En 1986 hubo un 9 que cambió la historia de River. Juan Gilberto Funes (San Luis, 8 de marzo de 1963 – 11 de enero de 1992), el Búfalo, había jugado apenas un partido y medio con la camiseta del Millonario cuando le tocó disputar, con 23 años, la final de la Copa Libertadores de 1986. El club de Núñez venía de perder las únicas dos llaves decisivas que había disputado en su historia, ante Peñarol de Montevideo en 1966 y ante Cruzeiro en 1976. La tercera no se podía escapar. Para eso fueron en busca de goleador, el hombre que le dio el puntapié a la historia internacional más grande de los de Núñez. Murió a los 29 años producto de una enfermedad coronaria. No necesitó más. Ya era demasiado grande. Infobae lo recordó en diálogo con Juan Pablo Funes, su único hijo, quien relató detalles imperdibles de la vida del goleador.
Una familia donde la Superfinal es más especial que en casi todas las demás
• En casa la mayoría somos hinchas de River y vivimos esta final desde el sentimiento pero además de manera particular porque cada vez que River juega algo importante, sobre todo con los temas de las copas internacionales y más aún con la Copa Libertadores, es imposible que en San Luis no se hable del tema y de Funes. Los videos del gol de mi padre están en cada programa que toca el tema y si bien yo no lo viví porque nací dos años después de que él fuera campeón de la Libertadores y del mundo, me pongo a pensar en lo importante y lo simbólico que fue y me imagino que aquella primera Copa que ganó River fue tan importante como la final que está jugando ante Boca.
Juan Gilberto Funes nació en San Luis. Y amó su tierra. De esto daría incontables pruebas en una vida urgente. Un centrodelantero clásico de los de antes: potente, decidido, confiado. Cuando encaraba a la defensa no había forma de contenerlo. Por eso le decían Búfalo. Comenzó su carrera en Huracán de San Luis, luego jugó en Sarmiento de Junín, Sportivo Estudiantes, Jorge Newbery de Villa Mercedes, Gimnasia y Esgrima de Mendoza (acaso el club donde demostró todo de cuanto era capaz, con títulos en la liga mendocina y regional), mientras que en 1984 dio el salto a Millonarios de Colombia, donde conoció de qué se trataba aquello de ser ídolo. Tras una primera etapa de sequía en la red y dudas entre quienes esperaban ver al gran goleadores que les habían prometido, llegó entonces la explosión: 44 goles en 88 partidos. Su nombre había comenzado a sonar con potencia en el continente y River, que había sufrido la baja de Enzo Francescoli (el goleador había emigrado al Racing de Francia ), fue a buscar a ese tanque del que tanto le habían hablado. La Copa Libertadores era la obsesión del club Millonario, derrotado en las finales de 1966 y de 1976, las únicas que habia disputado. La de 1986 debía ser la vencida y para eso pensó en Funes.
“River lo fue a buscar a través de su representante, que era Carlos Quieto, que tenía una amistad con el Bambino (el DT de entonces). Mi papá estaba jugando en Colombia, en Millonarios, donde era y es ídolo total. Eran tiempos en los que el equipo estaba por jugar las semifinales de la Copa y necesitaba un goleador. Mi viejo aceptó la trasferencia, llega y al principio le costó porque se lesionaba mucho, no podía jugar. Pero él quería estar porque jugar en River, club del que era hincha, era su sueño, lo máximo, y finalmente encontró su mejor forma y bueno, todo lo demás está contado…”
Funes llegó a River en la segunda ronda de la Copa Libertadores de 1986. Su debut fue en un 4-1 del Millonario sobre el Barcelona de Ecuador, aunque inició como suplente y jugó apenas 22 minutos tras ingresar en el segundo tiempo por Antonio Alzamendi. El siguiente partido, que fue derrota por 2-0 ante Argentinos Juniors, también comenzó como relevo y entró a los 72 por Daniel Sperandio. La presentación como titular llegó recién en el tercer partido del equipo desde su llegada: un 0 a 0 con Argentinos. El puntano no había podido anotar hasta entonces. Se guardaba lo mejor para el final…
Llegó entonces la llave de la definición. Fue contra el América de Cali. “El estaba absolutamente seguro de que iba a pasar lo que pasó, que iba a hacer un gol y que iban a salir campeones. Me contó Ruggeri en alguna charla que él lo decía con tanta seguridad que parecía que lo supiera”, relató Juan Pablo.
Y así fue. El Búfalo Funes marcó el primer gol en la final de ida disputada en Colombia que River ganó por 2 a 1 (Norberto Beto Alonso marcó el restante para el equipo argentino) y anotó ese legendario gol en la vuelta, para el 1-0 de River en el Monumental.
