La pandemia del Covid-19 ha llegado con una enorme capacidad de transmisión alrededor del mundo, aun cuando no produzca la cantidad de decesos como es el caso de la influenza, esto es, de la gripe común y corriente, o del sarampión que cuando llegó a México durante la Colonia fue capaz, –después de la gripe– de matar por lo menos a 700 mil personas en el siglo XVII.
¿Entonces, por qué las drásticas medidas que se han tomado en la gran mayoría de los países del mundo?
Exactamente por su enorme capacidad de transmisión y de incubación, y de que sus cepas se desarrollen y ataquen las vías respiratorias y puedan provocar la muerte de poblaciones en ciertas fajas etareas, principalmente de la tercer edad, que, a diferencia de la influenza y del sarampión, este no tiene una vacuna o la forma de impedir su desarrollo y su diseminación.
Es por eso que hay que estar aislando a la población para evitar el contagio. De ahí que la estrategia que han utilizado la mayor parte de los países en el mundo ha sido aislar a los posibles y probables infectados del contacto con la población en general, y, por otro lado, poner tanto a los enfermos como la población en general en cuarentena (palabra que se utilizó para denominar el aislamiento de la población infectada con la peste Negra en Europa).
En el caso de la actual pandemia, la cual se propaga mediante el contacto, -esto es que el virus se pasa de una persona a otra- tarda 14 días en incubarse y mostrar los signos que se van a manifestar, como insuficiencia respiratoria.
El caso es que la población de la tercera edad que tenga diabetes o hipertensión en la mayoría de los casos lo que sucede es que la personas infectadas tendrán una gripe y que esta va desaparecer, mientras que en las poblaciones en riesgo pueden morir de neumonia, ya que sus pulmones se llenan de agua, de ahí la necesidad de que los hospitales cuenten con ventiladores.
Así pues, uno de los grandes efectos del Covid-19 es hacer que la población deje de realizar sus actividades cotidianas, y al estar confinadas, y al impedirse de realizar una serie de actividades multitudinarias, esto tiene efectos devastadores en la actividad económica.
A nivel internacional el primer gran efecto ha sido la paralización de la economía mundial, pues las cadenas productivas del actual proveedor de productos manufacturados y de insumos para otro tipo de actividades productivas es China, que para impedir que la pandemia se propague por todo el país, aisló el área infectada del resto del país y determinó que la población estuviera a partir de febrero en cuarentena.
Esta misma situación se ha ido replicando en todo el mundo hasta llegar a los países de América Latina, Estados Unidos y México.
Por lo tanto, al encerrar a la población y disminuir sus actividades escolares, sociales y recreativas, al detener todo este tipo de actividades esto llega a tener un efecto multiplicador que daña la economía.
Como la economía se rige por la oferta y la demanda, uno de los efectos primordiales fue por un lado la reducción de la demanda de petróleo, lo que generó una guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia que ha significado una reducción y un desplome de los precios a nivel mundial.
En el caso de la mezcla mexicana, que antes de la pandemia se encontraba en 54 dólares por barril, se ha desplomado a 14.50 dólares, lo que ha provocado no sólo una posible disminución en el precio de la gasolina, sino la inviabilidad de la producción petrolera obtenida por el fracking en los Estados Unidos en los pozos de aguas profundas.
Una de las consecuencias ha sido el desplome de las bolsas de valores alrededor del mundo y una devaluación del peso que de 19.50 ha pasado a 25 pesos, es decir una devaluación que hasta ahora llega al 28%, y que por lo tanto los mexicanos van a sufrir una disminución en sus niveles de vida de más de un tercio con los respectivos aumentos de los precios de todos los bienes que son importados, una gran mayoría de ellos.
Así que las consecuencias son catastróficas para México y la economía en general, pues además de la subida de los precios, muchos empleos se van a perder por las empresas que no podrán mantener a sus trabajadores con la disminución de la demanda de sus servicios, como es el caso de los restaurantes, cines, lugares de diversión, turismo, líneas aéreas, por el cierre de los aeropuertos, además de la incertidumbre que se encuentra asociada por el miedo de las consecuencias de la pandemia.
Si bien a partir del inicio del gobierno de AMLO este tuvo a bien no sólo acabar con la importante construcción del aeropuerto de Texcoco, lo que lo llevó a generar un conflicto con la iniciativa privada, -la cual genera la mayor parte de la inversión productiva en el país-, y por tanto el empleo, vemos que las consecuencias de la pandemia no sólo van a ser en el ámbito de la salud pública, sino de la salud en general de las actividades productivas en el mundo y en la economía mexicana, en lo particular con el gobierno de la 4T, que puede que termine con apenas haber iniciado.