La historia de los británicos Nichola y Darren es trágica a más no poder. Primero en 2014 él le propuso matrimonio, tras cinco semanas de conocerla, pero ella rechazó la propuesta.
Darren no se dio por vencido y lo intentó de nuevo el siguiente día de San Valentín, recibiendo por fin un sí.
Planearon la boda por 17 meses y les costó 17 mil dólares, pero el mero día no todo salió como se esperaba y el resultado fue caótico para la novia.
Primero se quitó el maquillaje que le hicieron en un salón profesional porque no le gustó, pero eso hizo que se tardara más en arreglarse.
Después sus papás le informaron que no aprobaban la boda y que no irían, por tanto, no había tampoco nadie que llevara a los tres hijos de Nichola al evento.
Su dama de honor le dijo que tampoco iba a poder ir ella porque sus propios hijos estaban enfermos. Y luego, ya a punto de salir hacia la iglesia, se dio cuenta que no podía subirse al auto porque no tenía cinturones de seguridad para niños, y como sus padres no llevarían a los pequeños a la iglesia, ahora lo tendría que hacer ella. Excepto que al llegar a la iglesia se dio cuenta de que se le había olvidado el vestido de su hija en casa, así que regresó por él.
Más de una hora tarde, se encontró con el novio en el registro de matrimonios, pero cuando el DJ se acercó a decirles que les cobraría las horas extra, Darren no pudo más y se dio la vuelta sin registrarse para el matrimonio.
“Estuvimos juntos un tiempo después de eso, pero ambos estábamos decepcionados. Nos separamos, pero todavía espero que vuelva conmigo algún día”, cuenta ella al periódico The Sun.
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Source: Ay Ojon