¿cómo es posible que un niño de ocho años vea porno?
Según la investigación ‘Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales de adolescentes y jóvenes, la edad de inicio de acceso al porno en España se ha adelantado a los ocho años y se generaliza a los 14.
En este paradójico escenario en el que los padres no dejan a sus vástagos caminar solos por la calle pero les permiten navegar a sus anchas por ese inmenso mar llamado internet, cada vez más niños acceden a páginas con contenidos inadecuados que pueden marcarles decisivamente en su forma de concebir las relaciones sexuales.
Rosa María Portero Ruiz, psicóloga sanitaria (colegiada M-33792) de Center Psicología Clínica (Madrid), nos va a ayudar a calibrar los peligros de este consumo tan prematuro de pornografía.
¿Cómo es posible que la edad de inicio en el consumo del porno se haya adelantado tanto? ¿De qué forma percibe o interpreta un niño de ocho años este tipo de contenidos?
Esta realidad, a la que hacemos frente en la consulta puede resultar impactante por un lado, y ‘esperable’ por otro, dada la facilidad de acceso a Internet que tienen los menores. La percepción e interpretación que llegue a hacer un niño de aproximadamente ocho años puede hacerse, principalmente, desde la curiosidad por lo desconocido.
En esta línea, podemos preguntarnos cómo llega un menor de esas edad a ver un vídeo de contenido pornográfico. En muchos casos, lo hacen por azar, a través de publicidad desde otras aplicaciones o páginas web.
¿Qué secuelas les puede producir?
Las consecuencias que les puede producir a ciertas edades tempranas son, entre otras:
1. Deseos de interactuar en internet, ya sea a través de participación en foros de contenido sexual, así como mediante fotografías o vídeos. El hecho de ver porno no significa que los menores vayan a llevar a cabo este tipo de conductas, pero el estar en contacto con ciertos contenidos puede hacer más probable que quieran interactuar en la red.
Hay que conocer con especial interés el “grooming”, adultos que se hacen pasar por menores para engañarles en un plano sexual.
2. Construcción errónea de la sexualidad y todo lo que la rodea.
El hecho de que el primer “contacto” o información acerca del sexo sea a través de la visualización de un vídeo pornográfico, puede llevar a la concepción del sexo como un acto mecánico y ausente de afecto.
3. Disminución de la líbido a medio y largo plazo, puesto que, si la edad de consumo es temprana, el umbral de excitabilidad puede ir en disminución dado que los estímulos dejarán de ser novedosos y, por lo tanto, excitantes.
4. Desensibilización, entendida como una disminución de la sensibilidad, ya que en muchas ocasiones el contenido de los vídeos pornográficos llega a ser agresivo y vejatorio hacia las personas.
5. Generación de falsas expectativas que no se corresponden con la realidad en cuanto a la práctica sexual.
6. Exposición a modelos de sexualidad para los que aún el menor puede no estar preparado y, por lo tanto, pueden impactarle.
¿De qué manera puede marcar la forma en la que conciban el sexo al llegar a la adolescencia?
El problema principal del consumo de pornografía a edades tan tempranas reside en que éste sea el primer canal de información acerca de la sexualidad. En este sentido, las consecuencias que puede derivar en la adolescencia son:
1. Prácticas sexuales de riesgo (por ejemplo, ausencia de preservativo).
2. Concepción de diferencias de roles entre hombres y mujeres, puesto que, con frecuencia (aunque no ocurra en todos los tipos de porno), los videos pornográficos muestran la figura del hombre en una posición de superioridad.
3. Normalización de la violencia sexual. No siempre el porno muestra el sexo con comportamientos agresivos, pero, dado que es posible que el menor no sepa esto, puede normalizar conductas como los azotes o los tirones de pelo, asumiendo que éstos suelen estar presentes en la actividad sexual.
4. Expectativas erróneas o no realistas acerca del sexo (la ejecución prolongada de la relación sexual y tamaño de los genitales, por ejemplo), lo cual puede derivar en un aumento de inseguridades, miedos o complejos (con frecuencia, el porno idealiza cuerpos “perfectos”).