• Aquel histórico 29 de octubre de 1986…
“Ese día, el de la consagración, fue uno de los más felices en la historia de San Luis. Incluso hay muchos hinchas de Boca que dicen: “Mirá, tu papá me hizo traicionar a Boca porque yo ese día grité el gol porque era el gol del Búfalo y así de todos los puntanos”, porque además mi papá era un ídolo muy cercano, muy de hablar con la gente, muy de potrero… de hecho, apenas River se consagró campeón, en vez de quedarse a festejar en Buenos Aires él se volvió a San Luis, se bajó en Sampacho (Córdoba) con mi abuelo, que estaba en la tribuna y por eso cuando Funes hizo el gol en la final en el Monumental salió corriendo hacia el sector donde estaba su papá y le gritaba “¡para vos, viejo, para vos!”.
• Los goles de Juan, el triunfo de todos
“Cuando terminó el partido le ofrecieron un montón de fiestas y demás y él dijo: “No, me voy a San Luis”. Mi abuelo suele contar que fue toda una odisea sacarlo del Monumental, frenaron en Sampacho porque estaban muertos de hambre, no habían comido nada y apenas los descubrieron ahí hubo una revolución en la estación de servicio donde pararon y entonces siguieron el viaje hasta San Luis donde, al llegar, la casa estaba invadida por la gente. Había hinchas de todos los clubes que estaban felices por El Juan (sic)”.
• El ídolo que vivía como uno más
“A mi viejo lo querían todos por el corazón que tenía, por cómo era, por su carisma y sensibilidad y por ese don que tienen las personas que están tocadas. Incluso creo que será muy difícil que su caso se repita. Puede haber jugadores maravillosos que, ojalá, salgan de San Luis pero en ese momento El Juan era el hijo del tipo que tenía el taller mecánico, que vivía en una casita normal, que había salido de abajo, que se había esforzado, que era muy feliz todo el tiempo y al que le gustaba estar con la gente”.
• Una anécdota que lo describe
“Una vez, en San Luis, él pasó por al lado de una señora y la saludó pero ella no le dijo nada. Entonces la siguió hasta la casa y le preguntó por qué no lo había saludado y la señora le dijo ‘por vergüenza, Juancito’, y entonces mi papá se quedó a tomar mate con ella en su casa. Tenía esas cosas que lo hicieron un ídolo de verdad, era un tipo absolutamente sencillo y daba mucho, él vivía la vida de manera muy intensa”.
• Palabra de campeón
“Cuando llegó a River dijo ‘vengo a ganar la Libertadores’… eso parece una cosa para la tribuna pero él estaba convencido. De hecho no sólo la ganó sino que además hizo los goles en la final, allá y acá”.
• ¿Cómo es aquella historia del Búfalo con la camiseta de Boca que dejó una espina en el corazón del hincha de River?
“Ese equipo campeón de 1986 se desmembró, no se si de buena manera… de hecho me parece que de mala manera. Mi papá se fue a Grecia, luego al Niza de Francia y ahí es donde le descubrieron el problema en el corazón. Después vino a Vélez y ahí lo tienta Boca: él quería jugar en Boca porque creía que podía irle bien. Sabemos que los hinchas de River están ofendidos con eso más allá de lo que él hizo por el club pero bueno, él quería seguir con su carrera futbolística y la posibilidad se la daba ese club. Ya se sabía que él tenía un problema de salud pero él nunca se sintió mal, entonces eran pocos los que se animaban a buscarlo y uno fue Boca por pedido expreso de Antonio Alegre, que era el presidente de entonces”.
El Búfalo llegó a jugar un amistoso con la camiseta azul y oro cuando la enfermedad coronaria que padecía le impidió seguir jugando al fútbol.
• ¿Quién fue el Búfalo Funes?
“Un jugador técnicamente dotado y desde lo físico un privilegiado pero su mayor característica era su poder mental. Vemos en estos días que la clave está en cómo los técnicos motivan a los jugadores o cómo se les baja la presión para que puedan jugar sin tanto nervio pero en el caso de mi papá lo que él necesitaba era sentir eso porque lo volvía mentalmente muy fuerte, era un desfachatado y creía que para eso estaba en River, para no ser uno más”.
Juan Pablo Funes, el único hijo del ídolo, habla de su padre ya no como si sólo fuera suyo, sino de todo San Luis. “El Juan sigue estando vivo en la memoria de los puntanos y eso es lo que tienen los mitos, que van pasando de generación en generación sin que haga falta que pasen grandes cosas para que siga viviendo en la gente”.
