Murilo Kuschick[1]
[1] Profesor-Investigador, Departamento de Sociología, UAM Azcapotzalco, [email protected]
Ya han pasado algunos meses desde que la pandemia del Covid-19 ha sido declarada en el mundo. Los gobiernos de los países la han enfrentado con distintos medios y han buscado no sólo solucionar la crisis sanitaria, sino que se han planteado enfrentar también la crisis económica que se ha suscitado por las medidas que buscan paliar los efectos de la pandemia tales como es el confinamiento de la población y las medidas que procuran impedir las aglomeraciones multitudinarias.
Pese a que en México a diferencia de China, Italia, España, Alemania y los Estados Unidos, que han sido los países más atingidos por la propagación del virus hasta el momento, los países de América Latina, -con excepción de Ecuador- han tenido una cantidad limitada de decesos hasta el presente momento si lo comparamos con otros países. Si bien esta cantidad puede ir en aumento conforme se desarrolle la pandemia, el pronóstico aun es limitado pues se desconocen aun sus verdaderos alcances, lo que ha generado gran incertidumbre y cuestionamientos con respecto al futuro de la humanidad de nuestra especie en su conjunto.
Este concepto un tanto cuanto abstracto nos ha colocado en la tesitura de pensar que todos estamos juntos en la actual situación, juntos pero no revueltos, ya que la reacción elemental de casi la mayor parte de los países y de sus gobiernos ha sido levantar puentes levadizos e intentar impedir la entrada del extranjero que nos viene a contagiar, aun cuando esta seas una reacción normal de la intención de protegernos. Este contagio ha mostrado los aspectos como siempre buenos y malos de los seres humanos, desde aquellos que buscan ayudar y apoyar a los demás, así como aquellos que desean lucrar con la situación y obtener algún tipo de provecho.
Mientras se resuelve y se generan nuevos hábitos en la población como aprender a vivir en un estado de excepción encerrados en su casa, aun cuando esta situación no se ha extendido a toda la población, ya que una gran parte de la misma no la respeta y las propias autoridades no son lo suficientemente impositivas para imponer sanciones a quienes violan tales disposiciones, entonces encontramos comó las diferencias en la misma humanidad se presenta como las distintas clases sociales se enfrentan al mismo problema.
Pues si bien parte de las clases medias y altas han podido con sacrificios varios aceptar el confinamiento, -ya que siguen paseando a sus mascotas- y han prescindido del trabajo doméstico y han adaptado estrategias varias para las idas al supermercado, los más pobres han procurado seguir y mantener sus rutinas como no dejar de ir a sus trabajos o seguir movilizándose mediante el uso del metro.
Si bien que en un primer momento la epidemia se desarrolló en los países con economías desarrolladas y entre aquellos que viajan y van de un continente a otro o en donde hay gran flujo de viajeros y de turistas, Italia, España, Alemania y la ciudad más comunicada del mundo, Nueva York, los vasos comunicantes del mundo globalizado, el comercio, y el turismo: lo que nos propone que en donde escasea el comercio y los flujos turísticos la epidemia tendrá menores efectos.
Sin embargo, la parte en que si se puede anticipar un desenlace es en la economía que ha mostrado ya los estragos y la crisis, en primer lugar en la reducción del empleo; sin embargo, el presidente ha establecido una posición de clase y ha pensado que sólo los pobres han de ser afectados por la crisis económica y ha intentado crear las condiciones para que las clases menos favorecidas tengan apoyos, como es el caso de la población de la tercer edad, los jóvenes, los campesinos, y si bien estos puedan tener apoyos, la sociedad no está compuesta únicamente por ellos y no es posible pensar que esta parte de la sociedad pueda generar suficiente demanda para sostener sino el crecimiento el sostenimiento de la economía, junto con las obras como es el aeropuerto de Santa Lucia, la refinería de dos Bocas, el tren Maya y el tren México –Toluca.
Esto es que sea suficiente la inversión pública, por lo cual la crisis transitoria, como la nombró el presidente López Obrador no contará con más acciones que estas que el presidente ha enumerado y que los demás sectores de la economía tendrán que salir adelante con sus propios recursos, recordando que si bien la humanidad es una sola el presidente ha optado por rescatar una sola parte de ella dejando las demás a su propia suerte.
De esta manera, frente a la crisis del Covid-19, el gobierno López Obrador se ha propuesto a seguir con su mismo guion y con las mismas salidas que ha propuesto hacía varios meses atrás, ya que supone que hacer concesiones a los empresarios sería endeudar al país al creer que la crisis es transitoria y que toda regresará a la normalidad.
De esta manera se está colocando en una posición en que los únicos que merecen apoyo gubernamental son los más pobres “el pueblo”, y finalmente encontramos el tamiz de su gran transformación, quitar a unos para dar a otros; empero, es posible que en tal misión justiciera y que busca paliar la desigualdad ha de crear otras ya que plantea la existencia de un Estado que justifica su existencia y funcionalidad hacia únicamente algunas clases sociales, suponiendo que las otras se bastan solas y no necesitan el apoyo de las demás.