Me entristece la muerte de miles de cubanos asesinados por Fidel Castro y su tiranía. Me apenan desde hace décadas.
La muerte de Fidel me hace sentir que se pudra en el panteón de los genocidas, junto a Hitler, Stalin, Lenin, Pol Pot, Mao, etcétera.
Me avergüenzan los que hacen frases de circunstancia frente a la muerte de un tirano y genocida: “Una muerte siempre genera congoja, pena; más allá de las aproximaciones o diferencias ideológicas que uno podía tener con él, ha sido una figura que marcó la historia de Latinoamérica. Con la muerte de él se cierra un capítulo importante de la historia latinoamericana. Sin hacer juicio de valor del contexto ideológico, Castro no sólo marcó a la región, también marcó al mundo”.
Cambiemos ahí Castro por Hitler y calza perfecto, cambiemos Latinoamérica por Europa y vuelve a calzar. No se elogia, ni se siente pesar cuando mueren los malos, los peores.
No imagino a Winston Churchill, ni a Harry Truman, Dwight Eisenhower, ensayando una frase de circunstancia tipo al saber que Hitler había muerto, del tipo: “Falleció un líder importante, que marcó este tiempo, un adversario, etcétera, etcétera”. Saltaron de alegría, seguro, y muchos seguimos saltando alegres. Sólo lamentamos que no sucedió antes.
Porque los tiranos y genocidas cada nuevo día que pasan en el poder hacen más daño.
Frases huecas, que calzarían a Hitler, Lenin o Mao. Claro que se cierra un capítulo, pero hay que decirlo con claridad: un capítulo negro. Un capítulo nefasto que sembró muerte en varios continentes.
No, no siento ninguna congoja cuando mueren tiranos y no creo que haya “obligaciones de ninguna cortesía internacional” para expresar alguna tristeza.
Lo que deberíamos expresar es la esperanza de que esto sea el comienzo de la caída del régimen y la llegada de la democracia a Cuba, que ya lleva sufriendo 67 años de tiranía castro comunista.
Debería entristecernos lo que ha sufrido y sufre el pueblo cubano, sus persecuciones, sus emigrados y la división de sus familias. Menos cuando el tirano ha sido uno de los principales criminales y genocidas.
Murió un terrorista de Estado.
Murió uno que armó terroristas para lanzar guerras de agresión dentro del continente, bajo el eufemismo de guerras de liberación.
La crueldad de sus acciones desató reacciones muchas veces bien violentas. Pero esa violencia no hubiera existido sin la inicial agresión castrocomunista.
Los cubanos fueron enviados como cipayos a servir en guerras de expansión del comunismo soviético. Angola, Etiopía, Somalia, lugares muy distantes de Cuba donde nada tenían que hacer, salvo derramar su sangre para que el tirano pagara la ayuda soviética.
Todos los que visitan Cuba saben del atraso, de la miseria imperante. Que no es causada por ningún “bloqueo”, ya que, salvo con los Estados Unidos, Cuba podía comerciar con el resto del mundo. Y además seamos claros: Castro se vanaglorió de echar a los “yankees” y no necesitarlos. Era su propia receta.
No hay que olvidar que se asoció con narcotraficantes y les dio base en la isla prisión para exportar su droga a América.
Creo que estaba muerto hace tiempo, sólo “decían que estaba vivo y usaban un doble” para asegurar la transición del régimen filomonárquico de la Revolución Cubana al hermano Raúl. Y este poder hacer la purga de los que lo incomodaran, como ha sido siempre en la historia de los gobiernos “populares y comunistas”.
Sus émulos han sido todos tiranos. Hugo Chávez, Daniel Ortega, Nicolás Maduro, los Kirchner, cuando mucho tomaron el poder algunos por elecciones. Pero no define eso ser demócrata, porque también Hitler tomó el poder con elecciones. Los definió su abuso del poder, su ambición de perpetuidad y su atropello de las libertades. Todos cortados con la tijera del tirano mayor.
Lo que merece nuestra congoja, nuestra tristeza son las decenas de miles de muertos y torturados que causó la megalomanía de Fidel.
Lo que merece que estemos tristes es que falleció, como Hitler, Stalin, Mao, sin ser juzgados los crímenes cometidos. Que su pueblo no haya podido darle el castigo que merecía.
Me entristece es que tantos medios se “pongan en cadena” a hacer apologías de un tirano y genocida, de un perverso que sembró muerte, torturó y hundió en la miseria todo lo que tocó.
Entristece que tantos sean “políticamente correctos” y no hayan derramado aún una lágrima, una palabra por las víctimas del castrismo, dentro y fuera de Cuba.
El autor es abogado y empresario. Ex presidente Juventud UCEDE (1986-1990). Ex vicepresidente Unión de Juventudes Democráticas de Hispanoamérica (1987-1991). Recibió el Premio Defensa de la Libertad de Fundación Atlas en el año 2005.
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Post y Contenido Original de : Infobae
http://www.infobae.com/america/opinion/2016/11/26/mi-luto-es-por-las-victimas-de-castro-murio-un-tirano-y-genocida/
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