El temor es algo común entre los perros que han sido abandonados a su suerte. Desde maltrato físico hasta vivir en condiciones precarias en el extremo frío o calor de la calle, sería extraño que no sintieran miedo cuando una persona se les acerca. Uno de los negocios más crueles son los criaderos, donde los animales son fácilmente desechados cuando no resultan como esperan, sea a causa de una enfermedad, malformación genética, etc.
Alsana nació en uno, en Massachusetts y dio a luz a varios cachorros. Un día, el dueño del criadero decidió que ya no la necesitaba y la abandonó cerca de la ciudad. Control animal la encontró, desnutrida y con varias infecciones en su cuerpo.
La llevaron a un refugio cercano donde dejó a todos impresionados. Era tanto el miedo que sentía que apenas se movía. Kara Pittsley y su esposo fueron contactados por un amigo de ellos que trabaja en el refugio, pensó que podrían estar interesados en adoptarla. Les explicó que Alsana sólo podía salir acompañada, pues estaba demasiado traumatizada.
“Me dijeron que no era agresiva en el refugio, pero les preocupaba lo calmada que era. Literalmente se quedaba quieta y dejaba de respirar si entrabas al canil. Me dijeron que estaba deteriorándose ahí adentro, y que sería sacrificada si un experto en la raza no podía hacerse cargo. Le mostré la foto a mi esposo, le conté sobre ella, y me dijo como ‘ok, hagámoslo’”, contó Pittsley a The Dodo.
La pareja condujo hasta el refugio para conocer a Alsana quien ni siquiera fue capaz de mirarlos. Cuando alguien la miraba, no hacía más que correr la vista hacia otro lado. A pesar de esto, decidieron que debían darle una oportunidad.
La segunda vez que fueron, llevaron con ellos a un entrenador y al presidente de otro refugio, de donde han adoptado temporalmente animales en el pasado. “La sacaron de su jaula y corría de un lado a otro, frenética. Su nivel de miedo era algo que jamás habíamos visto”.
Tanto el entrenador como el presidente de este otro refugio estuvieron de acuerdo con que ayudarla sería un arduo trabajo. A Pittsley y su esposo no les importó, la decisión ya estaba tomada.
“Nuestro entrenador miró a mi esposo y le dijo ‘levántala’. Supuse que quería saber cómo íbamos a cuidar a un perro así. Mi esposo dijo ‘si me muerde, me muerde’. No lo mordió. La subimos al coche y la adoptamos ‘temporalmente’”.
El problema es que Alsana además tenía varios problemas de salud, aparte del miedo. Su antiguo dueño cortó sus orejas, lo que le causó mucho daño e infecciones en sus heridas. Tenía tumores y debía tomar remedios todos los días.
“Debíamos darle nosotros mismos la comida en nuestra manos. Nos atábamos a ella para que nos siguiera por la casa. La obligamos a mantenerse cerca de nosotros, así sabría que estaría a salvo junto a nosotros”.
De poco comenzó a acostumbrarse. Y tener a otros dos hermanos le ayudó. Una vez que estuvo mejor de salud, pudo compartir con sus hermanos, quienes la olieron y aceptaron como parte de la manada.
“Se alegró mucho. Nos quedó claro que necesitaba de la compañía de otros perros. Se convirtió en un perro otra vez, aunque no sabía cómo jugar. Sólo quería estar acompañada de ellos”.
Alsana ya lleva 2 años junto a su familia, y es completamente distinta a la temerosa perrita que llegó al refugio. Ahora sale de camping y en largas caminatas junto a sus amos y amigos. “Pasó de escapar de nosotros a querer estar pegada a nosotros todo el tiempo. Es maravillosa”.
Source: UPSOCL