.
Cumbres borrascosas y sus inolvidables protagonistas, Heathcliff y Catherine, se transformaron en un hito insoslayable para los amantes de la literatura y de las grandes historias de amor.
¡Creo verla en las más vulgares facciones de cada hombre y cada mujer, y hasta en mi propio rostro! El mundo es para mí una horrenda colección de recuerdos diciéndome que ella vivió y que la he perdido.
“Cumbres borrascosas” (1847)
Sin embargo Emily casi no pudo vivir el éxito en el que, con el correr de los años, se convirtió su única novela. En septiembre de 1848 se resfrió luego de asistir al funeral de su hermano Branwell.
La escritora murió pocos meses después, de tuberculosis. Tenía 30 años.
Las mil versiones de un clásico
Por ese poder indeleble que tienen los clásicos, Cumbres borrascosas tuvo diversas adaptaciones teatrales, cinematográficas y en la televisión mundial.
Entre las más destacadas están la dirigida por el cineasta William Wyler, protagonizada por Laurence Olivier en 1939 y la que dirigió el francés André Téchiné en 1979, con Isabelle Adjani en el papel de Emily y con Isabelle Huppert en el papel de Anne.
También el director Luis Buñuel llevó al cine una versión de la novela en su largometraje Abismos de pasión. Y tampoco falta la versión argentina: en 1978, se emitió en la televisión local una miniserie que recreaba la historia de Brontë y fue protagonizada por los actores Rodolfo Bebán, Alicia Bruzzo y Carlos Calvo, entre otros.
En tanto, entre las diversas producciones audiovisuales dedicadas a contar la vida de la familia Brontë se encuentra el reciente telefilm To Walk Invisible: The Brontë Sisters, que puede verse en algunas plataformas de streaming.
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Source: Infobae