5. Ansiedad y miedo dada la exposición a lo desconocido, pudiendo llegar incluso a generar secuelas traumáticas con respecto a la forma de ver el mundo y construir el yo. Un ‘yo sano’ se construye desde la experiencia armónica e integrada de los acontecimientos, de manera que, si el adolescente no está preparado para ser espectador de ciertos contenidos, la experiencia no será saludable.
¿Cómo debemos actuar como padres si nuestros hijos nos dicen que sus compañeros ven porno? ¿Qué les decimos?
En primer lugar, si nuestros hijos nos dicen que sus compañeros ven porno, es importante no caer en la histeria y la prohibición absoluta de todos los aparatos electrónicos a través de los que tengan acceso a internet, por miedo a que ellos puedan consumir contenido pornográfico.
Esto solo generaría resistencias y rechazo por parte de los hijos hacia los padres, puesto que un comportamiento alarmante y de censura radical al principio puede provocar que muchos miedos que el menor haya podido generar al ver los contenidos , se consoliden y se vivan como más traumáticos.
Conviene abrir canales de comunicación con ellos, preguntarles acerca del consumo de sus compañeros, de si ellos también lo han visto, qué tipo de contenido es, cómo han tenido acceso y, sobre todo, lo que opinan ellos de la pornografía.
Todo esto nos dará información sobre la actitud que tiene el menor hacia el material pornográfico y, desde ahí, podremos establecer una vía sana de comunicación para explicarles todo lo que consideremos oportuno de cara a educar en salud sexual.
En este sentido, podemos transmitirles que la primera experiencia sexual ha de ser libremente elegida y que conviene que se lleve a cabo desde un plano afectivo.
¿Cómo les explicamos qué es?
En función de la edad del menor y siempre adaptando el contenido de lo que decimos, es importante ser sinceros y honestos con los hijos.
Podemos explicarles que la pornografía es la representación de escenas de actividad sexual, pero que no siempre éstas se corresponden con la realidad y que, de hecho, no suelen hacerlo.
Es importante fomentar su sentido crítico y responsable para que, estén preparados para consumir, si lo desean, este contenido. Tanto a los niños como a las niñas hay que inculcarles los valores de la responsabilidad, la igualdad y el espíritu crítico.
Es necesario que comprendan que la pornografía es, como se ha dicho, la representación de escenas explícitas de actividades sexuales, pero que no todas estas respetan los valores de igualdad y respeto hacia la otra persona.
¿Cuál sería la edad mínima que deberían tener para acceder a este tipo de contenidos?
Lo más importante es tener en cuenta la madurez de la persona que va a acceder a este tipo de contenido. Se recomienda que la edad mínima para su acceso sea a los 18 años. Sin embargo, no existe un control riguroso sobre esto.
A pesar de que algunas páginas webs incluyan medidas como la verificación de la edad, se puede mentir con facilidad. Con respecto a esto, en Reino Unido hacen falta comprobaciones sólidas de verificación de la edad de los usuarios para garantizar que sean adultos.
¿Debemos evitar que lo vean?Absolutamente.
Es necesario poner límites y tomar medidas para que nuestros hijos/as reciban una educación sexual adecuada a cada edad. El porno no es apropiado para un menor, y, en caso de ser mayor de edad, hay que tener en cuenta la madurez que tiene para acceder a este tipo de contenido.
¿Se lo debemos mostrar nosotros?
No, no conviene que se lo enseñemos nosotros, sino educar en la sexualidad de forma adecuada a la edad y de manera responsable, haciendo énfasis en la importancia de la dignidad de uno mismo, es decir, el valor, responsabilidad, seriedad y respeto hacia uno mismo y hacia los demás, no dejando que nos humillen ni degraden.
Llegado el momento, y siempre en función de la edad de nuestro hijo/a, podemos mencionar que existen ciertos (no todos) contenidos pornográficos que no son apropiados ni tratan la sexualidad de forma sana para uno mismo.
La educación en este ámbito debe ser natural, pero con límites, tratando la sexualidad como aspecto afectivo.