Es que la vida de Juan Gilberto se terminó muy rápido. El 11 de enero de 1992, cuando apenas tenía 27 años, falleció como consecuencia de una endocarditis protésica .Un problema coronario que apagó la luz del legendario Búfalo. San Luis recuerda el día de su funeral como uno de los más tristes de su historia. Triste y multitudinario: calculan que cerca de 60 mil personas estuvieron allí. Y entre ellas, algunas inolvidables…
“Maradona, Ruggeri, Gareca y Navarro Montoya se portaron muy bien con mi familia y ellos cuando hablan cuentan la mitad de las cosas que hicieron por Funes pero nos ayudaron mucho. Mucho de verdad”, reconoce Juan Pablo, que siempre habla de su padre como “un hombre feliz”.
• Una sonrisa hasta el final
“Hay una anécdota para simbolizar esto que te digo: cuando a mi papá le ponen el primer marcapasos mi mamá (Ivana Bianchi) va a la habitación y no lo encuentra… Estaba escondido en el placard para ver si se escuchaba el marcapasos y jodía, hacía chistes diciendo que a partir de ahora mi mamá lo iba a poder controlar más porque el ruido era muy fuerte y podía saber adonde estaba. Hasta en ese momento fue una persona que vivió con mucha alegría”.
• Una anécdota anti jugador
“Mi papá en el ’89 estaba jugando en Vélez, era un gran jugador y estaba convocado a la Selección cuando faltaba poco para el Mundial ’90. Un día se estaba entrenando con la Selección y le cuentan que mi abuelo, que había estado con él en Buenos Aires, había tenido un accidente cuando volvía a San Luis y que estaba internado. Mi padre automáticamente dejó el entrenamiento, agarró un auto que le prestó el Tolo Gallego y viajó a San Luis a cuidar a la familia. Al regresar vino el técnico y le dijo: ‘Juan, usted dejó el entrenamiento sin avisar, de manera irresponsable’ y mi papá, con esos principios y valores intactos le dijo: ‘Mire, nada es más importante que mi familia. Ni siquiera el fútbol’, y bueno, muchos dicen que la consecuencia de eso es haberse quedado afuera del Mundial por indisciplinado“…
• El podio de la vida del Búfalo: la familia, el fútbol y una foto para el recuerdo
“Cuando yo nací él estaba en Grecia. Le pidió permiso al Olympiacos para estar en ese momento y el club le dijo que no pero le aseguró que ellos pondrían a disposición de mi mamá los mejores profesionales, la mejor clínica, traductores y todo para que viajara y yo pudiera nacer allá y él dijo: ‘No, prefiero perderme el nacimiento de mi hijo a que no sea puntano. Él quería que su hijo naciera en San Luis’. Entonces él no me ve nacer a mí pero hizo instalar un teléfono en el Sanatorio Rivadavia de San Luis y desde ahí siguió todo. El tema siguió cuando él me vino a conocer, 15 días después: lo primero que hace cuando me agarra es desvestirme todo y luego me viste con una ropa que él había elegido, me puso dos pelotas, una a cada lado, y me saca una foto. Eso es un poco lo que sintetizaba su amor. Su hijo y el fútbol”.
La historia, para que no pase a ser un simple archivo, necesita de voceros. De aquellos que hacen correr la voz. Juan Gilberto Funes no fue el mayor goleador en la historia de River, tampoco el mejor jugador. No tiene el mote de ídolo y hay que recurrir a las memorias más justas para encontrar el registro de un nombre que definitivamente se inscribió en las luminarias del club. El Búfalo marcó dos de los tres goles que River necesitó para ganar la primera Copa Libertadores de su historia. Nery Pumpido; Jorge Gordillo, Nelson Gutiérrez, Oscar Ruggeri, Alejandro Montenegro; Héctor Enrique, Américo Gallego, Norberto Alonso; Roque Alfaro, Antonio Alzamendi y Juan Gilberto Funes, fueron los 11 elegidos por el Héctor Bambino Veira como titulares en la ida y en la vuelta de la final. De aquella épica, el nombre más grande fue el el del Búfalo.
¿Quién fue mi viejo? Un tipo simple, amigo de sus amigos, amante de su tierra, un hombre feliz y un campeón que dejó un legado mayor que sólo el de sus logros deportivos.
Después de River, Juan Gilberto jugó en el Olympiacos de Grecia y lo quiso el Niza de Francia, allí donde le descubrieron su enfermedad coronaria y, por esto, descartaron su contratación. Regresó a la Argentina para jugar y, finalmente, retirarse en Vélez. Para entonces ya era una leyenda.
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Source: Infobae