La fiesta de Año Nuevo en México está llena de rituales. Y los hay para todas las necesidades y según los deseos de quienes esperan mejor ventura para los siguientes 12 meses por venir.
Son prácticas tradicionales que los mexicanos han incorporado a sus celebraciones de fin año para despojarse de las “malas vibras” y darle un empujón a la suerte a su favor, por si acaso.
Estos rituales se extienden en la mayor parte de los hogares mexicanos, y acompañan la preparación de fiesta en un país donde 7 de cada 10 mexicanos creen más en amuletos y limpias que en la ciencia, según la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología en México 2011.
Realizada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), esta encuesta sustenta la superstición que emerge entre los mexicanos al final de año.
Las últimas horas del año apenas dan tiempo para barrer la casa, mover los muebles, tirar lo viejo y limpiar los pisos con vinagre o amoniaco. Todo con tal de remover “las malas vibras”, arrancar de los rincones a los malos espíritus y, por supuesto, impedirles que regresen el próximo año.
Entre los “souvenirs” de la superstición son infaltables los calzones: rojos para el amor y amarillos para el dinero. O la colección de 12 velas para encender una cada mes del año próximo con un deseo grabado que, con la luz encendida, encontrará más fácil su camino hacia que lo espera.
Para animar a la abundancia están también los granos. Una estrella de David con alpiste y semillas colgada en la puerta de la casa no faltará en algunos hogares. Tampoco la sábila con un listón rojo amarrado a su puerta para evitar la mala suerte y el “mal de ojo” (la envidia). O el borreguito de abundancia acomodado en alguna estantería. Eso sí, regalado para cumpla su propósito.
La necesidad hace la ocasión y los mercados populares saben aprovechar el momento para expandir la oferta de productos para la buena ventura. Entre otros, el costalito de fieltro donde guardarán billetes falsos y semillas para que el dinero llegue a las manos y se multiplique.
Entre los granos debe haber semillas de girasol, lentejas y frijoles rojos para el amor, la salud, el dinero y la protección de la familia.
De entre todos los granos y semillas, las lentejas son las más apreciadas, pues corre la creencia de que por sí solas traen abundancia y buena fortuna. Por eso hay quienes se toman el tiempo de cocinarlas y ofrecerlas en la cena. Otros preparan saquitos de tela para envolverlas y regalarlas al filo de las 12 de la noche.
Será en el último minuto del año cuando todos los mexicanos acelerarán el paso para intentar, al mismo tiempo, comer las 12 uvas para cada uno de los deseos y sonar 12 monedas para que haya dinero todo el año.
Pero si lo que esperan del siguiente años son viajes, hay que sacar las maletas del clóset y tenerlas listas para el último minuto del año, cuando habrá que correr con ellas hacia la calle, con el pasaporte en mano si es posible.
También habrá que deshacerse de “lo viejo” para que “lo nuevo” halle lugar en la vida. Así que los mexicanos suelen en estas fechas deshacerse de ropa y zapatos sin usar, de “tiliches” arrumbados –como coloquialmente llaman a las cosas arrumbadas que ya no usan– y muebles rotos.
Si los rituales caseros parece que no son suficientes, habrá que recurrir entonces a la “magia” de los “yerberos” y brujos que ofrecen sus servicios para despojarnos de las “malas vibras”.
En la Ciudad de México el lugar de más tradición para una “limpia” o un “baño de Año Nuevo” es el Mercado de Sonora, que se ubica en la zona de la Merced. Su pasillo 8 es el más recorrido durante estos último días del año, con su mezcla de olores a hierbas curativas, mirra, copal y otros difíciles de identificar.
Allí esperan a los capitalinos las manos expertas de curanderos y brujos que apuñan ramas de pirúl, rosas blancas y rojas, romero, albahaca y otras imposibles de identificar.
Con ellas “azotarán” los cuerpos de quienes han ido en busca de ayuda para deshacerse de la mala suerte. O las hervirán juntas para preparan una “solución” que deberá verterse sobre el cuerpo, de la cabeza a los pies, durante el último baño del año.
Ni las mascotas se salvan de estos rituales y a ellas también, sean perros o gatos, habrá que someterlos a una “baño de limpia”.
Otros mexicanos además escriben en pequeños papeles lo que no les gustó del año viejo y también lo que desean para próximo. Luego, al comenzar la cuenta regresiva, los colocan en una cacerola de barro y le prenden fuego para que las llamas consuman y eleven al cielo todas las peticiones.
Mientras corren las últimas horas de este 2018, todavía hay tiempo de elegir ritual, según las necesidades y deseos. Al cabo que “lo que no mata, engorda”, dicen en México.
MÁS SOBRE ESTE TEMA:
10 rituales de Año Nuevo para atraer el amor y la prosperidad
¿Dónde recibir el año nuevo? Conciertos, bares y restaurantes para recibir el 2019
Source: Infobae